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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Rectificación necesaria

El ministro Wert debe revisar el sistema de becas que proyecta para no afectar a la equidad

El ministro de Educación, José Ignacio Wert, debe revisar el nuevo sistema de becas proyectado para el próximo curso ante la dimensión del rechazo que ha suscitado. El miércoles fueron los consejeros de Educación, incluidos los de comunidades gobernadas por el PP, quienes se opusieron, y ayer lo hicieron los rectores de las universidades públicas y privadas. En su encuentro con el ministro, los rectores expresaron su rechazo por considerar que afecta gravemente a la igualdad de oportunidades y advirtieron de que su aplicación puede llegar a reducir el número de becarios en algunas universidades hasta el 50%.

La reforma supone un cambio radical en el sistema de becas. Ya no se parte del reconocimiento de un derecho al que se accede cuando se dan determinadas condiciones socioeconómicas; el acceso se endurece al exigir mayores notas, y la cuantía de la beca pasa a depender de la disponibilidad presupuestaria de cada momento. El nuevo sistema divide la beca en dos partes: una fija, muy reducida (de 1.500 euros como máximo), y otra variable, resultado de una fórmula que combina tres parámetros: la renta familiar, las notas del alumno y del resto de solicitantes, y el presupuesto total disponible.

Tanto los consejeros como los rectores creen que su aplicación agravará lo que ya ha ocurrido este año tras la modificación introducida en julio pasado, que endureció los requisitos académicos para acceder y conservar las ayudas. En todas las comunidades se ha observado un aumento del número de becas denegadas, que en el caso de Andalucía llega al 40,6% de las solicitadas. Extrapolando lo ocurrido este año, la consejera catalana estimó que uno de cada dos estudiantes de Bachillerato becados podría perder la ayuda. El nuevo sistema abre la puerta a una reducción de los fondos destinados a becas, justo después de haber incrementado las tasas universitarias alegando que no afectaría a la equidad porque se compensaría con un generoso sistema de ayudas. Y justo cuando la crisis aumenta el número de familias necesitadas.

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Wert ha justificado la reforma por la necesidad de estimular la cultura del esfuerzo y elevar la exigencia académica. El propósito es muy defendible y debería ser una prioridad de todo el sistema educativo. Pero no está claro que este sea el camino para conseguirlo. Hay otras fórmulas, como la implantación de normas de permanencia, que permiten elevar el nivel de exigencia sin afectar a la equidad ni generar agravios. Las medidas para fomentar el esfuerzo y mejorar el rendimiento deben ser aplicables al conjunto de los estudiantes. Resulta injusto que se exija una nota de 6,5 para renovar una beca a los alumnos más pobres, mientras al resto les basta con un 5 para poder pasar una asignatura cuyo coste está subvencionado en su mayor parte con fondos públicos, pues la matrícula solo cubre una pequeña parte. En la práctica, el nuevo sistema supone exigir más esfuerzo justamente a quienes, por tener más dificultades económicas, lo tienen más difícil.

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