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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Viaje a Mozambique (9): Capulanas y Barça

Mi amiga Marga tiene que ir hasta Mueda a ver proyectos, así que me subo al coche con ella. Ese pueblo es la cuna de la revolución mozambiqueña y era uno de los objetivos de mi viaje. Pero antes, me pide que la acompañe a comprar algunas capulanas (telas estampadas) para hacer cortinas para su casa de Maputo.

Todo el mundo habla de exotismo de los mercados africanos, sin embargo, cuando llevas algunos años viviendo en el continente te olvidas del romanticismo y cuando te hablan de ir a uno te acuerdas más del calor, los olores, la aglomeración de personas… Vamos, que no es uno de mis paseos favoritos. Pero esta vez no encuentro escusa y me veo arrastrado al mercado de Matite, en pleno centro de Pemba, donde vamos de chiringuito en chiringuito, sorteando personas, coches, motos y zanjas llenas de agua sucia, buscando telas.

Mercado de Matite, Pemba.

Superada esa prueba estábamos listos para emprender, al día siguiente, el viaje a Mueda. Son 320 kilómetros que tardamos 7 horas en recorrer. Partimos un martes a las 6:00 de la mañana, cuando el sol ya está en lo alto y anuncia mucho calor. Al salir de Pemba pasamos junto a los almacenes de algunas de las compañías petroleras que operan en la zona. El paisaje es desolador, sabana amarilla, fruto de la intensa deforestación que ha sufrido esta zona, con algunos montes al fondo.

Cuando llegamos al cruce de Silva Macua giramos a la derecha y poco a poco el paisaje empieza a cambiar, aparece algo más de verde. Ahora la carretera corre paralela al mar, que no se ve, y a la línea de alta tensión que lleva electricidad hasta Tanzania. Se ven pocos coches, solo algún camión chino cargado de troncos de madera.

Macomia.

Llegamos al pueblo de Macomia, un cruce de caminos donde termina la carretera asfaltada. Es parada obligatoria. Esto ha favorecido que se desarrolle un mercado que ofrece todo tipo de mercancías a los viajeros. Es el momento de hacer un alto y comer algo. Entramos en un restaurante de carretera. Un bocadillo y una cerveza antes de continuar el camino. Cuando pedimos la cuenta nos encontramos con una nota de lo más original, parece la solución a un problemas de matemáticas. Observad cómo escribe agua.

La cuenta.

A la derecha del cruce sale la carretera que va hasta Pangane, una playa paradisiaca, me dicen todos. Pero nosotros seguimos de frente. La carretera empeora bastante; sin embargo, la buena noticia es que están trabajando en ella para asfaltarla. A un lado, la constructora ha hecho una pista de tierra por la que circulamos. Cada vez se divisan más fuegos en el horizonte, columnas de humo que ascienden y provocan un revoleteo de aves que intentan cazar los insectos y pequeños mamíferos que huyen. Es época de quemar el bosque para preparar los campos donde se sembrará la cosecha del próximo año.

Buscando agua.

Cruzamos varios puentes sobre el río Mesalo, el más grande del noreste mozambiqueño, que en esta época del año prácticamente está seco. Vemos, desde las alturas, a algunas personas cavando pozos en la arena buscando agua. Un poco más adelante, encontramos un autobús que no ha podido trepar una cuesta y se ha ido hacia atrás, ha caído contra unos árboles. No ha habido heridos. Los pasajeros se sientan, pacientemente, a los bordes del camino, esperando que el conductor pueda hacer algo que les permita continuar el viaje.

El autobús accidentado.

Poco a poco la carretera empieza a subir y ascendemos a una meseta que se encuentra a 800 metros sobre el nivel del mar. Toda la escalada está dominada por las antenas de telefonía móvil que nos esperan en lo más alto. Cada vez el paisaje es más frondoso y se ven más personas caminando o en bicicletas que van y vienen.

Ahora las aldeas están más cercanas unas de otras. El aire es más fresco y la gente va mucho más abrigada. Estamos en la Meseta Maconde, famosa por sus escultores. Cuando oigo el nombre me vienen recuerdos de lugares más lejanos y quizás tan mágicos como ese rincón de Mozambique. La zona es también famosa por ser el lugar donde se inició la guerra de independencia mozambiqueña, tras la llamada masacre de Mueda. Es un bastión del FRELIMO y muchos de los adultos que se ven sentados a las puertas de las casas o bebiendo en los muchos bares que pasamos, son antiguos combatientes que viven de la pensión que les pasa el gobierno.

Camino de Mueda.

Por fin llegamos a la ciudad de Mueda. Es la una de la tarde. Antes de ir a la casa decidimos parar en el centro del pueblo donde dicen que venden unas de las mejores samosas caseras de todo Mozambique. Bajamos del coche y nos acercamos a una pequeña tienda que, desde lejos, promete, porque el cartel que hay sobre ella reza: CocaCola-Papelería Figo. Pero al entrar en ella, nos damos cuenta de que el anuncio era muy engañoso, no se venden artículos de escritorio, sino solo samosas y refrescos y el pequeño local está decorado con posters y banderas del Barça. Casi se me atraganta el almuerzo. Además este es el primer signo de que he llegado a una ciudad en la que, inexplicablemente, el 99% de la población da la vida por los colores blau grana. Prácticamente, son las únicas camisetas de fútbol que se ven en toda la zona. Como tiendo a ser lo más objetivo posible en estos casos, he de decir que las empanadillas, rellenas de pollo, estaban buenísimas.

La tienda de las samosas.

Busco habitación en los dos hoteles que hay en la ciudad y no encuentro ninguna libre. Parece que el próximo sábado se inaugura el nuevo ayuntamiento que ha construido la ONG Habitafrica con fondos de la AECID y han llegado delegaciones políticas para preparar el evento. Al final me acogen en la casa de Médicos del Mundo.

Vendedor de capulanas en el mercado de Mueda.

Estamos cansados del viaje y no apetece trabajar mucho, así que Marga me pide que vuelva a acompañarla al mercado a ver si encuentra capulanas más bonitas que las que vio en Pemba. Así que allí vamos, a internarnos de nuevo por las estrellas callejuelas.

TODAS LAS FOTOS, CHEMA CABALLERO.

Comentarios

Qué nostalgia más grande :) Matite, las samosas, el paseo desde la playa a la casa de Mercedes viendo como los pescadores reparaban las redes y ofrecían la pesca recién hecha, ... Qué ganas de volver, aunque por lo que cuentas ha cambiado muchísimo. Besito y disfruta.
Gracias Chema Caballero.
Qué nostalgia más grande :) Matite, las samosas, el paseo desde la playa a la casa de Mercedes viendo como los pescadores reparaban las redes y ofrecían la pesca recién hecha, ... Qué ganas de volver, aunque por lo que cuentas ha cambiado muchísimo. Besito y disfruta.
Gracias Chema Caballero.

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