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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Alumnos de menú y de tartera

Que los alumnos lleven al colegio comida de casa merece propuestas mejor pensadas

MARCOS BALFAGÓN

Además de arrastrar las pesadas carteras con los libros y el material escolar, los alumnos de algunas comunidades tendrán la posibilidad de añadir a esa impedimenta la tartera con la comida nuestra de cada día. Se lo han planteado Madrid y Valencia, pero el anuncio más concreto viene de Cataluña. Aprovechando la presentación de la guía Alimentación saludable en la etapa escolar, la Consejería de Educación difundió la nueva de que las familias podrán ahorrarse el 50% de lo que cuesta almorzar de menú en el colegio, que tiene como tope 6,20 euros por comida, si los alumnos se la traen de casa. De ahí la deducción de que será preciso pagar tres euros por tartera y día para costear vigilantes, neveras, microondas, limpieza, electricidad...

Rápidamente se ha armado la polémica: ¿cómo? ¿los niños traerán la comida de casa y encima habrá que pagar por ello? Una idea se convierte en objeto de chanzas y críticas antes de que haya habido tiempo de considerar si es buena o directamente rechazable. Llueven los comentarios sobre la iniciativa de Cataluña por avanzar algunos criterios, mientras sus homólogos de Madrid y Valencia se mantienen a resguardo o se remiten a lo que decida “cada colegio”.

Por mucho paro que haya en este país, la organización escolar ya no puede establecerse en función de que en cada hogar haya al menos un adulto disponible para preparar las comidas de los niños, empaquetarlas adecuadamente y, si se tercia, participar en turnos de vigilancia y limpieza de las instalaciones donde se consuma, como método para ahorrarse el pago de personal. No es improbable que bocadillos y chucherías sustituyan total o parcialmente a la comida cocinada. También es muy discutible introducir entre los alumnos la diferencia social entre los “de menú” y los “de tartera” o bocadillo. Y a ello hay que añadir la discusión del precio: ¿tres euros diarios no es demasiado?

Para lanzar propuestas como estas hay que estudiarlas antes a fondo. Personas tan principales como las autoridades hablan de recortes de gastos y aumentos de ingresos sin descender a los detalles, olvidando que, como es frecuente, precisamente el diablo está en los detalles.

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