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Crítica:crítica | danza
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un menú de 'sushi gore'

Si Kazuo Ono o Tatsumi Hijikata, egregios fundadores, levantaran la cabeza. Es lo primero que salta al presenciar esta performance caótica, despendolada y poco cuidadosa de un grupo de bailarines de escuela butoh que cultivan con éxito el feísmo (sus cuerpos ayudan lo suyo). Y no es que los memoriales pioneros de la danza moderna japonesa eludieran la innovación o los actos rupturistas, todo lo contrario; eran hombres elegantes, medidos, serios y comprometidos con su estética. En esta especie de paraíso queer del todo vale ideado por Mukai, la supuesta fiesta comienza a la manera de Las Vegas, con confeti de colores y Sarah Brightman y Andrea Bocelli gorgoreando Time to say goodbye.

PARADISE IN THE JAR ODISSEY

Dairakudakan Kochuten. Dirección artística: Akaji Maro; coreografía: Kumotaro Mukai; escenografía: Kazuhiko Ankara; luces: Noriyuki Mori. Madrid en Danza. Teatros del Canal. Hasta el 11 de noviembre.

Asistimos a una panoplia industrial de consumo rápido, trufada de cierto humor recurrente y chabacano que impide toda ritualización y perjudica la atmósfera onírica. Esto es butoh porque lo dicen ellos, pues se saltan todos los preceptos de su canon, quién sabe con qué intención de desdoblado.

La adoración fálica en Japón es un culto ancestral y hay hasta una procesión anual donde tiran flores e incienso a un enorme miembro de cartón piedra (por citar dos: Hounen Matsuri en el Templo Tagata Jinja de Komaki o la más profana de Kawasaki). Aquí pasa algo parecido a escala teatral, con un trenecito que sugiere fantasías dionisiacas y una escena gore pasada de rosca que podía patrocinar cualquier firma de perritos calientes dada al sacrificio. Akaji Maro es un hombre respetable de sólida trayectoria y aparece ataviado como un fantasma clásico del teatro kabuki; perturbador y justiciero, que sentencia la acción, reduce el jolgorio y da por terminado el irónico desmelene.

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