"Nadie se creía que yo era juez. Buscaban a un señor con bigote"
Josefina Triguero (Madrid, 1946) recibió hace unos días en Bilbao el premio Manuel de Irujo 2011 que concede el Departamento de Justicia. El jurado reconoció así su carrera y "la excepcionalidad" que supuso convertirse, hace 34 años, en la primera mujer que accedió a la carrera judicial en España. Atiende a EL PAÍS poco antes de recibir el galardón y no esconde cierta inquietud ante las preguntas del periodista.
Pregunta. ¿Qué sintió cuando le comunicaron la concesión del premio?
Respuesta. No me lo podía creer. Sentí satisfacción. No creo que haya hecho méritos como para acceder a un premio de esta categoría. Sólo uno: la antigüedad [risas].
P. Se reconoce su carrera y también el hecho de que fue la primera juez española.
"Los jueces trabajamos mucho, pero la entrada de casos es inmensa"
R. Ya te lo he dicho, la antigüedad [más risas].
P. ¿Cómo recuerda esos primeros tiempos?
R. Muy bonitos y difíciles. Nadie se creía que yo era juez. Las personas no querían hablar conmigo; buscaban al juez, un señor alto, fuerte y con bigote. Aunque, bueno, todo el mundo me trató con mucho cariño y no tengo ninguna queja.
P. ¿Costó mucho que se comprendiera que juzgar era una cuestión de sentido común y no de sexo?
R. Costó muchísimo. No fue fácil. Se pensaba que la mujer no debía ser juez porque es todo corazón. Cuando accedí a la cátedra, escuché esto muchas veces, aunque no se decía exactamente que teníamos buen corazón, sino que éramos sensibleras. Sí que costó. La sociedad no estaba preparada para algo así.
P. ¿Romper esas barreras resultó lo más complicado?
R. Sí, aunque yo encontré mucho cariño y apoyo en mis compañeros. Nunca tuve ningún problema con ellos.
P. ¿Por qué quiso ser juez?
R. Porque me gustaba. Piensas que vas a hacer un bien impresionante, aunque luego te llevas muchos chascos.
P. Hoy es una de las profesiones con mayor presencia femenina, una lucha que usted abanderó.
R. Ser la primera fue una circunstancia que me tocó a mí, pero le podría haber tocado a otra. Ahora estamos más o menos igualadas con los hombres y dentro de algunos años los superaremos. Ya hay más mujeres que hombres estudiando Derecho. La mujer cuenta con una ventaja: tiene más tesón. La oposición a la carrera judicial requiere gran preparación, muchos codos. El hombre aguanta menos esto.
P. Pero aún quedan reductos abrumadoramente masculinos, como el Tribunal Supremo.
R. Sí, pero eso ya depende de los nombramientos. Está fuera de nuestro alcance. Lo que se pide es que esos nombramientos correspondan a las personas que más valgan, sean hombres o mujeres.
P. ¿Cree que las mujeres tienen más sensibilidad a la hora de juzgar algunos casos?
R. Cada uno es más o menos sensible y a cada uno le afectan más o menos determinados temas, en hombres y en mujeres. Pero la mujer sí que puede dar un punto de vista algo distinto, porque es más intuitiva y sensible a esos casos que realmente claman al cielo y te rompen el corazón. Y luego están las propias vivencias. Si a un juez le ha pasado algo en su vida personal, conoce más esa situación y puede tener otra idea sobre ello.
P. ¿Diría que funciona bien la Justicia española?
R. ¡Qué más quisiéramos! Eso es una meta hacia la que hay que tratar de dar pasos grandes día a día. No se puede ser perfecto, pero hay que tender a ello, aproximarnos lo máximo posible. El mayor problema es la demora. Los jueces trabajamos mucho, pero las entradas de casos son inmensas. Nos esforzamos, pero es imposible.
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