Asociaciones vecinales protestan por las trabas a sus fiestas populares

Organizar una fiesta vecinal es cada vez más difícil en algunos barrios de Valencia. Por ocupación de vía pública se paga una fianza de 600 euros, por emplear un trozo de parque, 200 euros. No hay servicios de refuerzo municipales de limpieza ni de seguridad a pesar de la concentración de gente en esos eventos, y los permisos administrativos se conceden tarde y descoordinadamente.

Ayer, cinco asociaciones de vecinos de Valencia - de Sant Marcel·lí, Senabre, Patraix, Creu Coberta y Favara- se quejaron de la falta de apoyo del Ayuntamiento de Valencia a fiestas populares como las de Patraix, que datan de antes de 1936, o las de Sant Marcel·lí, creadas en 1976. "Históricamente, el movimiento vecinal ha organizado estas celebraciones para cohesionar los barrios. Se hacen dansades, teatro o exposiciones. Pero, de un tiempo a esta parte, todo son problemas", relata Antoni Pla, de la Asociación de Vecinos de Patraix. La crisis y los recortes se han llevado por delante gran parte de las ayudas públicas y lo entienden. Lo que les molesta son las trabas administrativas con que se topan o que el Consistorio les niegue hasta el uso de las vallas municipales para, por ejemplo, acotar zonas de fuegos. Los servicios municipales que antes ofrecía el Ayuntamiento a las fiestas populares -limpieza de calles, colocación y retirada de vallas y señales de tráfico, contenedores de basura extra o váteres químicos- corren ahora a cargo de las asociaciones. "Nos catalogan de fiesta privada, mientras las Fallas o las fiestas patronales de las pedanías reciben ayudas directas e indirectas. No tenemos nada en contra, todo lo contrario. Pero, ¿por qué a nosotros no?", se preguntan.