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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Una minúscula victoria

Ameneh Bahramí, una mujer iraní de 32 años, perdonó hace unos días a Majid Mohavedí a sufrir la misma pena que él le causó hace siete años. El hombre le arrojó entonces ácido a la cara porque no aceptó sus propuestas de matrimonio. Y Ameneh Bahramí quedó con el rostro desfigurado y perdió la vista de los dos ojos. Un tribunal resolvió que se aplicara en este caso la ley del talión, vigente aún en Irán, y que Majid Mohavedí perdiera también la visión. Ojo por ojo: la fórmula, esta vez, se ajustaba fielmente al fallo de los legisladores.

El pasado domingo todo estaba dispuesto. Y, como suele ocurrir en estos tiempos, la televisión iraní se disponía a dar cuenta del horror. En la sala de un hospital, Majid Mohavedí esperaba arrodillado a que Ameneh Bahramí ejecutara la sentencia, y derramara en sus ojos las gotas de ácido que habrían de dejarlo ciego. Pero la mujer lo perdonó.

Es cierto que no ha renunciado a lo que se conoce como "precio de sangre" en la legislación islámica: una compensación económica por el dolor sufrido. Son 150.000 euros que el autor de la barbarie deberá pagar si quiere salir de la cárcel al cumplir su condena de 12 años. También es verdad que Ameneh Bahramí fue presionada (por Amnistía Internacional y otras organizaciones que defienden los derechos humanos) para que otorgara un perdón que solo ella podía conceder. Sea como sea, lo hizo. Y paralizó así la abominable norma que consagra la venganza como vara con la que hacer justicia: ojo por ojo, diente por diente.

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Un signo que muestra que aún es posible la generosidad en las peores circunstancias. A Ameneh Bahramí también la presionaron para que perdonara al bárbaro las autoridades judiciales de Irán, que no han dudado en condenar a morir por lapidación a Sakineh Ashtianí.

Lo irreparable no puede remediarse con más destrucción. Es lo que quedará del gesto de esa mujer a la que le destrozaron con ácido el rostro (y la vida). Y esa grandeza es la que también está detrás de la carta que un joven de 16 años que sobrevivió a la matanza de Oslo, Ivar Benjamin Ostebo, dirigió a Anders Behring Breivik, el verdugo

de tantos amigos suyos. Has fracasado, le dijo, "no respondemos al mal con mal".

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