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Entrevista:ALAN SOLOMONT | ESPAÑA-ESTADOS UNIDOS COMO NOS VEN COMO LES VEMOS

"Estuve en la Puerta del Sol y allí ví valores universales y frustración"

Al embajador norteamericano Alan Solomont le gusta decir que, con su nombramiento, "el presidente Obama consiguió dos por el precio de uno". Se refiere a su mujer, Susan, una experta en fundaciones y filantropía que ahora se vuelca con él en la actividad diplomática. "Es una experiencia nueva para Susan y para mí. Y es un mensaje que quiero enviar a la gente que trabaja conmigo: que la tarea de embajador no la puede hacer una persona por su cuenta, que yo no podría hacerlo igual de bien si no lo hiciéramos juntos".

¿Se sienten en casa aquí, en Madrid, entre Serrano y la Castellana, en esta residencia construida en 1957, adosada a la embajada, lejos de su hogar de las afueras de Boston?

"Cada día ha sido bueno. Este es el mejor trabajo que he tenido nunca"
" Las relación entre EEUU y españa hoy es visiblemente positiva y sólida"

Alan. Bueno, tenemos aquí nuestras cosas, nuestras fotos... Y estoy con Susan y con Stella Blue [la cocker spaniel familiar cuyo nombre rinde homenaje al músico Jerry García]; eso es lo que hace una casa.

SUSAN. Nuestra vida está aquí.

Alan. Nuestros amigos vienen a vernos aquí.

SUSAN. Hacemos amigos aquí, nuestras dos hijas vienen a vernos a esta casa, tenemos nuestros sitios preferidos donde podemos acurrucarnos con el libro que estamos leyendo...

Ustedes han dedicado parte de su vida al voluntariado. Notarán diferencias en sus esfuerzos para promoverlo en España...

Susan. Hay diferencias culturales. En EE UU existe el voluntariado por necesidad, para ayudar. Y eso ha conformado un gran movimiento de servicio que empieza en la escuela, que sigue en la universidad y que se prolonga toda la vida. Es algo que te hace ser una persona distinta, que te hace creer que hay que ayudar a la gente, que hay que dar lo mejor de nosotros mismos.

Alan. De EE UU me gusta que se estimule a los ciudadanos para que dejen una huella en la sociedad. Como dice el presidente Obama, los problemas son demasiado grandes como para que los pueda resolver un solo sector: la Administración, las empresas... Hace falta también el voluntariado. Obama dijo en la campaña que haría del servicio voluntario una de las grandes causas de su presidencia; él mismo fue organizador comunitario. Yo también, en los años setenta. La madre de Susan fue una activista en Nueva York, y es el modelo con el que ella creció... Creo que en España hay un reconocimiento creciente de que todo el mundo tiene que echar una mano.

Susan se despide, volverá al final de la conversación. Quiere dedicar un rato a su hija Stephanie, que pasa un par de meses en Madrid. "Está trabajando en la embajada", dice su padre, "y no queremos que la traten de forma distinta, así que cuando se presenta y le preguntan cómo se llama, contesta: Stephanie Sánchez".

Hablaba de lo que le marcó su experiencia de organizador comunitario... Cuando comparecí ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, en mi confirmación, dije: "El Congreso y el presidente han pedido a los ciudadanos que se remanguen y resuelvan los problemas en sus comunidades, en el país y en el mundo. Me presento ante ustedes como uno de esos ciudadanos". Yo soy ahora un ciudadano diplomático, no un diplomático de carrera. En una democracia, los ciudadanos tenemos el derecho y la responsabilidad de servir y contribuir. Son experiencias transformadoras, te cambian. Mis años de organizador comunitario han sido determinantes para todo lo que he hecho después, como empresario y hombre de negocios, como miembro de una comunidad, como embajador.

¿Por qué no se dedicó profesionalmente a la política? Porque quería proteger mi matrimonio. [Risas]. La idea de hacer de eso mi forma de vida, la idea de presentarme a elecciones, la verdad es que nunca me ha atraído. Para serle sincero, creo que he sido capaz de optimizar mis energías y mi talento de esta forma. He trabajado con presidentes, senadores, gobernadores, alcaldes, he estado metido en asuntos que me parecían importantes, desde el sector de los cuidados médicos hasta el proceso de paz en Oriente Próximo, y he acabado haciendo lo que yo creo que es el mejor trabajo del mundo, que es ser embajador de EEUU en España.

¿Cómo conoció a Obama? Fue una cosa muy curiosa. En primavera de 2004, cuando él estaba en campaña para ser senador, recibí una llamada de una persona amiga de Chicago que me dijo: Alan, hay una superestrella que se presenta a las elecciones, tienes que ayudarle; tienes que enviar una contribución. Yo soy un blando, estoy siempre dispuesto a ayudar cuando un amigo me lo pide. Pero estábamos en plena campaña presidencial de Kerry, y dije: Mira, no me gusta decir no, pero estoy con otras cosas... Y dije que no. ¡Un error que nunca volví a cometer! Después, a principios de 2005, tuve otra llamada de una mujer de Carolina del Norte, Jenny, que trabajaba para el senador Obama. Me acuerdo como si fuera hoy mismo: yo iba andando por la calle en Cambridge, Massachusetts. Mi móvil sonó. Era Jenny. "¿Señor Solomont?", dijo con un acento sureño bastante fuerte. "Trabajo para el senador Obama y me gustaría saber si le gustaría conocerle. Usted se mueve mucho en actividades del Partido Demócrata y el senador querría conocerle, si es que le parece interesante". Daba la casualidad de que yo iba a ir a Washington la semana siguiente. Quedamos uno de esos días típicos de Washington en febrero, con nieve; el puente aéreo Boston-Washington iba con retraso y llegué tarde al restaurante.

¿Muy tarde? Bueno, como 30 o 40 minutos. Él estaba esperando en la mesa. Después de saludarnos me dijo: "Creo que tenemos algo en común: los dos hemos sido organizadores comunitarios". El hecho de que eso fuera importante para él la verdad es que me impresionó. Hubo una conexión instantánea. Volví a casa y le dije a Susan: "Tiene la inteligencia de Bill Clinton y es increíblemente auténtico". Desarrollé ciertos lazos de amistad con él, aunque jamás creí que iba a presentarse a las presidenciales.

¿Por qué? Porque nadie lo pensaba. Era un senador recién llegado, nadie creía que nada más ir a Washington iba a presentarse. Yo he estado implicado de una u otra forma en todas las campañas presidenciales desde los años ochenta y estaba ya en otras cosas. Además, me sentía más próximo a la senadora Clinton y a su marido... Pero la idea de una nueva cara... Obama era el único candidato que podía hablar de cambio. Por eso decidí apoyarle.

Supongo que ahora es distinto, es más difícil el contacto. Es más difícil. Hombre, es el presidente de EE UU. Le he visto unas cuantas veces desde la elección... Esas fotos que hay encima del piano recogen algunos de esos momentos... Susan y yo fuimos a verle justo antes de venir a España. El trabajo de un presidente es algo único. Las presiones, las decisiones... De verdad, creo que es algo único.

¿Estuvo en la Puerta del Sol cuando empezó el 15-M? Sí, claro.

¿Alguien le reconoció? No.

¿Qué vio, cómo interpretó aquello? Vi dos cosas. Una, hasta qué punto se ha desarrollado una vibrante democracia en España. Vi a gente que expresaba los valores universales por los que, por ejemplo, estamos combatiendo ambos países en Libia. Lo otro que vi es la frustración, el enfado de gente joven sin oportunidades.

Es curioso, usted en Sol... ¿Por qué es curioso?

Bueno, no creo que hubiera muchos embajadores por allá. No, no vi a muchos...[Risas]. Y debo decir que mi equipo de seguridad estaba un poco preocupado... La verdad es que paso ya bastante tiempo en este edificio y... para mí es muy importante salir. No solo a Sevilla o a Barcelona, sino a la Puerta del Sol, o a conocer a la comunidad gitana, como hice en Sevilla... Quiero ver. Quiero ver toda España. Y me gustaría que toda España me viera. Necesito hacerlo para entender este país.

Estamos en vísperas del 4 de julio. ¿Cuál es el mensaje, hoy y aquí, de este Día de la Independencia? Hay tres cosas importantes. Una, que hay valores fundamentales que España y EE UU defienden. Celebramos la idea de democracia, de libertad. Se trata de volver la vista atrás, a los valores fundamentales en el origen del país y que hoy compartimos con España. Segundo, celebramos las relaciones entre los dos países, la madurez de esas relaciones en el mundo de hoy: una alianza basada en valores comunes, en intereses compartidos y en una amistad real. Es nuestro 4 de julio, pero lo estamos celebrando con nuestros amigos. Tercero, rendimos un homenaje a las empresas norteamericanas. Esta crisis exige una estrategia global de recuperación. Por eso trabajamos con la Administración y con las empresas españolas para nuestra recuperación y la recuperación de la economía española. Es un homenaje a las empresas que han invertido en España, que crean empleos aquí, que pagan impuestos y que crecen aquí.

Lleva aquí año y medio. Habrá tenido días buenos y días menos buenos... Cada día, se lo digo en serio, ha sido bueno. Este es el mejor trabajo que he tenido nunca. Mi mujer y yo nos hemos enamorado de este país, que ha sido increíblemente cálido y acogedor con nosotros. Poder representar a nuestro país y a nuestro presidente es el honor más grande que hemos tenido. Yo tengo lo que llamo momentos de pellizcarme, momentos en los que me encuentro en situaciones que tengo que respirar hondo y decir: "Pero bueno, ¿estoy soñando?".

Dígame un par de esos momentos. Uno fue en el desfile que hubo en Paracuellos, con el vicepresidente Biden y el presidente Zapatero, ante 500 paracaidistas, muchos destinados a Afganistán, y escuchar al vicepresidente hablar sobre los sacrificios que exige la paz y que esos hombres y mujeres iban a asumir. Después, yo fui a Afganistán y visité a las tropas norteamericanas y españolas y vi lo que estaban haciendo por nuestra seguridad, tratando de evitar las terribles experiencias que ya hemos sufrido ambos países a manos de extremistas violentos... Otro momento: al presentar mis credenciales, el 27 de enero [de 2010], trasladarme en un carruaje del siglo XVII, pasar frente al palacio, saludar al rey... Escuchar a la Guardia Real interpretar nuestro himno nacional me puso los pelos de punta.

Solamente me habla de buenos momentos. Bueno, es que ya le he dicho... Y tengo muchos más: los viajes que he hecho por España. En los últimos 10 días he estado en Oviedo, Cartagena, Barcelona, Tarragona... Creo que he estado en cada comunidad en España, en todas las regiones. Aún hay sitios a los que quiero ir, pero creo que he estado en casi todos. Ahora voy a intentar pensar en los menos buenos... Ah, otro bueno: una fiesta para celebrar el libro Los aprendices del hechicero, de Lisa Abend, sobre la experiencia de cuatro aprendices que pasan unos meses trabajando en elBulli con Ferran Adrià... El propio hechicero, Ferran, estuvo aquí, con nosotros, fue sensacional. Otro momento importante: cuando vino Simón Peres y estuvimos en Casa Sefarad... significó mucho para mí, en tanto que judío. Conociendo la historia de la gloriosa edad dorada y la expulsión, es maravilloso ver los esfuerzos que hace la España de hoy para asumir aquel pasado. Y para garantizar que la comunidad judía hoy en España se sienta cómoda y bien valorada.

¿Y los momentos bajos? ¡Eh, otro momento de pellizcarme! Cuando fui a la Alhambra y firmé el libro de huéspedes cuyo primer firmante fue Washington Irving. Eso fue tremendo.

¿Los momentos bajos? Los momentos bajos... Nada concreto. Creo que la parte no buena ha sido entender la difícil situación económica en la que se encuentra España. La reflexión sobre el hecho de que un 40% de los jóvenes de la edad de mi hija no tienen trabajo. Es una frustración y una preocupación. El nerviosismo que hay en los mercados sobre la economía española, que en parte es algo que no se debe a España, que tiene que ver con factores externos, con la irracionalidad a veces de los propios mercados...

[El embajador se queda pensativo. Una pausa de 17 segundos].

No tiene nada que ver con España, pero hemos lidiado con un problema muy frustrante, el encarcelamiento en Cuba de Alan Gross [un contratista estadounidense condenado a 15 años de cárcel en marzo de este año, acusado de subversión], un trabajador social que lleva ya casi dos años en la cárcel. Una auténtica tragedia. El Gobierno español ha intentado ayudar, ha hecho llamamientos al Gobierno cubano, pero... También ha sido terrible ver el despreciable comportamiento del Gobierno sirio en los últimos meses, trabajar con el Gobierno español sin grandes resultados. Y uno de los momentos peores fue cuando llegué de Afganistán, el mismo día, y después de haber visto lo que está haciendo allí España, el asesinato de dos guardias civiles...

Hace 14 meses me dijo que este era el mejor momento de los últimos 50 años para ser embajador de EEUU en España... Así es.

Pero eso me lo dijo antes de Wikileaks. ¿Sigue pensándolo? Absolutamente. Bueno, el hecho de que las relaciones entre EEUU y España no hayan cambiado nada después de Wikileaks es la prueba de lo fuertes que son esas relaciones, como nunca lo han sido. Creo que Wikileaks no ha cambiado eso en lo fundamental.

¿Le gustaría situar ya en el pasado el asunto? Es algo que ya está en el pasado.

Y en su opinión, sin daños. ¿Sin malos recuerdos? Bueno, sin duda lamentamos unas cuantas cosas. Primero, hubo personas injustamente dañadas por las supuestas revelaciones. Gente muy... funcionarios muy dedicados a su trabajo. En algunos casos, incluso, su seguridad pudo quedar comprometida. No es algo que podamos olvidar con facilidad. Pensamos también que fue despreciable revelar comunicaciones confidenciales entre diplomáticos, y consideramos muy censurable la acción de los responsables. Así que lo vemos como un episodio indeseable, lamentamos profundamente que sucediera. La buena noticia es que hemos trabajado mucho para dejarlo atrás y concentrarnos en lo importante entre los dos países, y que no ha alterado en lo fundamental las relaciones.

Relaciones que son, desde hace tiempo, buenas, pero que ahora es quizá mayor su visibilidad. Me gusta creer que han alcanzado un nivel de madurez diferente. Y tiene razón, yo diría que es una relación visiblemente positiva y sólida que se basa hoy en valores y en intereses compartidos. Estamos ahora juntos en Libia porque creemos que la gente debe ser libre y ejercer sus derechos, y creemos que sería malo permitir que siguiera habiendo matanzas de civiles.

En esas relaciones está también la creciente presencia de españoles en EEUU y de estadounidenses en España. España es el tercer destino más popular para los estudiantes norteamericanos que vienen a Europa. Hay unos 25.000 cada año. Se ha convertido en un sitio muy popular. Y es cierto, hay una mayor proximidad entre los países, entre los ciudadanos. Por decirlo así: estamos cada vez más cerca. Y hay otra cosa que merece la pena destacar, y es que hay 50 millones de norteamericanos que hablan español. Por cierto, Susan y yo estamos tratando de incrementar esa cifra en dos más...

¿Y qué tal? ¿Mejorando? ... Sí, creo que sí. Bueno, es la minoría que crece más rápido en EE UU. Supone una increíble fuerza económica, política y cultural. Es otro lazo muy importante, basado en historia, en cultura, en lengua, el que une a nuestros dos países. Algo que quizá no valoramos bien. Mire los nombres de algunos de los norteamericanos asistentes a la reunión del Consejo España-EE UU del otro día en Oviedo: Ken Salazar, Francisco Sánchez, Juan Verde, Luis Aguilar, Bob Menéndez...

Pronuncia las zetas con gusto; realmente está mejorando. Dice bien los nombres del secretario de Interior, del viceministro de Comercio Exterior, del responsable de Comercio EE UU-UE, del senador por Nueva Jersey.

Excelentes relaciones, y más visibles; lazos entre los ciudadanos; vínculos especiales por el lado latino... ¿Todo esto es ya más fuerte que el viejo sentimiento de antiamericanismo que ha habido en España? Según las encuestas, el índice de aprobación de EE UU está ahora alrededor del 70%, cuando llegó a estar en el 30%. Ha habido un cambio oceánico en la forma en la que los españoles ven mi país. Siempre han existido desacuerdos sobre algún aspecto de nuestra política. Y puede haber habido momentos en los que se veía arrogante al Gobierno norteamericano, lo cual, la verdad, fue así en varias ocasiones. Pero siempre los ciudadanos se han tenido una mutua estima, y han apreciado, sobre todo en los últimos 30 años, las cosas en común. Hoy hay mucha mayor proximidad y valores compartidos. He oído hablar de sentimientos negativos hacia EE UU, pero yo creo que he encontrado más sentimientos negativos hacia el Gobierno norteamericano en EE UU que en España.

¿Obama está ahora más fuerte que hace unos meses? ¿Cómo ve las perspectivas de reelección? Primero, una de las cosas que más agradezco, como estadounidense, es que Barack Obama sea presidente en este periodo de complejidad y de retos globales sin precedentes, de cambios. Y creo que cuando los norteamericanos estén ante las urnas para tomar su decisión sobre el presidente Obama y otro candidato, elegirán al presidente Obama. Va a tener algunas cosas cuesta arriba: por ejemplo, ningún presidente desde Roosevelt ha sido reelegido con un índice de desempleo superior al 7%. Pero hoy vivimos en un mundo diferente. Y hay otra cosa, básica, para tener éxito en unas elecciones: que el partido esté unido. Hoy, el Partido Republicano está muy dividido. Lo van a tener muy complicado.

¿Es optimista sobre el futuro de EEUU? Hablo de China, de la economía, la seguridad... No a corto plazo, sino de aquí a 20 años. Soy optimista. Soy optimista sobre los próximos 20 minutos, 20 días, 20 meses y 20 años. Tengo una enorme confianza en el espíritu emprendedor y en el sentido común de mi país. Claro que tenemos retos que no teníamos, como el nuevo terrorismo o el medio ambiente, pero el mundo es un lugar mucho más integrado. Déjeme, antes de acabar, que le recuerde una metáfora que le escuché a Simón Peres sobre el mundo de ayer y el de hoy. El mundo eran 192 buques en el océano, cada uno con su propio comandante, tratando de no chocar y hundirse. Hoy, el mundo es un buque con 192 camarotes. Y lo que ocurra en un camarote puede hacer que todo el buque se hunda. Los países que compartan valores, perspectivas e intereses comunes tienen que trabajar juntos como nunca antes. Esa es la base de lo que hago aquí: contribuir a que nuestros países se muevan en direcciones similares.

¿Ha aprendido algo en España que le haga ver distinto algún ángulo de su país? Sin duda. Creo que he aprendido más aquí en año y medio que en los últimos 15 años. La gran lección es hasta qué punto EE UU puede caer en la tentación de aislarse y no entender qué tamaño tiene el mundo de hoy. A veces caemos en una cierta complacencia, sin apreciar lo rápidamente que el mundo se ha hecho más interdependiente. Hay quien querría que nos apartáramos. Creen que es una opción viable; no lo es. Uno de los grandes riesgos que corremos es no comprometernos con el resto del mundo, y eso es lo que tiene claro el presidente Obama. Y esa ha sido la gran lección que yo he aprendido aquí.

Alan Solomont, embajador de Estados Unidos en España.
Alan Solomont, embajador de Estados Unidos en España.JAMES RAJOTTE
Alan Solomont, con seis años.
Alan Solomont, con seis años.

Curioso y ávido coleccionista

Su biografía dice que Alan Solomont (Boston, 1949; en la imagen, con seis años) es "empresario, filántropo y activista político". Empresario lo fue en el sector sanitario. Filántropo, en organismos relacionados con asistencia a ancianos. Y activista demócrata -gran recaudador de fondos-, desde 1988, aunque ya en los años sesenta conoció el mundo real como organizador comunitario.

También ha sido profesor universitario (licenciado en Políticas por Tufts). Y es, junto con su esposa Susan, un ávido coleccionista. Libros y arte (los dos), música rock (ella), autógrafos -con tesoros como un documento de 1794 firmado por Samuel Adams- y excelentes fotos en la escalera que sube hacia su residencia. Entre ellas, Hemingway, en Cuba, con el hombre en el que se inspiró para escribir 'El viejo y el mar'.

4 de julio

El 4 de julio, es la fiesta nacional de Estados Unidos. Este año celebra el 235º aniversario de su Declaración de Independencia. Doce ciudadanos norteamericanos que viven en España, incluido su embajador en Madrid, y 12 españoles que residen en EE UU retratan qué sienten y cómo se relacionan con los habitantes y las costumbres de su otro país de residencia.

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