La renuncia de Rodríguez Zapatero

Ha intentado por todos los medios superar esta crisis en la que él mismo apenas creía. Y ha adoptado medidas que a pocos ha convencido y pocos han entendido. Él ha sacrificado, desde el principio, su propia imagen y la de su Gobierno, en aras del bien del país, sabiendo de antemano que sus medidas iban a ser criticadas, como mínimo. Y eso ha sido aprovechado vilmente por los otros partidos políticos con fines propios.

Me ha indignado ver cómo un personaje como Camps se vanagloria de decir "le hemos echado nosotros", como si ello fuera una heroicidad de quien está en posesión de la verdad. Tamaña desfachatez es inconcebible.- Jorge Castignani Capdevila. Arnedo, La Rioja.

El pasado sábado Francisco Camps gritaba alborozadísimo "¡Zapatero se va!". Pero los jueces no, señor Camps, los jueces permanecen.- Javier Morillo Fernández. Sonseca, Toledo.

Hemos perdido un tiempo precioso -y lo que aún nos queda- por un problema que no debiera existir. Como en la gran mayoría de países de democracias avanzadas, la ley debería limitar los mandatos, prohibiendo la reelección o, dado que aquí los periodos son de cuatro años, la requete-elección. Ocho años es un tiempo más que de sobra para que se pueda cumplir un programa, sin que fomente la corrupción y el autoritarismo del jefe. La renuncia de Zapatero abre un periodo adecuado para establecer una legislación al respecto.- Martín Sagrera. Madrid.

Zapatero ha anunciado que se va cuando termine la legislatura, pero por ahora se queda. Me parecen dos decisiones acertadas, de este modo se cierra el debate. Se irá como llegó, vestido de camuflaje: primero trajo a los soldados de Irak y después los mandó a Libia; antes apostaba por la política social y ahora la recorta. Aun así, no creo que el próximo que venga lo haga mejor, especialmente si se trata de Rajoy, cuya política ha consistido hasta ahora en el acoso y derribo al Gobierno como único programa electoral.

Tengo la impresión que Zapatero ha sido como uno de esos padres para los españoles, que da a sus hijos todo lo que le piden sin pensar en lo que de verdad necesitan, ni en lo que puede permitirse.- Eduardo Cassano. Barcelona