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El Papa acelera la santidad de Juan Pablo II

Benedicto XVI promulga el decreto que certifica el milagro realizado por Wojtyla

Santo subito. A toda prisa y en tiempo récord, menos de seis años, el Vaticano ha convertido en beato a Karol Wojtyla. Juan Pablo II (1920-2005), el papa polaco que reinó durante 27 años y convirtió al catolicismo en un espectáculo de masas, será beatificado el próximo 1 de mayo. La fecha elegida no es un guiño sindical al gran protector de Solidarnosc; según aclaró la Santa Sede, sino por ser el primer domingo tras la Pascua, que Wojtyla instituyó como Fiesta de la Divina Misericordia.

El frenético proceso de beatificación, último paso antes de la santidad, comenzó pocas semanas después de la muerte de Juan Pablo II, cuando su sucesor, Benedicto XVI, anunció en latín, durante una ceremonia en San Juan de Letrán, la derogación ad personam' de las normas canónicas que obligan a esperar cinco años desde el momento de la muerte para abrir una causa de canonización.

En tiempo récord, menos de seis años, el Vaticano ha hecho beato al papa polaco
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El único antecedente era el de la madre Teresa de Calcuta, cuya beatificación se inició inmediatamente después de su muerte, en 1997, porque así lo decidió Wojtyla.

El jefe de prensa del Vaticano, Federico Lombardi, confirmó que la causa del nuevo beato ha sido la más rápida de la milenaria historia vaticana, y explicó que Raztinger promulgó el decreto que atribuye un milagro a Wojtyla y que presidirá el rito de beatificación en San Pedro.

El milagro consiste en la curación de la monja francesa Marie Simon Pierre, quien padecía desde 2001 la enfermedad de Parkinson, la misma que sufrió Juan Pablo II. La religiosa superó todos los síntomas dos meses después de la muerte del Papa, y lo hizo de forma "inexplicable" para la ciencia, según los médicos de la comisión vaticana. El milagro sufrió un pequeño parón en marzo pasado, cuando uno de los médicos externos lo impugnó afirmando que no estaba documentado.

Solventado el problema, la vertiginosa conclusión del farragoso proceso se atribuye a los principales promotores de la beatificación, entre quienes destacan el ex secretario privado de Wojtyla, Stanislaw Dziwisz, arzobispo de Cracovia, y el ex portavoz de Wojtyla, Joaquín Navarro Valls, miembro del Opus Dei.

La nota oficial de la Santa Sede justificó con prosa florida la insólita rapidez de la causa: "Las numerosas actas de la investigación canónica, regularmente instruida, junto con los detallados exámenes médico-legales, se sometieron al análisis científico de la Consulta Médica de la Congregación para las Causas de los Santos, el 21 de octubre de 2010. Sus expertos, tras haber estudiado con la habitual minuciosidad los testimonios procesales y toda la documentación, se expresaron a favor de que la curación era científicamente inexplicable".

Más tarde, "los consultores teólogos procedieron el 14 de diciembre de 2010 a la valoración teológica del caso y reconocieron por unanimidad la unicidad, la antecedencia y la invocación coral dirigida al Siervo de Dios Juan Pablo II, cuya intercesión había sido eficaz para la curación milagrosa".

Según explica el vaticanista Filippo di Giacomo, la causa "se abrió en la diócesis de Roma por motivos poco claros y se ha limitado a analizar los 27 años del pontificado de Wojtyla y no su vida anterior".

Para culminar la fama de santidad del papa que, según sus exégetas, acabó con el comunismo en Europa, los promotores deberán demostrar que Wojtyila no solo ha sido un modelo para la Iglesia de Roma. "Si en unos años aparece un nuevo milagro, y se demuestra que todas las diócesis del mundo católico lo veneran, el Papa procederá a inscribirlo en el catálogo de santos de la Iglesia Universal", explica el vaticanista.

La decisión tomada ayer contribuirá además a difuminar las sospechas de que el papa polaco y sus colaboradores más cercanos conocían los crímenes cometidos por Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, pederasta y corruptor de la curia de Wojtyla, de quien fue asesor principal para América Latina.

Di Giacomo confía sobre todo en que, "como demostraron las monjas de la madre Teresa, sea posible recibir a centenares de miles de personas en Roma sin que nadie en la Iglesia especule sobre ello. Esperamos que Juan Pablo II haga al menos este milagro, y consiga que sus seguidores produzcan una bonita ceremonia que no incluya el gran negocio y la simonía que ya se ven asomar por el horizonte".

Juan Pablo II, en abril de 2003, en la plaza de San Pedro del Vaticano.
Juan Pablo II, en abril de 2003, en la plaza de San Pedro del Vaticano.AP

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