Bill Gates, Edades del Hombre y montes de piedad
Por José María Pérez, 'Peridis'
En el mundo anglosajón es frecuente que determinadas personas, una vez que alcanzan una fortuna considerable, se conviertan en filántropos. Soros, Buffet y, sobre todo, Gates son recientes ejemplos de ello. Bill Gates, con 39 años, creó la Bill and Melinda Gates Fundation, en la que involucró también a su padre, y antes de cumplir los 50 dejó la gestión de Microsoft para dedicarse de lleno a promover y financiar, con la astronómica cifra de 3.000 millones de dólares anuales, en toda América y África, programas de educación, salud y desarrollo, vacunación contra la polio, lucha contra la malaria y el sida y a estimular innovaciones en la agricultura.
En España ha habido personas caritativas y piadosas que construyeron escuelas, casas de misericordia, hospicios y hospitales, y aseguraron su sostenibilidad con generosas dotaciones fundacionales. Por lo que respecta al mecenazgo cultural hemos ido siempre con bastante retraso, las fundaciones culturales March, Marcelino Botín y Barrié de la Maza surgieron a mediados de los cincuenta, y la Fundación del Banco de Bilbao, de la mano de Sánchez Asiaín, a finales de los ochenta. Nacieron todas con recursos limitados en comparación con las fundaciones creadas por millonarios norteamericanos como Henry Ford, Paul Getty o Nelson Rockefeller.
Parece que se busca en las cajas un chivo expiatorio y enterrar su prestigio bajo los escombros del inmobiliario
Urge consensuar una ley que garantice la viabilidad y solvencia de las cajas y su labor social y cultural
En el mecenazgo cultural aún es hoy un referente la exposición Las Edades del Hombre de 1988
Las cajas serían, por lo que aportan a cultura y atención social, una de las mayores fundaciones del mundo
Durante los últimos años, la mayor parte de nuestras grandes corporaciones, tanto del comercio y la banca como de los seguros, la energía o la construcción, han creado fundaciones que destinan importantes recursos a la conservación del patrimonio, a becas para la investigación y a programas sociales que luchan contra la exclusión y la pobreza. La motivación de estos mecenas queda meridianamente expresada en la declaración del creador de Ferrovial: "He creado la Fundación Rafael del Pino para devolver a la sociedad española parte de lo que esta misma sociedad me ha dado a lo largo de mi vida personal y profesional".
En el ámbito del mecenazgo cultural, y después de 15 exposiciones en otras ciudades, todavía es un referente la exposición de arte sacro celebrada en la catedral de Valladolid en 1988 titulada Las Edades del Hombre. Tres personas unidas por una fuerte amistad hicieron posible el proyecto. El escritor José Jiménez Lozano, que alumbró la idea; el sacerdote Eugenio Delicia, que abrió de par en par las puertas de la Iglesia, y el financiero Sebastián Battaner, que, a falta de otros patrocinios, sufragó la magna exposición a través de la obra social y cultural de la Caja de Ahorros de Salamanca, luego Caja Duero.
Fue tan importante la repercusión mediática, cultural y económica por el millón de visitantes que acudieron a visitarla que hubo un antes y un después de aquel evento. La exposición dejó grandes beneficios en el sector del turismo y del empleo y sobre todo en la imagen de la región, como demostró un estudio realizado a posteriori.
En España parece que se está buscando en las cajas de ahorros el chivo expiatorio de la crisis y, según los medios de comunicación, da la impresión de que su prestigio yace sepultado bajo los escombros del sector inmobiliario. Nada más injusto porque si sumamos todo lo que destinan las cajas de ahorros españolas a la cultura y a la atención social nos encontramos con la sorpresa de que son, junto a la de Bill and Melinda Gates, las dos mayores fundaciones del mundo. En los años de la crisis, las cajas de ahorros han destinado la mayor parte de los recursos disponibles para la obra social a combatir el hambre y la marginalidad y han doblado sus aportaciones para alimentos y comedores sociales.
Las cajas de ahorros son bancos de proximidad y solidarios que vertebran la sociedad y llevan los servicios financieros, culturales y sociales a todos los rincones de España. Su primera función es garantizar y remunerar el dinero de los impositores, y la segunda, prestar dinero de modo responsable, mayoritariamente a familias y pequeñas empresas. De los beneficios que obtienen deben pagar, al igual que los bancos, los impuestos que les corresponden; el resto se distribuye entre reservas (para garantizar la solvencia) y lo que cada caja quiera asignar voluntariamente a la obra social. A ella dedicaban, hasta ahora, por término medio, un 25% de los beneficios. Con los obtenidos en 2008 dedicaron a la asistencia social y sanitaria 781 millones de euros; a cultura y tiempo libre, 729 millones; a educación e investigación, 326 millones, y a conservación y restauración del patrimonio histórico, artístico y natural, 221 millones de euros. Total en dólares, al cambio actual, 3.000 millones. Lo mismo que la Fundación de Bill y Melinda Gates.
Solamente la Caixa destinó 478 millones de euros a su fundación y obra social en el año anterior al estallido de la crisis. Caja Madrid, heredera del Monte de Piedad que fundara el padre Piquer en 1702, a pesar de la agitación política que la zarandeaba, destinó 278 millones de euros y tiene una fundación que es modélica en la restauración de los monumentos más emblemáticos de nuestro país. Las cajas de Galicia son fundamentales en la promoción del Xacobeo y en las acciones culturales del Camino de Santiago. IberCaja, en el relanzamiento de la obra de Goya en Aragón con el Museo Camón Aznar y en la promoción de artistas jóvenes. Caja Extramadura, en la construcción de facultades para su región, y Caja Granada es un referente en los microcréditos...
Es cierto que el sector financiero estaba sobredimensionado y que las cajas necesitaban fusionarse. Después del decreto del Gobierno urge consensuar una buena ley de cajas que garantice su viabilidad y solvencia para que fluya el crédito a familias y empresas, pero hágase de modo que se mantenga y refuerce su obra social y cultural, porque si todo este proceso de saneamiento lleva a la desaparición de esta gigantesca obra filantrópica, ¿quién asumiría sus funciones para llenar el hueco que dejaría? Tendrían que ser los ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas con el dinero de todos los españoles. Y como ya no da para eso, pagarían, como siempre, los más débiles. -
José María Pérez, 'Peridis', es arquitecto y humorista. Preside la Fundación Santa María la Real-Centro de Estudios del Románico.
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