La resistencia iraní se repliega
Acosada por el régimen, la oposición deja la calle para dar la batalla en la Red
El régimen iraní se apresuró a cantar victoria. El desarrollo inalterado del 31º aniversario de la revolución el pasado jueves fue, en palabras del líder supremo, Alí Jamenei, "una lección para los enemigos internos y una decepción para quienes pretenden representar al pueblo". Tras el éxito de las anteriores protestas, las expectativas eran tan altas que incluso los opositores sintieron el desánimo. Pero lejos de amilanarse, han abierto un debate sobre qué falló y cómo seguir adelante ante la creciente represión.
"No tenemos que dejar de salir a la calle, pero debiéramos buscar otras vías de contestación", reflexiona Maryam M., una joven profesional muy comprometida y que mantiene la esperanza. El reto es encontrar una alternativa que logre aunar a los descontentos. El llamado movimiento verde, que agrupa desde reformistas del sistema hasta liberales laicos, apenas tiene en común el rechazo a la reelección como presidente de Mahmud Ahmadineyad.
El Gobierno estuvo a la defensiva durante ocho meses frente al movimiento verde
La represión, las detenciones y los juicios han hecho mella en la protesta
Durante los ocho últimos meses, el régimen ha estado a la defensiva frente a un movimiento popular que ganaba peso en cada confrontación. La nutrida participación en las protestas de Ashurá, el pasado 27 de diciembre, fue sin duda una llamada de atención para las autoridades. Desde entonces, intensificaron la represión con una oleada de detenciones sin precedentes, nuevas condenas a muerte en otro juicio sin garantías y dos ejecuciones, justo en vísperas del aniversario de la revolución. El mensaje estaba claro y, a la vista de lo ocurrido el jueves, hizo mella en los jóvenes activistas.
"Los verdes no pudieron hacerse visibles debido a su mala organización y a que el Gobierno aprendido cómo hacerles frente", dice la activista de los derechos humanos Shadi Sadr desde el exilio. "No significa que el movimiento esté debilitado porque ese mismo día Facebook y otras redes sociales se llenaron de gente que preguntaba por el siguiente paso. La oposición está viva, sólo tiene que cambiar su estrategia".
Viva y quejosa. El ciberespacio se llenó de críticas a las tácticas que los dirigentes del movimiento habían lanzado en los días previos al aniversario. Una de las más atacadas fue la bautizada como caballo de Troya, que recomendaba a los opositores acudir a la manifestación oficial y una vez allí sacar los lazos verdes, que se han convertido en su símbolo.
"Fue imposible. Los progubernamentales eran muy numerosos y sólo unos pocos de nosotros logramos pasar los filtros de seguridad", relata una universitaria. Ella utilizó una foto del líder supremo como salvoconducto, pero luego se encontró sola entre las decenas de miles de fieles del régimen trasladados en autobuses desde la periferia de Teherán.
"Si todos sus activos son las masas que llevó a las calles desde tantas ciudades de todo el país, debemos estar contentos. Ganaremos... tarde o temprano", interpreta Maryam M.
"Tenemos que reconocer la capacidad del sistema para movilizar a la gente, sea con prebendas o apelando a las sensibilidades religiosas", apunta por su parte un profesor que, aunque simpatiza con los objetivos de los opositores, ve sus actividades desde la barrera. Como él, muchos se muestran convencidos de que no merece la pena el riesgo. Incluso quienes defienden el esfuerzo conceden que son valientes, no temerarios.
"Había dos basiyís por cada uno de nosotros", señala Ehsan, un joven manifestante que, como el resto, usa un nombre supuesto para proteger su identidad. Ebrahim Nabaví, un escritor satírico que desde su exilio en Bélgica se ha convertido en uno de los referentes de la oposición, ha pedido disculpas en la página Balatarin por haber propuesto algo imposible ante la presencia de antidisturbios, policías de paisano y paramilitares.
Para los activistas, ese despliegue de fuerzas constituye un signo inequívoco del miedo que el Gobierno tiene al movimiento verde. Por ahora, sin embargo, no constituye una amenaza existencial al régimen. Cómo dar ese salto es el eje de muchas de las discusiones.
"A diferencia de lo que ocurrió en 1979, la oposición no está usando medios violentos y los militares no se mantienen al margen, que fue lo que permitió que la revolución triunfara apenas un mes después de que el sha dejara el país", recuerda Asieh Aminí, una destacada activista de los derechos de la mujer obligada a exiliarse.
También falta el apoyo de los bazaríes, la clase comerciante, y las huelgas que entonces lograron paralizar la industria petrolera, la red eléctrica, la radiotelevisión estatal o las principales fábricas del país. Varias convocatorias de huelga general no han llegado a calar.
"Si el régimen continúa empleando sus métodos brutales, ¿puede la gente obligarle a rendirse? No podemos saberlo", admite Aminí. Sin embargo, en su opinión, ha habido un cambio fundamental. "Los iraníes han demostrado la gran división que existe entre ellos como nación y un régimen corrupto y violento. Han adquirido una legitimidad que ningún dictador puede lograr jamás".
Manual de clandestinidad en Twitter y YouTube
Farzaneh mira a ambos de la calle antes de abrir el bolso. Luego, con la rapidez que da la práctica, saca un puñado de papelitos y deja que se los lleve el viento mientras se dirige rauda hacia el gimnasio. La noche anterior, e incluso esta mañana mientras desayunaba, ha troceado varios folios en los que ha escrito "Muerte al dictador" o el nombre del líder opositor Mir Hosein Musaví. "Cuando salgo, me da un gran placer verlos esparcidos por toda la zona", confía en voz baja. Su gesto, que no por inocente deja de ser arriesgado, es uno de los recursos de los iraníes ante la represión.
Desde fuera puede parecer fútil, pero enfrentados a la imposibilidad de manifestarse de forma pacífica los iraníes están buscando formas alternativas de expresar su descontento. "Es cierto que no tenemos un líder, pero eso no significa que estemos descoordinados", asegura Farzaneh, un nombre supuesto para proteger su identidad.
De hecho, en conversaciones mantenidas con varios jóvenes simpatizantes de la oposición, los marcos de referencia coinciden. Todos citan varios sitios web donde se debaten las noticias del día o se votan los artículos que más han gustado, y varios disidentes, tan alejados del Gobierno de Teherán como del exilio monárquico o de los muyahidin jalq, que hasta ahora eran las únicas voces iraníes en el exterior.
¿Quiénes son esas figuras de referencia? Masoud Behnoud, un prominente periodista e historiador que tuvo que exiliarse en 2002 a causa de la persecución judicial y las amenazas de muerte; Ebrahim Nabaví, un escritor satírico también exiliado, y los dos Mohsen, el director de cine Mohsen Makhmalbaf y el ex fundador de la Guardia Revolucionaria Mohsen Sazegara.
Este antiguo oficial de la Guardia Revolucionaria, evolucionado al reformismo, que abandonó Irán tras su detención en 2003, emite cada noche un vídeo de 10 minutos que incluye desde instrucciones sobre cómo evitar ser identificado durante las manifestaciones hasta propuestas de desobediencia civil. Y son precisamente sus técnicas de protesta pacífica, las que le están dando popularidad.
Sazegara cuelga su grabación en YouTube y la difunde a través de Facebook, Twitter y diferentes listas de distribución, incluso en versiones adaptadas para la baja velocidad de las conexiones iraníes. Con una enorme V de victoria en la pared de su improvisado estudio, Sazegara aconseja que "ante una gran presencia policial, los manifestantes se dividan en pequeños grupos". También ha lanzado muchas de las acciones simbólicas y propuesto utilizar las celebraciones oficiales para expresar la desaprobación al régimen.
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