"Mantengo la consigna de alejarme del aburrimiento y del Estado"
Es uno de los nombres indiscutibles en el campo de la música improvisada en Europa. Miembro del Evan Parker Electro-acoustic Ensemble, colaborador habitual del contrabajista inglés Barry Guy y líder de sus propias formaciones, Agustí Fernández (Palma de Mallorca, 1954) pasa más tiempo viajando de concierto en concierto por el Viejo Continente que en la Ciudad Condal, donde vive y donde acaban de concederle el premio Ciutat de Barcelona de música. Fernández, el primer músico español en grabar para el prestigioso sello ECM, está de regreso tras una extensa gira por Polonia, Alemania, Austria y Holanda, junto a Mats Gustafsson (saxos) y Peter Evans (trompeta). "Allá donde íbamos venía la gente a preguntarnos por el incidente del espectador que llamó a la Guardia Civil en el Festival de Jazz de Sigüenza porque lo que escuchaba, según él, no era jazz. ¡Pero si ni siquiera nosotros mismos, los músicos, sabemos distinguir qué es jazz y qué no lo es! Así que, la próxima vez, iré a consultar con la Benemérita si el último Herbie Hancock es jazz o no".
"Tras lo de Sigüenza, habrá que preguntar a la Benemérita qué es jazz o no"
Hasta entonces, su disco Un llamp que no s'acaba mai, grabado en Sigüenza, ha sido reconocido por la web All About Jazz, la biblia cibernética del género, como el mejor del año pasado. "Uno nunca deja de sorprenderse con las casualidades que le depara la vida...", añade Fernández. "John Edwards [contrabajo] y Mark Sanders [batería] son dos músicos que me estimulan enormemente. El de Sigüenza fue nuestro segundo concierto". Al escuchar el resultado, uno comprende que no fue una noche cualquiera. "Sobre todo fue por el público de Sigüenza. Es virgen a este tipo de improvisación libre y por eso es muy receptivo. A veces te encuentras con otro tipo de espectador más educado musicalmente que espera algo concreto y termina decepcionado".
¿Diría, como el famoso denunciante, que la música que interpreta en este disco es jazz? "Duke Ellington aseguraba que él no hacía jazz, sino música. Charlie Parker igual; y John Coltrane. Yo sigo esta tradición. Hago música, no jazz. La diferencia es que ellos vivieron en el siglo pasado y yo hoy".
Este pianista inquieto es toda una personalidad en la escena de la música improvisada europea, un universo acaso desconocido, aunque a todas luces fascinante. "Las personas a las que les gusta esta música son fans para toda la vida. Es todo un submundo comparado con las grandes instituciones culturales. Para ellos no existimos. Pero existimos. Y mantenemos la consigna de alejarnos del aburrimiento y las subvenciones del Estado. Sí soy músico de jazz, porque vivo en el espíritu del jazz, aunque no en la letra".
¿Qué recomendaciones le haría a quien acude por vez primera a uno de sus conciertos? "Escuchar lo que se le ofrece sin prejuicios. Abrir los oídos y dejarse llevar. Me he encontrado con alguno que ha venido a un concierto arrastrado por un amigo y me dice: 'No he entendido nada pero me ha encantado".
Ahora presenta otro disco, Some other place, interpretado a dúo con Barry Guy. "Es un álbum del que estamos particularmente satisfechos. Alguno dirá que eso de grabar un disco entre dos está 'tirado'. Si embargo, ha sido una labor muy compleja". ¿Tanto como haber actuado con Peret, una de las sorpresas que esconde Fernández? "Tiene su explicación. Fue en las Navidades de 1979 a 1980. Acababa de llegar a Barcelona y Peret necesitaba un pianista para una gira por Suramérica. Me cogieron por mi experiencia como rumbero junto a Gato Pérez. Viajamos por todo el continente, de Venezuela a Argentina, tocando el Gitano Antón y todo aquello. El recuerdo que guardo de Peret es que es un gran profesional, sabe lo que hace y cómo venderlo".
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