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La UE y Rusia no alcanzan un pacto sobre el gas

Moscú reclama una revisión profunda del marco actual

Pilar Bonet

Rusia y la Unión Europea no resolvieron ayer sus discrepancias sobre energía, seguridad internacional y relaciones con sus vecinos comunes. Pero en su cumbre en Jabárovsk, en el Lejano Oriente ruso -nueve horas de diferencia horaria con Bruselas-, marcaron cauces para un debate que en esencia se centra en los deseos de Moscú de revisar radicalmente instituciones comunes surgidas en los noventa -el Tratado de la Carta de la Energía y una arquitectura de seguridad europea dominada por la OTAN- y la voluntad europea de mantenerlas con posibles adaptaciones a lo sumo.

El presidente de Rusia fue rotundo sobre el Tratado de la Carta de la Energía, que Rusia y otros 51 países firmaron en 1991, pero que Moscú no ha ratificado porque considera que es desequilibrada y perjudicial para los intereses de los países productores. Moscú, según dijo Dmitri Medvédev, no tiene intención de convertirse en miembro de la Carta de la Energía "en su redacción actual" ni tampoco de utilizar el protocolo de tránsito adjunto.

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Este acuerdo regula, entre otras cosas, el transporte de energía para garantizar la seguridad del suministro de la UE y las disputas que puedan surgir, como la que enfrentó a Rusia y Ucrania en enero pasado y dejó sin gas a varios países de la UE.

Medvédev considera que no hay que "echar la Carta a la papelera", sino utilizarla para "un nuevo acuerdo" o para "una nueva versión". A este efecto, Medvédev presentó en abril en Helsinki sus propias propuestas. Los europeos, por su parte, defienden la Carta Energética, pero están dispuestos a considerar modificaciones. En el documento de Medvédev "hay cosas que podemos aceptar y otras no", dijo Javier Solana, el alto representante de la política exterior y de seguridad de la UE. "Han surgido elementos para discutir y eventualmente integrar propuestas rusas en una revisión global del acuerdo actual", manifestó Solana.

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Un proceso hasta cierto punto paralelo se abre también a los temas de seguridad. Medvédev, que en 2008 propuso en Berlín una nueva arquitectura de seguridad europea, insiste en que se celebre una conferencia internacional sobre este tema. La UE acepta la discusión que, de entrada, se canalizará a través de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa y continuará con una reunión de ministros de Exteriores en Corfú en junio.

El diálogo no disuelve los huesos de la relación entre Moscú y Occidente, como la ampliación de la OTAN, el emplazamiento de elementos del escudo antimisiles norteamericano en Polonia y la República Checa. Pero en tiempos de crisis y con problemas tan graves como la situación en Afganistán, ni Moscú ni Bruselas quieren ahondar en las diferencias.

Una de ellas es saber quién tiene más interés en financiar las importaciones de gas de Ucrania. Medvédev pidió a la UE que ayude a sindicar un crédito para que Kiev pueda pagar a Gazprom los 4.000 millones de dólares que cuestan los 19.400 millones de metros cúbicos de gas que ha de bombear en sus depósitos para que los ucranios y también los europeos afronten el invierno con seguridad. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, pidió a Rusia y a Ucrania que eviten una nueva crisis el año próximo y subrayó que la UE ha propuesto un mecanismo para prevenirlas a tiempo.

En lo que se refiere a los países vecinos -los seis poscomunistas (Azerbaiyán, Bielorrusia, Ucrania, Armenia, Moldavia y Georgia) con los que la UE ha formado la Asociación Oriental-, el presidente ruso señaló que algunos de los implicados la consideran una "asociación contra Rusia".

El tono distendido de la cumbre no evitó que Medvédev planteara duramente su descontento por la política de Rumania, miembro de la UE, tanto sobre el reparto de pasaportes rumanos a ciudadanos moldavos como por las recientes declaraciones de su presidente, Traian Basescu, en las que comparaba la firma de un tratado fronterizo con Moldavia con el pacto Mólotov-Ribentropp, firmado en 1939 entre Alemania y la Unión Soviética. La UE carece de instrumentos para contener el rumbo desestabilizador de Bucarest en Moldavia. Jabárovsk es la capital del distrito federal del Lejano Oriente (una de las siete agrupaciones administratativas de Rusia), y su elección para la cita con la UE situó como telón de fondo del evento a China, a 20 kilómetros de distancia. El jueves, Medvédev insistió en que el Lejano Oriente es tan importante para Moscú como Europa y que no en vano el "águila del escudo nacional es bicéfala".

José Manuel Durão Barroso y Dmitri Medvédev, en la cumbre de Jabárovsk.
José Manuel Durão Barroso y Dmitri Medvédev, en la cumbre de Jabárovsk.AFP

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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