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Reportaje:

Ostras en el carro de la compra

Las 'delicatessen' del mercado de San Miguel arrasan en su primer fin de semana

Rebeca Carranco

Las paredes acristaladas del mercado ya apuntan maneras. Es poner un pie dentro y sentir la necesidad de exclamar "¡oh!". Los turistas, tanto de la capital como de fuera, se paseaban ayer por el mercado de San Miguel con la boca abierta, muchos, cámara en mano, para inmortalizar el lugar. Los 34 puestecitos, perfectamente rotulados, con ventanitas y diseñados para lucirse, ofrecen de todo al visitante. Se puede degustar una docena de ostras francesas a partir de 10 euros, un vino Vega Sicilia por muchísimo más dinero o unas patatas de mazapán típicas de Viena a 3,90 euros.

Es sólo cuestión de dejarse seducir, como hicieron ayer decenas de personas en el primer fin de semana que ha abierto San Miguel. Las delicatessen del mercado arrasaron.

Varios bares permanecen abiertos hasta las dos de la madrugada

La estructura de hierro sigue siendo la misma del mercado diseñado en el siglo XIX por el arquitecto Alfonso Dubé y Díez. Pero la clientela ha mutado. Pocas señoras se ven con el carrito de la compra repleto de hortalizas. En cambio, han empezado a dejarse caer por el lugar los jovencitos con sombrero y gafas de sol de la marca Ray Ban y de color rosa chicle.

"A mí me gusta probar cosas. Este mercado me recuerda a alguno que he visto en Londres. Me encanta", dice Francisco Torres. Se ha acercado a Il Pastaio, una tienda de repostería de Viena, para comprarle un dulce a su mujer. "Le he cogido ése y no sé qué es", dice, señalando una pasta con crema y fresas. "Es una trenza de fresa", le indica un dependiente. Ha pagado por ella 2,30 euros. Francisco, de 70 años, podría haberle comprado a su esposa una clásica palmera, por dos euros, en el puesto de al lado, pero ha preferido "innovar", dice.

Igual que innovan las decenas de personas que hacen cola con una copa de vino blanco en la mano, detrás de un mostrador minúsculo. Esperan para hacerse con un plato de ostras. "¡Nunca las he probado, quiero una!", le grita a su madre un chiquillo. Y se unen a la cola. "Es curioso, pero en España estamos vendiendo más ostras incluso que en Francia", explica el director del puesto más exitoso del mercado, Hervé Nuée. También vende champán, cava y caviar. El hombre apenas tiene tiempo para respirar.

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Leopoldo Roncero también va como una moto, de un lado a otro de la barra de su bodeguita. "Es fantástico. Están viniendo franceses, ingleses, alemanes... De todo. Además de mirar, beben", presume, sin soltar las copas y dando indicaciones al resto de la tropa que trabaja con él. En su bodega no se venden cervezas, sólo vinos y derivados. "Los clientes se pueden elegir entre una variada escala de precios. Desde 2,5 euros la copa, hasta un Vega Sicilia", explica. Y lo pueden hacer de diez de la mañana a diez de la noche de lunes a miércoles, y hasta las dos de la madrugada los jueves, viernes y sábados. Varios bares del mercado permanecen abiertos y sirven copas hasta esta hora. "Está teniendo éxito, pero sobre la una ya afloja", cuenta Leopoldo.

Angelica, sin embargo, no está de acuerdo. "He tenido que decir lo de: 'No se ponen más cosas", asegura, cargada con cinco botellas de vino. Ella trabaja en la cafetería del mercado de San Miguel. Está cansadísima, dice. Va a las ocho de la mañana a abrir la cafetería y se va a las tantas de la madrugada, cuando los nocturnos por fin se van. "Aquí no se nota la crisis", apostilla un compañero de trabajo.

Gustavo Magliones, de 31 años, está tomándose una coca-cola por 2,40 euros en esa misma cafetería. "He venido a echar un ojo a la iluminación", dice. No porque sea un friky de las lámparas, sino porque él trabaja en ese sector. El mercado le ha gustado, aunque aún le quedan tiendas por ver. "¿A qué se dedica esa librería?", pregunta.

Se refiere a la Laie, una cadena catalana, que ya tiene otra en el CaixaForum. "Éste es un proyecto muy interesante. Es el mejor sitio para tener una librería especializada en gastronomía", explica Alfons Cuenca, el responsable de la tienda. Cuenta que venden desde los clásicos libros de recetas a ejemplares sobre el cine y la gastronomía o novelas negras "que dan mucha importancia a la comida". También tienen una pequeña sección de narrativa.

Isabel, de 52 años, se acaba de comprar un libro, La cocina de ellas, de Teodoro Bardají Mas. Eso y un pedazo de salmón en la pescadería. Considera que el de San Miguel es más caro que un mercado de barrio, pero que "lo vale". "Me han atendido muy bien", alaba.

La frutería, la pescadería, la tienda de frutos secos, la de caza, la de quesos, la de salazones, la panadería... Todas están a rebosar. Aunque algún cliente se queja de los precios: "¿Rape a 24 euros el kilo? Esto es un atraco a mano armada".

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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