La musa 'indie' se liga a Batman
En Hollywood es muy fácil hablar de universos paralelos, el del cine independiente, trasgresor y hecho por cuatro perras, y el de las superproducciones, explosiones y palomitas por partes iguales, con un costo millonario a la espera de hacer saltar la banca de la taquilla. Y ambos universos tienen ahora una misma reina: Maggie Gyllenhaal. Discreta, neoyorquina y con titulación universitaria, esta intérprete hasta ahora conocida por trabajos como los que le consiguieron dos candidaturas al Globo de Oro por SherryBaby o Secretary, ahora protagoniza el estreno más taquillero de la historia del cine, El caballero oscuro. Un filme que llegó a sus manos después de que Katie Holmes lo rechazara. ?Cuantas más pegas puse, más facilidades me daba Chris mientras incorporaba mis ideas al guión para buscar esa nueva mujer en la que me sintiera cómoda?, recuerda una Gyllenhaal encantada de haber sido convencida. El Chris que menciona es Christopher Nolan, el realizador capaz de resucitar con clase la franquicia de Batman y de engatusar a actores serios como la propia Gyllenhaal, Christian Bale, Gary Oldman, Michael Caine, Morgan Freeman o Heath Ledger; un reparto de peso para un filme de superhéroes. Porque, como afirma Gyllenhaal, a lo mejor ya no hay tanta diferencia entre una superproducción y una película independiente. Al menos en lo que se refiere a calidad y dentro de Hollywood. "Ahora aquí no se pueden hacer películas independientes que no sean comedias facilonas o de terror sangriento", se lamenta.
Sabe perfectamente de lo que habla. Su padre, Stephen Gyllenhaal, es director de cine (Loosing Isaiah). Su madre, la guionista Naomi Foner (Un lugar en ninguna parte), y su hermano, Jake Gyllenhaal, el inolvidable amor de Heath Ledger en Brokeback Mountain (En terreno vedado). Aun así, Maggie Gyllenhaal decidió graduarse en la Universidad de Columbia antes de dar rienda suelta a su carrera como actriz. ?Me alegra haber cursado unos estudios, saber que mis ideas merecen la pena, que soy capaz de expresarme con claridad, de pensar, y eso es importante como persona y como actriz?, argumenta haciendo verdad un planteamiento opuesto al de la cara bonita y la carne fresca que por lo normal impera en la industria.
Gyllenhaal es de las que se pierden en cada papel que interpretan. O al menos eso es lo que la crítica piensa de ella. Y tristemente ha visto de cerca a alguien que sí se perdió en el papel que interpretaba y nunca supo encontrar el camino de vuelta: Heath Ledger. Le cuesta hablar del tema, de la muerte de su compañero de rodaje por una sobredosis accidental de barbitúricos dos meses después de concluir el rodaje de El caballero oscuro. "Sólo rodamos juntos una secuencia, pero de inmediato supe que hacía algo inusual y extraño, muy especial incluso para el intérprete con más talento, que es encontrar ese punto en el que se sintió completamente libre, donde nada de lo que haces puede estar equivocado porque eres la persona que interpretas", describe con lentitud. Hacia la mitad del rodaje, Heath ya se había perdido en el Joker. No hay crítica en sus palabras. Es algo que los actores desean y que no es ni bueno ni malo. Además, habla de una intensidad que da miedo, pero con la que disfrutó mucho durante el rodaje porque podías hacerlo todo con Ledger. "Era una escena tensa, horrible, terrorífica, y sin embargo a su lado fue una maravilla. Podías hacer lo que quisieras, que él iba a darte la réplica perfecta. Para ese momento, nada de lo que Heath hiciera estaba equivocado?, añade. Junto a Bale la cosa cambia, porque, sin poner en duda su talento, Gyllenhaal ofrece un atisbo de cansancio tras haber trabajado con uno de los mejores intérpretes de su generación. ?Es alguien muy intenso y frío?, explica escogiendo sus palabras. Alguien que se pasó mucho tiempo solo, añade, y de los que les gustaba pautar toda la escena antes del rodaje, "muy diferente a Aaron [Eckhart], mi otro amante en la película, mucho más suelto y con quien me pasé todo el día bromeando".
Ni el dramatismo del cine independiente ni el peso de las grandes producciones logran minar el sentido del humor de esta actriz que se toma en serio su trabajo, pero también les saca punta a esas situaciones absurdas en las que se ve envuelta por un medio que en ocasiones se cree más importante de lo que es. Como, por ejemplo, las medidas de seguridad que rodearon El caballero oscuro para evitar filtraciones en la Red. Gyllenhaal no se puede quitar esa amplia sonrisa de su rostro mientras rememora el día que recibió el guión para su primera lectura. Estaba en casa de su hermano Jake mientras un "gorila" esperaba a la puerta para llevarse el documento en cuanto finalizara o para evitar que saliera corriendo con esas páginas camino del primer blog de cine que se las comprara. ?Si los aficionados son los primeros que quieren ser sorprendidos en el cine. No es tan difícil guardar un secreto, sólo tienes que darles alguna pista para tenerlos contentos?, añade con una pizca de cursilería de madre en la voz. ?Una nueva mujer. Ésa fue mi condición desde el principio. Para aceptar el papel tenía que sentirme libre. Por mucho que admire a Katie Holmes, no le habría hecho un favor a nadie imitando su trabajo?, resume.
Prometida al también actor Peter Sarsgaard y padres ambos de la pequeña Ramona, este bebé que no llega a los dos años fue otra de las razones que más la hicieron dudar a la hora de aceptar su papel como la novia de Batman. No por ser una madraza, que lo es. A sus 30 años, hasta el tono de voz, antes con una cierta ronquera de fumadora, ahora se le ha hecho más cursi y cantarín. Pero Gyllenhaal cree que pocos trabajos son tan fáciles para una madre como el de ser actriz de cine gracias a "todo ese tiempo libre" que se tiene en un rodaje. Sus dudas estuvieron más relacionadas con el asedio de los paparazzi, ya insufrible antes de El caballero oscuro y que ahora, con el éxito de la cinta, teme que se salga de madre. "Pero no puedo pasarme la vida escondiéndome. Soy una actriz", confirma contundente. Una actriz con el don de la invisibilidad, algo a lo que ayuda una vida discreta.
Sin planes de boda al menos en un futuro cercano, tampoco quiere dejar que su carrera le robe los mejores años con su Ramona, aunque ya ha rodado un nuevo filme, a caballo entre el cine con sesera y el de estudio, dirigido por Sam Mendes y con el título de Farlanders. "Una comedia divertida sobre una madre demasiado hippie. Un trabajo para el que me dio toda la paciencia del mundo el hecho de ser madre", se sonríe de su nuevo estado mental.
Eso no quiere decir que no piense alternar con otro tipo de trabajos. De hecho, El caballero oscuro le proporcionó una forma diferente de estrenarse en la treintena. "Podía escuchar la música cuando estaba al borde de la muerte y Batman llega a mi rescate con su capa. ¡Así es como hay que ganarse a una chica de 30 años!", confiesa todavía embelesada al sentirse en el centro de un cómic que nunca había leído en su vida. "Sólo espero haberle hecho justicia, porque una vez que te metes en el mundo del cómic tengo que reconocer que admiro el sentimiento de justicia, de darlo todo por un mundo mejor, de abogar por un cambio, que existe en sus páginas", asegura una defensora en la vida real del cambio que ofrece el candidato demócrata a la presidencia estadounidense Barack Obama.
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