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La carrera hacia la Casa Blanca

Hillary Clinton y Obama recurren al populismo ante unas primarias clave

Ambos prometen eliminar las rebajas fiscales para pagar los seguros médicos

Antonio Caño

Tras la votación en Wisconsin y cuando la campaña electoral llega a los grandes Estados de Tejas y Ohio, donde se hace más patente la presión de los obreros, las clases medias y las minorías raciales, los dos aspirantes a la candidatura demócrata, Hillary Clinton y Barack Obama, apurados por la intensidad de la campaña, recurren como nunca a un discurso populista del que pueden quedar esclavos para el futuro.

Igual que en Wisconsin -que celebró anoche sus primarias-, en Tejas y Ohio la preocupación dominante es la economía. Los candidatos entienden que el mensaje en estos lugares debe estar ajustado a los problemas de los trabajadores que pierden sus empleos porque sus empresas trasladan sus plantas de producción a Asia, de los hispanos con ínfimos salarios. Es un terreno en el que hay que ganarse el respaldo de los sindicatos y, por tanto, recurrir a los mensajes más a la izquierda del Partido Demócrata.

"Vamos a sacar del bolsillo de los ricos los 55.000 millones de dólares [37.540 millones de euros] que les han metido los republicanos para pagar el seguro médico y las reformas sociales que este país necesita", decía el lunes Clinton. Obama ha denunciado que, mientras los sueldos no han bajado en los últimos años, "los ricos han actuado como bandidos", aumentando sus beneficios y el pago a sus ejecutivos hasta crear el mayor desequilibrio social conocido por EE UU en mucho tiempo.

Clinton se refiere a "los dos petroleros de la Casa Blanca", en obvia alusión a George Bush y Dick Cheney, para advertir que es su intención reducir los beneficios de las empresas energéticas. Obama ha apelado a "los empresarios patriotas" frente aquellos que aprovechan los acuerdos comerciales internacionales para dejar desprotegidos a los trabajadores.

Gruesas palabras de uno y otro que, probablemente, serán rentables para afrontar esta decisiva ronda de elecciones. Pero palabras que se pueden volver en contra de quien finalmente sea candidato cuando tenga que exponerlas frente a su rival republicano. El populismo, en última instancia, puede potenciar ese aroma de improbabilidad que, después de mucho tiempo, parecía estar sacudiéndose el Partido Demócrata.

Los republicanos han gobernado 28 de los últimos 40 años en EE UU. El electorado empezaba a verlos ya como el partido inevitable. Y ellos mismos, como los llamados a gobernar siempre. Unos y otros parecían haber asumido que, después de esta última Administración, la hora de los demócratas había llegado finalmente.

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Nada dice todavía que no pueda ser así. Pero, ciertamente, el largo duelo entre Clinton y Obama, con toda la riqueza e intensidad que aporta al juego político, ha traído consigo también algunas inquietantes amenazas para el futuro electoral de los demócratas.

El populismo es una de ellas, y no la menos peligrosa. Clinton y Obama se han lanzado en los últimos días a una cascada de promesas sobre eliminación de rebajas fiscales para los contribuyentes de más ingresos -como fuente principal del prometido seguro médico universal o casi universal-, limitaciones a los tratados comerciales, reducción de subsidios a las empresas y sanciones a aquellos que exportan mano de obra.

Las dudas sobre la viabilidad de estas propuestas son prácticamente unánimes entre la comunidad de los mejores economistas del país. No son sorprendentes ese tipo de propuestas en una campaña electoral, pero son arriesgadas frente a un contrincante como John McCain, famoso por hablar de frente y no decir lo que el público quiere escuchar.

Hillary Clinton saluda a sus seguidores en un discurso de campaña ayer en Madison, Wisconsin.
Hillary Clinton saluda a sus seguidores en un discurso de campaña ayer en Madison, Wisconsin.EFE

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