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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Salvaje

De las distintas formas de ver La consagración de la primavera, Iván Fischer ha escogido la más salvaje, la que va a la más pura raíz descriptiva, por encima del lujo orquestal y hasta del ballet que es en realidad. En sus manos, la obra de Stravinski es eso que tópicamente se llama una orgía sonora -significativa la huida del modelo Rimski y la cercanía que en algún momento se esbozó con el Bartók de El mandarín maravilloso-, lanzados sus músicos en una carrera en la que pudo perderse precisión pero nunca intensidad.

Se lucieron en ella los mejores solistas de una Orquesta del Festival de Budapest todavía joven, animosa, entregada y de buena calidad. Menos felices estuvieron en la secuencia de valses de El caballero de la rosa, de Richard Strauss, música que pide mucho virtuosismo para entrar en su entraña y que quedó algo superficial. Gidon Kremer, ese violinista que para algunos es una especie de lo tomas o lo dejas, ofreció una versión sosita del Primer concierto de Bartók. Tras un par de propinas de Mascagni y Brahms, el éxito fue rotundo.

Orquesta del Festival de Budapest Iván

Fischer, director. Gidon Kremer, violín. Obras de Strauss, Bartók y Stravinski. Auditorio Nacional. Madrid, 24 de mayo.

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