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Reportaje:

Jesús, según el Papa

Un libro de Benedicto XVI afirma que Jesucristo fue influido por la secta esenia y ejecutado por blasfemo

Enric González

El cristianismo se distingue de cualquier otra gran religión en un elemento esencial: proclama que Dios se hizo hombre en un momento concreto de la historia. La existencia real de Jesús, nacido hacia el final del reinado de Herodes el Grande y crucificado cuando Poncio Pilato era gobernador romano de Judea, es un hecho indiscutible para el creyente. La investigación sobre la figura de Jesús ha conducido, sin embargo, a una creciente divergencia entre el "Jesús histórico" y el "Jesús de la fe".

El teólogo Joseph Ratzinger, actual cabeza de la Iglesia católica como papa Benedicto XVI, ha intentado resolver ese problema "dramático" con una obra titulada Jesús de Nazaret. No aporta grandes novedades y no se adentra en cuestiones "biográficas", pero indica que Juan el Bautista "y quizá Jesús y su familia" estuvieron relacionados con la secta de los esenios. Y asegura que Jesús no fue ejecutado por razones políticas, sino por blasfemia.

Los esenios rechazaban la violencia, compartían sus bienes y creían en el paraíso y en el infierno
Ningún papa había osado involucrarse en el debate sobre el perfil humano de Jesús

Ningún papa había osado hasta ahora involucrarse en el complejo debate sobre el perfil humano de Jesús y las circunstancias concretas de su vida. Ratzinger advierte que lo hace como estudioso, no como pontífice, y se declara dispuesto a asumir críticas y polémicas. Parte de la veracidad completa de los evangelios, incluido el cuarto, el de Juan, que muchos biblistas consideran una tardía elaboración cristológica (Ratzinger lo atribuye al "presbítero Juan", alumno de un apóstol "relacionado con la aristocracia sacerdotal de Jerusalén"), y admite que su interpretación "requiere de la fe", pero "no renuncia en absoluto a la seriedad histórica".

Al situar a Jesús en un contexto esenio, Ratzinger se une a una corriente muy vigorosa desde el descubrimiento, en 1947, de los manuscritos de Qumran. Los esenios, autores de esos manuscritos, eran una secta de origen oscuro, surgida al menos un siglo antes del nacimiento de Jesús. Rechazaban el culto del templo de Jerusalén y, a diferencia de los saduceos y los fariseos, consideraban el celibato una virtud.

"Los manuscritos de Qumran presentan múltiples puntos de contacto con el anuncio cristiano", admite Benedicto XVI. Jesús no fue, según el Papa, un innovador radical desde el punto de vista de la doctrina. Los esenios rechazaban la violencia, compartían sus bienes y creían en la inmortalidad del alma, el juicio final, la resurrección, el paraíso para los justos y el infierno para los pecado-res.

Jesús, sin embargo, no vivió "apartado" de los impuros, como hacían los esenios. El Papa afirma que al designar a sus apóstoles formó un grupo política y religiosamente heterogéneo. Eligió a dos miembros del movimiento zelote (doctrinalmente estricto y partidario de la lucha armada contra los romanos), Simón y Judas Iscariote; un publicano (colaboracionista con los romanos), Levi-Mateo; cuatro pescadores: Simón-Pedro (jefe de una cooperativa), Andrés, Juan y Santiago; y dos hombres de nombre griego y probable cultura helenística, Felipe y Andrés.

Benedicto XVI asegura que el mesianismo de Jesús se distinguió del mesianismo político y antirromano mayoritario en la Palestina del primer siglo. Pone como ejemplo que, en el proceso judicial, Poncio Pilato propuso a una indeterminada multitud que eligiera entre liberar a Jesús o Barrabás, un "combatiente de la resistencia" y "figura mesiánica" acusado de homicidio. Barrabás (Bar-Abbas) significa "Hijo del Padre", lo que acentúa el paralelismo entre los dos "mesías".

¿Por qué fue crucificado Jesús? Los historiadores contemporáneos tienden a considerar que las autoridades romanas, las únicas que podían ejecutar a un reo, le condenaron a muerte por su significación política y su protagonismo en disturbios callejeros (la irrupción violenta en el templo). Benedicto XVI recupera una interpretación más tradicional: fueron los sacerdotes del templo, y en general los judíos, los que exigieron a Poncio Pilato que acabara con Jesús, reo de la blasfemia más grave porque se autoproclamaba Dios.

Muy pocos biblistas consideran que Jesús llegara a proclamarse de naturaleza divina, al menos de forma clara. Ratzinger no es biblista, sino teólogo, y no admite que la identificación entre Jesús y Dios fuera una "deducción" posterior, motivada por la fe en la resurrección del crucificado.

El libro Jesús de Nazaret es sólo una primera parte, publicada, según indica el Papa en el prólogo, "porque no sé cuánto tiempo y cuántas fuerzas me serán aún concedidas".

El papa Benedicto XVI deja el balcón tras un discurso dirigido a las masas en el Vaticano.
El papa Benedicto XVI deja el balcón tras un discurso dirigido a las masas en el Vaticano.REUTERS

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