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Reportaje:

Las Vegas, pop y posmoderna

Simón Marchán recorre la historia de una estética de la simulación

"En Las Vegas el pop luminoso desaparece y los antiguos neones se almacenan como en un gran cementerio. La fase de la simulación posmoderna se termina y aparece una tercera de un neomodernismo high tech". A los 10 años de la publicación en español del influyente Aprendiendo de Las Vegas. El simbolismo olvidado de la forma arquitectónica, de los arquitectos Robert Venturi y Denise Scott Brown, el historiador del arte Simón Marchán (Zamora, 1941) quiso sentir la misma fascinación y se desplazó en automóvil hasta la ciudad del desierto desde Santa Mónica, donde era profesor visitante de la Fundación Getty. Desde 1988, Marchán, catedrático de Estética de la UNED, ha vuelto a Las Vegas en seis ocasiones, la última el año pasado, coincidiendo con el centenario de su formación, y su experiencia se narra ahora en el libro Las Vegas. Resplandor pop y simulaciones posmodernas. 1905-2005 (Akal, www.akal.com), que se presenta el próximo jueves en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Marchán, estudioso de las vanguardias y el arte objetual, se ha dado un "capricho intelectual" para, sin notas a pie de página, dejarse llevar por la "reflexión y apreciación personal más directa", desde el desencadenante producido por los Venturi. El libro, con 277 ilustraciones, contiene además una historia de la ciudad y de su arquitectura, de Ramón Rodríguez Llera, y un apéndice documental con los 32 casinos más destacados entre el centenar de hoteles-casinos, de Rosario Alemán.

En unos años de tendencias rigurosas en la arquitectura, los Venturi se fijaron en el simbolismo de las formas y los edificios como comunicación. Marchán viaja a Las Vegas para conocer una situación real y fusionar la experiencia personal con la reflexión teórica, "el contraste entre la fascinación de una naturaleza vacía y el artificio de una ciudad que surge de la electricidad". El libro se detiene en el oasis del desierto de Mojave, los anuncios luminosos, la selva de signos del modernismo del neón convertida en "barroco electrónico", la evolución de los casinos y el juego, los temas geográficos e históricos de la arquitectura y la estética de la simulación.

"En la primera fase de la lógica pop hay una explosión y una implosión de los signos visuales, que tiene su raíz en la necesidad del reclamo desde el automóvil y la formación de una tipología del strip, una larga carretera convertida en signos visuales a través de los neones, que adelanta una cultura pop espontánea, antes del pop y sin voluntad artística. Es un pop vulgar, banal, de la cotidianidad", declara Simón Marchán. Añade que en los años noventa se establece la lógica posmoderna, que "continúa la explosión de los signos pero con los materiales de la historia, a través de la propia arquitectura de las simulaciones de ciudades (Nueva York, París, Venecia, Montecarlo), condensaciones de la geografía y la historia".

En el cambio de signos y de escala encuentra Simón Marchán una nueva lógica que corresponde a la actualidad, la "neomodernidad del high tech" de los rascacielos y los letreros luminosos convertidos en gigantescas pantallas electrónicas de los reclamos de los megacasinos, que reproducen el prestigio histórico de las ciudades de guías de turismo. También cambia la función de la ciudad, que pasa del reino del juego y los reductos kitsch de las capillas para bodas al imperio del espectáculo y el consumo familiar. Esta ciudad, que tiene dos millones de habitantes, fue visitada en 2005, el año de su centenario, por 40 millones de personas.

El cambio es permanente en Las Vegas, asegura Simón Marchán, que ha comprobado en su última estancia la política de voladura controlada de numerosos hoteles-casinos para convertirse en rascacielos y megacasinos para ofrecer "Las Vegas total".

"Lo permanente no es un valor, y eso se puede aplicar a las ciudades norteamericanas, con un sentido de la historia y de la conservación muy distinto al nuestro. Ahora mismo hay dos proyectos gigantes de complejos residenciales, en lugar de los casinos, al estilo de Manhattan. Es una ciudad para la experimentación de la arquitectura, donde no hay profesionales muy conocidos, pero creo que en el futuro irán los arquitectos de culto, aunque la creación del Museo Guggenheim Las Vegas por Rem Koolhaas fue un fracaso completo. La arquitectura del espectáculo se extiende y el modelo ya no es Disney, sino Las Vegas".

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