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Reportaje:ESTILO DE VIDA

Un objetivo para dos

Hay parejas profesionales y sentimentales que se reparten la autoría de algunas de las mejores fotografías de moda. Un repaso a los dúos que triunfan hoy y a los que lo hicieron en el pasado con una fórmula tan curiosa como efectiva

La fotografía de moda ha sido un terreno fértil para parejas creativas. No en vano entre los fotógrafos más solicitados hoy existen dos parejas, sentimentales y profesionales, que se han hecho un confortable hueco realizando campañas de prestigio y trabajando en las revistas líderes del sector. Son los holandeses Inez van Lamsweerde y Vinoodh Matadin, y el turco Mert Alas y el galés Marcus Piggott. Pero no son los únicos; los españoles Bela Adler y Salvador Fresneda, y los argentinos Sofía Sánchez y Mauro Mongiello o Luciana Val y Franco Musso son claros ejemplos de que cuatro ojos ven más que dos. Algo que ya descubrieron en Nueva York en los cincuenta y sesenta matrimonios emblemáticos como Diane y Allan Arbus, Lilliam Bassman y Paul Himmel, Leslie y Frances Gill o Paul y Karen Radkai. La razón de estas asociaciones, pasadas y presentes, se encuentra muchas veces más allá del amor.

Cuatro ojos. Como apunta el prestigioso fotógrafo de moda Juan Gatti, "hoy el fenómeno pareja está asociado al proceso digital, porque no puedes estar pendiente del objeto y del monitor simultáneamente. Por eso hay una división del trabajo: mientras uno dispara y tiene contacto con la modelo, el otro se ocupa del monitor". En el caso de Inez y Vinoodh, y Sofía y Mauro -que firman las últimas campañas de Loewe y colaboran con The New York Times y Numéro-, son ellas las que disparan, y ellos, los que manejan los elementos técnicos, como la luz. Del tándem de Inez, de 43 años, y Vinoodh, de 45, es notorio que ella es casi siempre el motor creativo por su formación artística y su obra personal que aborda la identidad, la belleza o la repulsión y que vende (con precios de hasta 60.000 dólares) en galerías como White Cube o Mathew Marks y expone en la Bienal de Venecia (1995) o en colectivas como Somatogenics comisariada por Cindy Sherman. Como afirmaba en la revista Art News, "mucha gente cree que nos preocupamos por el glamour, es un mundo vacío. Nos interesa celebrar y subvertir al mismo tiempo, tanto en la moda como en el arte". Vinoodh añadía: "En la moda no entendían cómo trabajábamos juntos. Es genial compartir nuestra inspiración y sentido del trabajo en equipo. Inez firma sola lo artístico porque es su fuerza la que está detrás y es bueno mantenerlo ligeramente separado. Es como tocar en una banda, a veces ella hace algún solo". Él estudió moda, fue modelo y comenzó a hacer estilismos para Inez. Se hicieron socios en 1991 y se mudaron a Nueva York, donde se casaron. Han realizado campañas para Balenciaga, Gucci, Helmut Lang, Narciso Rodríguez, Louis Vuitton, Yohji Yamamoto o Vivienne Westwood y trabajan con las mejores publicaciones, de W a The New York Times, pasando por Vogue Paris. Para Josu Aboitiz, director de relaciones públicas internacionales de Loewe y una persona que ha colaborado con ellos, lo que les hace estar tan solicitados es "su contemporaneidad, buen gusto, naturalidad y elegancia. Su book es increíble y pueden representar cualquier tipo de mujer".

Reparto de tareas. El otro dúo de moda son Mert Alas, de 33 años, y Marcus Piggott, de 34. Se conocieron en Londres hace ocho años y fotografían juntos desde 1999. Colaboran de forma habitual con las mejores revistas y con firmas de lujo como Louis Vuitton, Lancôme, Missoni, Giorgio Armani, Fendi, Miu Miu, Gucci, YSL o Givenchy. Amantes de España -tienen casa en Ibiza-, son un tándem compensado que, como afirma Gatti, "hacen un trabajo muy interesante con un dominio técnico excepcional. Sus fotografías muchas veces son un revival". La próxima temporada, como las anteriores, muchas de las campañas que invadirán las páginas del papel cuché son suyas. Tal como publicó The New Yorker, su gran virtud es que sacan a todo el mundo estupendo.

También la complementariedad es indudable en los españoles Bela Adler y Salvador Fresneda, que han colaborado con Camper, Levi's, Burberry, Nike, Loewe, BMV o Vanity Fair. "Trabajar juntos ayuda en situaciones determinadas de tensión, de duda, a las que todos tenemos derecho, pero que en algunos casos impacientan al cliente", comenta Bela tras 15 años de experiencia. Los argentinos Luciana y Franco, que publican en Numéro, Vogue Rusia o EPS, también son ejemplo de simbiosis creativa. "Quizá Luciana profundiza más el desarrollo conceptual, pero hablar con uno es hablar con los dos y lo hacen todo juntos", comenta el estilista Sebastián Kauffman de la pareja que forman el que fuera un mítico modelo de los noventa y su compañera desde el colegio. Pero para parejas compenetradas y apasionadas, la que formaron Helmut Newton y su mujer, June, que después de probar como actriz y pintora saltó a la fotografía por casualidad, sustituyendo a su marido enfermo en la sesión de fotos de la campaña de Gitanes de 1970. Más tarde le ayudó en algunos de sus trabajos y firmó como Alice Springs en publicaciones francesas, concentrándose en los retratos por consejo de Newton. Un hombre al que siguió por todo el mundo hasta su muerte y cuya fundación dirige hoy.

Los pioneros. Aunque los honorarios de dúos como Van Lamsweerde y Matadin, y Alas y Piggott oscilan entre los 35.000 y 45.000 dólares por día, a finales de los cuarenta y en las décadas de los cincuenta y sesenta también trabajaban otras parejas que, cobrando infinitamente menos, revolucionaron la fotografía de moda y exploraron caminos por los que luego pisaron generaciones posteriores. Diane y Allan Arbus, y Lilliam Bassman y Paul Himmel fueron significativos. Respecto de los primeros, cuenta Patricia Bosworth en su reciente biografía sobre Diane Arbus (Lumen): "Ninguna pareja de fotógrafos trabajaban como lo hacían ellos, con tanta ternura, intimidad y colaboración total". Desde 1947 publicaron en Glamour, Seventeen, Esquire o Vogue e hicieron anuncios para agencias de publicidad con Young and Rubicam y J. Walter Thompson. Como apunta Horacio Fernández, historiador de fotografía, "en los cincuenta, los fotógrafos subsistían de las revistas y agencias, era la época de auge de las grandes revistas ilustradas. Sin la televisión aún, el hecho de que existieran muchas parejas se debe a las posibilidades comerciales y a la diversificación de los temas, ya que en los cuarenta eran generalmente de guerra".

Renegar de la moda. Lilliam Bassman y su marido, Paul Himmel, formaron un dúo artístico emblemático. Asistieron a las clases que impartía el mítico director de arte de Harper's Bazaar, Alexey Brodovitch, y Lilliam fue su primera asistente remunerada. Luego pasó a Junior Bazaar, donde hizo encargos a Leslie y Frances Gill, matrimonio profesional que desapareció al fallecer el primero en 1958. Paul y Lilliam hicieron campañas para Chanel y Balenciaga y publicaron para Harper's Bazaar desde los años cuarenta hasta los sesenta y fueron de los pocos que también lo hicieron en Vogue burlando la rivalidad existente entre ambas cabeceras. Curiosamente, éstos y los Arbus cerraron sus estudios en 1969, agotados y decepcionados de la moda. Diane comenzó a hacer los retratos por los que pasaría a la posteridad, separándose de su marido, que se dedicó a la interpretación. Mientras, Paul Himmel (de quien Brodovitch dijo que, de todos sus protegidos, era el que mejor supo captar el movimiento) se hizo psicoanalista y siguió casado con Lilliam Bassman. Ella quemó todos sus negativos de moda, en algunos de los cuales captó los mejores años de la alta costura y en los que siempre innovó manipulando las imágenes pictóricamente hasta conseguir un resultado elegante, misterioso y sensual del que renegó para realizar imágenes más personales y abstractas. Años más tarde apareció casualmente una bolsa con negativos suyos y realizó una campaña para Neiman Marcus. Si la fotografía de moda es exigente, competitiva y en ocasiones creativa, el peso de ésta se distribuye mejor entre dos.

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