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Jorge Semprún define el 'Guernica' como "metáfora universal del dolor y de la lucha"

El escritor asegura que Picasso fue el centro de todas las crisis del arte del siglo XX

El escritor Jorge Semprún (Madrid, 1923) ha cumplido su sueño al ver en el Prado y en el Reina Sofía el encuentro y el diálogo entre Picasso y Goya. En otras dos ocasiones, siendo ministro de Cultura y en los preparativos de un viaje de Chirac, intentó que el Guernica se colocara frente a las pinturas negras goyescas. Ahora ha podido ver en los dos museos la exposición Picasso. Tradición y vanguardia, con cuadros de Picasso frente a otras obras de maestros antiguos y modernos. "El Guernica está y seguirá estando por los siglos en el centro de la discusión de lo que es el arte y la pintura", afirmó ayer. "Es el testimonio de un hecho concreto, pero también una metáfora universal del dolor y de la lucha, una metáfora universal de la muerte y de la resurrección popular". Semprún ha visto ese cara a cara entre Goya y Picasso, con el Guernica y Los fusilamientos del 3 de mayo, junto a Masacre en Corea y la Ejecución de Maximiliano de Manet. "Cumplir ese viejo sueño es una de las emociones más fuertes de mi vida".

Jorge Semprún clausuró con la conferencia Sueño y verdad de Pablo Picasso el curso Picasso: ida y vuelta, dirigido por Francisco Calvo Serraller, que con motivo de la exposición sobre el pintor han organizado la Fundación Amigos del Museo del Prado y la Real Asociación Amigos del Museo Nacional Reina Sofía, dentro de los cursos de verano de la Universidad Complutense. Historiadores, conservadores y escritores han analizado la figura del pintor malagueño en sus relaciones con los maestros antiguos, como El Greco, y en la perspectiva histórica del Guernica, al cumplirse los 25 años de su instalación en España.

Deseo de Picasso

Semprún vivió su infancia a 200 metros del Prado y siendo ministro de Cultura del Gobierno de Felipe González, entre 1988 y 1991, tuvo la idea de organizar algún testimonio del paso del Guernica por el Prado. Quería comprobar, según desarrolló ayer en su conferencia, si tenía razón André Malraux al señalar que después de las pinturas negras de Goya empezaba "la pintura moderna". También pesaba el deseo del propio pintor, en conversación con el escritor, que quería ver el Guernica, "cuando se terminara la dictadura", en el Prado para que se viera "de dónde vengo, de dónde se nutre mi pintura". Así aparece en las dos exposiciones, "de una forma explícita, en el caso de Las meninas, y en otras más sutiles y complejas".

En dos ocasiones se vieron Semprún y Picasso, en los años 1946-1947 en París, cuando el escritor era "un joven exiliado semipoeta", en casa de Jesús Oteiza, donde ilustró una tauromaquia que había llevado José Bergamín, y en otra segunda etapa, "más política", en su finca de Cannes, donde vio trabajar al pintor. "Es impresionante ver cómo surge y se transforma ese proceso mental de la pintura en la tela".

El Guernica se puede ver, como explicó Semprún, como testimonio de un hecho concreto, el bombardeo de la ciudad por la Legión Cóndor, pero también como "la encrucijada en la historia de la pintura del siglo XX". Aportó el testimonio del historiador británico sir Anthony Blunt, director de las colecciones reales y agente soviético, para quien Picasso "pertenecía al pasado", una crítica que identifica con la ideología del marxismo ortodoxo sobre la pintura y el arte, en una época, finales de los años treinta, donde dominaba la teoría del realismo socialista, "con un desprecio y una crítica feroz de todo el arte abstracto, degenerado para los nazis y el arte de la descomposición imperialista según los soviéticos, que marca a una parte de la izquierda europea en su rechazo a la pintura de Picasso".

En estas condiciones se expuso el Guernica en el pabellón de la República española en la Exposición Universal de París de 1937, "en el apogeo de los totalitarismos nazi y estalinista en Europa y en un momento crucial y negativo de la Guerra Civil española". En el pabellón "modesto y moderno" de la República se exponía el arte de vanguardia de Picasso, Miró, Calder, Alberto Sánchez.

Para Semprún, el Guernica y Picasso entran de lleno y se sitúan en el centro "de todas las crisis del arte del siglo XX".

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