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Crítica:CANCIÓN | Raimon
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Swing' mediterráneo

Con la voz mejor encajada que hace cuatro décadas, con una tímbrica que ha ganado en matices y una dicción más clara, Raimon ofreció un soberbio recital en Madrid equilibrando su repertorio más panfletario de antaño con el más poético y sutil reciente. En los sesenta y setenta, acudir a un encuentro con el cantautor de Xátiva podría acarrear un final precipitado e inesperado corriendo delante de los grises (la policía armada de la dictadura), pero ahora es un viaje por la mansedumbre del Mediterráneo más calmado, y el sosiego de un cuarteto musical y melodioso que encuentra en el clarinete momentos estelares de dulzura, y en el contrabajo, la atmósfera misteriosa precisa. Las guitarras ponen la chispa cruzándose entre ellas.

Raimon

Raimon (voz y guitarra); Miquel Blasco y Víctor Valls (guitarras), Francesc Puig (clarinetes) y Pep Coca (contrabajo). Teatro Albéniz. Madrid, 4 de junio.

Mecido por la música, Raimon, antaño tan serio y rigorista, se atreve incluso a echar un baile al final de Soliloqui solipsista, una canción que, junto a la de amor Parlant-me de tu acaso inventa el swing mediterráneo como género nuevo. Hay cancioneta italiana de fondo, canción francesa, música antigua y visión contemporánea en las nuevas partituras.

Con ese apoyo musical inmedible, Raimon se divierte explicando cada una de las canciones que interpreta. El público de Madrid lo agradece, aunque hay mucho catalanohablante en la sala. El esfuerzo de Raimon por hacerse entender tiene recompensa en las risas que suscitan algunas explicaciones. "Vengo a hacer las canciones que dan sentido a mi vida", dice al comenzar; "muchas están escritas en la dictadura, pero todas son de amor y de lucha".

Aunque ha pasado del grito a la modulación, Raimon vuelve a ser el rebelde que fue cuando, guitarra machacona y monocorde en mano sin apenas cambiar de nota, se recrea en La nit, Cuan jo vaig nâixer, Diguem no y, sobre todo, con el célebre Al vent, que ofreció ya fuera de programa con el Albéniz entregado a lo que fue el cantautor y a lo que es ahora: un hombre de su tiempo al que no le duele la nostalgia.

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