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Reportaje:

Hospital Doñana

Los investigadores intensifican los análisis de aves en las marismas del Guadalquivir y el Odiel para rastrear la gripe aviar

Alejandro Bolaños

Los zampullines son presa fácil para los experimentados técnicos de la Estación Biológica de Doñana. Fantásticos buceadores, frecuentan aguas poco profundas y cuando sienten una amenazan no salen volando: se zambullen. "Se sumergen en cuanto nos ven. Los vamos cercando y luego los atrapamos con redes", explica Juan José Chans, que dirige al equipo investigador que trabaja en la Reserva Biológica del parque nacional de Doñana (Huelva). "Se capturan para anillarlos y medirlos", añade. Pero este otoño el susto dura algo más para algunos ejemplares, que pasan la revisión completa: les toman muestras de saliva, heces y sangre. Y las envían para su análisis al laboratorio de Algete (Madrid), el centro nacional de referencia para la gripe aviar.

El Gobierno definió esta semana 18 zonas de riesgo por la gripe aviar en el litoral mediterráneo (6) y andaluz (12), que tienen una densidad media de aves superior a los 6.000 ejemplares. Además Doñana, como ocurre en las marismas del Odiel (Huelva), de la bahía de Cádiz o en los arrozales de Sevilla (las áreas andaluzas de riesgo), empieza a acoger estas semanas a miles de aves migratorias del norte de Europa, que descansan antes de seguir camino a África o pasan los meses más fríos en estos humedales: en invierno, se concentran más de un millón de aves en las marismas del Guadalquivir.

Las muestras que toman estos días los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) garantizan un control exhaustivo de los humedales sevillanos y onubenses, una de las zonas más pobladas de aves en Europa durante el invierno. Además, la Junta de Andalucía ha programado visitas a 200 granjas y analizará al menos medio millar de aves silvestres en sus centros de recuperación de fauna.

Los científicos no están muy conformes con que la lupa se haya puesto sobre las aves migratorias. "Es un problema que se ha producido en granjas, muy distintas a las de aquí y en las que el contagio a humanos [la variedad más peligrosa ha matado a 60 personas en Asia] se ha dado en unas condiciones muy específicas que tampoco existen en Europa", afirma Jordi Figuerola, investigador de la Estación Biológica. Figuerola participa en un proyecto de investigación que ya estaba en marcha, dirigido por Ramón Soriguer, para analizar la dispersión de virus en los humedales. Una experiencia que ha aprovechado el CSIC para rastrear la posible presencia de gripe aviar en las marismas de Doñana y del Odiel. "Los análisis de sangre sirven para comprobar si el animal ha desarrollado anticuerpos, es decir, si ha estado expuesto al virus", explica Figuerola. Las muestras de saliva y heces son las que delatan si el ave está en esos momentos infectada. "No se ha detectado ningún caso", subraya el investigador.

El interés en prevenir la gripe aviar ha redimensionado un proyecto en el que trabajan cinco personas y colaboran otras diez. Se prevé pasar consulta a entre 50 y 100 aves a la semana. Estos días se muestrean patos, gansos y fochas, que requieren trampas más sofisticadas que los subacuáticos zampullines, y habrá también análisis de paseriformes (petirrojos, papamoscas) que pese a su pequeño cuerpo pueden recorrer grandes distancias en busca de tierras más cálidas".

Un investigador extrae sangre de un ave.
Un investigador extrae sangre de un ave.ESTACIÓN BIOLÓGICA DE DOÑANA (CSIC)

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