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La Iniciativa Clinton

Entre el 15 y el 17 de septiembre tendrá lugar en Nueva York una reunión sin precedentes: la Iniciativa Global Clinton. Convocada por el ex presidente de los EE UU, la conferencia parte de una reiterada convicción de Bill Clinton. El mundo encara serios problemas. Los problemas pueden resolverse. Pero no los vamos a resolver si no lo hacemos todos juntos.

¿Todos? Un mundo interdependiente nos propone una comunidad mundial de valores y beneficios compartidos. Clinton piensa que hasta los enemigos pueden estar de acuerdo para resolver los problemas más graves. Esto requiere una labor política y diplomática que persuada, disuada y asocie a un número cada vez mayor de estados, sociedades e individuos. "No podemos matar a todos nuestros enemigos", ha declarado Clinton, y aunque la tarea de vivir juntos, escogiendo la cooperación sobre el conflicto, es accidentada y a largo plazo, hay que iniciarla desde ahora, con pasos concretos, en vez de precipitar falsas soluciones de fuerza que sólo agravan lo que pretenden remediar.

Consciente de lo anterior, Clinton ha propuesto cuatro grandes temas para la conferencia de septiembre. Clima: Vivimos, con perniciosas consecuencias, un desequilibrio entre la vieja y la nueva energía. La vieja energía causa polución, deterioro ambiental y cambios climáticos peligrosos. Pero sus empresas están muy organizadas, son muy ricas y poseen gran influencia política. La nueva energía tiene un enorme potencial de crecimiento y renovación, de desarrollo y aprovechamiento de los nuevos recursos tecnológicos que contribuyen a salvar la vida en el planeta. Pero las tecnologías de la nueva energía carecen tanto de capital como de influencia política. ¿Puede invertirse esta relación en provecho de todos?

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Otro tema propuesto por la Iniciativa se refiere a la lucha contra la pobreza. Clinton sostiene que la pobreza extrema puede ser erradicada. La pobreza "intensifica el dolor y la enajenación" de quienes se sienten apartados de las ventajas de la interdependencia global. Bastaría, para combatirla, una contribución del 0,5% al 1% del producto interno bruto de los países ricos. Ello significaría el fin de la pobreza en el mundo en un par de décadas.

Clinton no obvia el gran problema al que se enfrenta el combate contra la pobreza. Los fondos para la cooperación pueden contribuir tan sólo a la riqueza de los gobernantes locales que los reciben. Esto ha sucedido y sucede todo el tiempo. En buena parte, la pobreza endémica de África y la América Latina se debe a la corrupción escandalosa de algunos gobernantes. Se debe también, hay que reconocerlo, a los pactos silenciosos de amiguismo entre gobiernos y corporaciones foráneas con gobiernos nacionales corruptos. Aquéllos reciben privilegios; éstos, mordidas. Ambos practican un bandidaje mal disimulado.

En la conferencia de Nueva York participará el financiero húngaro-americano George Soros. Propondrá, seguramente, una solución al dilema de la cooperación internacional que consiste en crear "consejos meritorios" de intermediación y vigilancia entre gobiernos donantes y países recipientes. Integrados por "ciudadanos por encima de toda sospecha", según rezaba el título de la película italiana de Elio Pietri, los integrantes de los consejos, a semejanza de los missi dominici de Carlomagno o los visitadores del régimen virreinal español, vigilarían la honrada administración de los fondos y denunciarían los desvíos de los mismos. Soros basa su propuesta en dos pilares. Internamente, la extensión de la democracia política a la justicia económica, idea particularmente válida para la Iberoamérica actual. E internacionalmente, merced al multilateralismo, la cooperación internacional y los arreglos de seguridad colectiva.

Estas ideas son vecinas al tema de la gobernanza en la Iniciativa Clinton. El ex presidente se muestra optimista -demasiado optimista, pensarán algunos- respecto a la capacidad de la sociedad civil para resolver los problemas que los gobiernos aplazan o tergiversan. La relación entre sociedad y gobierno, de todos modos, vuelve a abrirse como un abanico hacia lo potencial e inexplorado. Fracasados tanto los modelos de Estado sin mercado como los de mercado sin Estado, el objetivo sería proponer lo que Felipe González llama "el nuevo paradigma". Por eso también la Iniciativa Clinton es oportuna. La gobernanza del futuro habrá de evitar el gran mal del pasado inmediato, que consistió en convertir a la ideología en vicio y unir a los santos y a los criminales en las mismas cruzadas ideológicas.

Paso al cuarto apartado de la reunión de Nueva York. En vez de hablar de terrorismo, acusación que podría extenderse a Estados, gobiernos, facciones políticas y minorías religiosas, Clinton ha propuesto el tema de "conflicto religioso". Chocante a primera vista, el enunciado, como lo explica Clinton, cobra un sentido que no deja fuera a nadie que diga actuar políticamente en nombre de Dios.

Hay al respecto dos posibilidades, explica Clinton. "Demostrar que la política no tiene nada que ver con Dios, que la política es humana, imperfecta y perfectible", lo cual es difícil en buen número de sociedades. En cambio, añade, lo que se puede combatir es la legitimidad de la ideología que "se apoya falsamente en la religión para crear y alimentar los conflictos".

La novedad de la Iniciativa Clinton es que, al término de la conferencia, quienes han participado en ella se comprometen a actuar. No sólo a defender o promover ideas, sino a actuar prácticamente, en los terrenos escogidos, para implementarlas. Por eso Clinton subraya que ésta será "sólo la primera reunión". O, como decían los estudiantes rebeldes del 68, "no es sino el principio".

Carlos Fuentes es escritor mexicano.

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