Los últimos soldados del emperador

Dos octogenarios hallados en la selva filipina de Mindanao afirman ser ex soldados japoneses de la II Guerra Mundial y tener documentos y objetos que prueban que estaban al servicio del antiguo Ejército imperial hace 60 años, los transcurridos desde que EE UU venció a Japón, que ocupaba el país, y en los que se cree que habrían permanecido ocultos.

Podría tratarse de Yoshio Yamakawa, de 87 años y empadronado en la provincia de Osaka, y de Tsuzuki Nakauchi, de 85 años y originario de Kochi, que sirvieron en la 30ª División del Ejército imperial y que habían sido declarados muertos. El Gobierno no ha podido confirmar aún su identidad. Para el jefe de supervivientes de esa división, Goichi Ichikawa, de 89 años, quien ha trabajado por el regreso de ex soldados del imperio nipón, es "una satisfacción saber que han podido sobrevivir". Dado que el 80% de los miembros del grupo nunca fueron encontrados, se espera que los dos supuestos veteranos de guerra no sean los únicos que vivían en Filipinas.

"Si es verdad, es increíble", declaró el primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, que expresó su interés en saber cómo habían vivido y en repatriarles, si eso era lo que ellos querían.

Responsables del Ministerio de Sanidad dijeron que desde el pasado octubre habían recibido informaciones que apuntaban al hallazgo de cuatro ex soldados nipones, por lo que creen que los dos hombres encontrados por un leñador filipino son parte de ese grupo. Cuatro funcionarios de la Embajada japonesa en Manila se desplazaron ayer a la ciudad de General Santos en la isla de Mindanao para intentar contactar con los ancianos. Según algunas fuentes, éstos, que habrían perdido el contacto con sus compañeros durante la campaña, temían ser juzgados en Japón por una corte marcial y ser ejecutados.

La última vez que se produjo un hallazgo semejante ocurrió en los años setenta. En 1972, el sargento Shoichi Yokoi fue encontrado en las selvas de la isla de Guam, donde vivió 28 años. Regresó a Japón y murió en 1997. El teniente Hiroo Onoda, que ahora cuenta 83 años, fue hallado en 1974 -armado con un rifle, una espada y granadas de mano- escondido en la selva de la isla filipina de Lubang. Onoda se negó a rendirse hasta que el Gobierno japonés le aseguró que la guerra había terminado.