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"La batalla de Kursk fue más decisiva que la de Stalingrado", afirma Richard Overy

El historiador británico analiza la II Guerra Mundial en 'Por qué ganaron los aliados'

Jacinto Antón

La victoria soviética de julio de 1943 en Kursk, la más espectacular y brutal batalla de tanques de la II Guerra Mundial, fue la más importante y decisiva de la contienda, más incluso que la de Stalingrado. Ésta es la opinión del prestigioso historiador británico Richard Overy, de visita en Barcelona, que compara Kursk con otras grandes batallas como Sedán, Borodino o Waterloo. Para Overy, autor de Por qué ganaron los aliados (Tusquets), el triunfo aliado sobre el Eje no era en absoluto algo seguro, y no dependió sólo de los recursos, sino de algo tan intangible como la moral.

"En Kursk, el Ejército soviético mostró por primera vez una organización superior al alemán en el campo de batalla en verano, tomó la iniciativa y ya no volvió a abandonarla; Kursk desequilibró de manera irreversible el frente alemán", explica Overy. El historiador hace en su libro una descripción sobrecogedora de ese choque frontal de inmensas fuerzas acorazadas cuyo fragor encontró el inesperado eco de una formidable tormenta eléctrica.

En el escenario del Pacífico, la batalla decisiva fue Midway, que Overy compara con Trafalgar y de la que subraya que los Estados Unidos la ganaron sólo porque "10 únicas bombas" acertaron en el blanco, hundiendo a toda la flota de portaaviones japonesa.

De igual manera que afirma que Stalingrado "no fue una victoria decisiva por sí sola", Overy (1946), con un aire desconcertante a Richard Harris, desmonta muchas de las opiniones generalizadas sobre la II Guerra Mundial, como la de que los aliados estaban predestinados a vencer por la inmensa suma de sus recursos (por cada soldado estadounidense en el Pacífico, por ejemplo, había cuatro toneladas de pertrechos, y por cada japonés, 900 gramos). Para Overy, la simple superioridad material, aunque sea abrumadora, no es suficiente para ganar una guerra como lo prueban, dice, los casos de Argelia y Vietnam. De hecho, "el resultado de la II Guerra Mundial, durante seis meses de 1942, pendió de un hilo". Según el estudioso, "la fuerza moral de los aliados, su capacidad de movilizar las energías de la gente, la voluntad de seguir combatiendo fue lo que les posibilitó luchar mejor y, finalmente, vencer".

Overy observa similitudes precisamente entre la guerra de Vietnam y la invasión alemana de Rusia. "Hubo una intensa actividad de partisanos, y por parte de la Alemania hitleriana fue un conflicto con aspectos de guerra imperialista y colonial".

El historiador británico sostiene que la campaña de bombardeos contra Alemania, que tanta polémica está desatando en la actualidad, jugó un papel muy importante en la victoria aliada. "Objetivamente, y prescindiendo de los aspectos morales, el bombardeo limitó mucho el esfuerzo de guerra alemán". Overy afirma que no está contestando a Jörg Friedrich, el autor de El incendio (Taurus), sino a los que dicen que los bombardeos no fueron efectivos. "Bombardear las ciudades no estuvo bien, fue cruel, pero eso no quiere decir que no fuera eficaz: lo fue. Hizo que los alemanes, para defender el Reich, retiraran fuerzas aéreas que hubieran sido fundamentales en el frente ruso y en el desembarco de Normandía".

Autor de una biografía de Goering (1987), Overy no cree que, como ha propuesto en un ejercicio de what if un libro reciente -Luftwaffe victorious, de Mike Spike-, la muerte del jefe de la aviación nazi al inicio de la guerra hubiera cambiado el curso de la misma. "El problema era Hitler y sus interferencias, prefirió los cohetes a los bombarderos de largo alcance", señala. "Y se empeñó en modificar los reactores, los Me-262". En general, dice, "los alemanes fueron mucho menos flexibles en la producción de armamento que los aliados; se inclinaron por fabricar armas de gran calidad y muy variadas, pero de difícil producción en serie. Eran demasiado perfeccionistas. Crearon, por ejemplo, excelentes tanques como el Tiger o el Panther, pero nada tan versátil como el T-34".

Autor también de un revelador libro sobre los interrogatorios previos al juicio de Núremberg (Tusquets), Overy señala el miedo que los aliados tenían a que Hitler se hubiera sentado en el banquillo. "Fue un alivio, sobre todo para Churchill y EE UU, saber que había muerto porque les horrorizaba la capacidad oratoria de Hitler y lo que podría haber dicho del concepto de guerra de agresión con respecto a la URSS y Polonia". En todo caso, Hitler "hubiera sido colgado" en Núremberg.

El historiador Richard Overy, retratado en Barcelona.
El historiador Richard Overy, retratado en Barcelona.MARCEL·LÍ SÁENZ
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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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