Un plan de lucha contra la obesidad
Sanidad logra el acuerdo de la industria para reducir la grasa, la sal y el azúcar de los alimentos
Menos sal en los alimentos, empezando por el pan; un cambio en las grasas que se utilizan en la industria alimentaria y una reducción del contenido de azúcares. Cambio del enfoque de la publicidad y más información sobre el contenido nutricional de los alimentos, que deberá estar más claro en las etiquetas e incluso en las cartas de los restaurantes. Con estas medidas, entre otras, el Ministerio de Sanidad quiere frenar el avance de la obesidad y el sobrepeso en España, "una epidemia", según la ministra Elena Salgado, que afecta ya a más del 50% de la población: el 14,5% de los adultos españoles que es obeso, y el 38,5% que padece sobrepeso.
En niños de 6 a 12 años la obesidad ha pasado del 5% al 16,1% en diez años. Y su extensión se ve agravada por la falta de actividad física, que va en aumento (ya son más del 38% los jóvenes que afirman que no hacen ningún ejercicio). Los problemas de salud derivados del sobrepeso cuestan 2.500 millones de euros (el 7% del gasto sanitario).
El proyecto, llamado estrategia Naos (Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad), es fruto del trabajo de 80 sociedades, asociaciones, patronales, comunidades autónomas y expertos. La mayor parte de sus contenidos se basan en medidas voluntarias, que se centran en la industria alimentaria. La primera, reducir el contenido de sodio hasta un 10% en los próximos años. Este elemento llega a los alimentos en forma de sal, por lo que será su reducción lo que se medirá. Por ejemplo, su contenido en el pan bajará del 2,2% de media al 1,8% en cuatro años, "lo que hará del pan español uno de los menos salados de Europa", explicó la ministra.
Aceite de oliva
También se reducirá la cantidad de azúcar y grasas, dando preferencia entre estas últimas a las insaturadas (las de pescados y aceites de oliva o soja). Parte importante de este enfoque es un cambio en la publicidad, que deberá orientarse a destacar los aspectos saludables de los alimentos. El etiquetado deberá dar más información nutricional.
Este esfuerzo clarificador se extiende incluso a los restaurantes, que además de informar a los clientes sobre los valores nutricionales de sus menús, cuidarán que en ellos haya una presencia mayor de verduras y frutas. También sustituirán progresivamente las grasas animales (sebo, mantequilla) por las vegetales.
La estrategia alcanza a todos las partes que intervienen en la distribución. Los fabricantes y reponedores de máquinas de dispensación de alimentos y bebidas se comprometen a eliminar la publicidad que incite al consumo de los productos con más grasa o azúcar, y se comprometen a buscar alternativas más sanas (bebidas sin azúcar añadido, zumos de frutas, bollería y aperitivos sin grasas animales o, directamente, incluir piezas de fruta en su oferta, por ejemplo).
Por su parte las tiendas y supermercados tendrán presente la estrategia a la hora de recomendar productos, y se comprometen a difundirla en sus puntos de venta y a que los productos con su marca se ajusten lo más posible a estas medidas.
En principio, será la industria la que buscará y definirá los mecanismos para lograr estos objetivos. El Gobierno actuará sólo si no lo hacen. Tampoco se prevén impuestos especiales sobre la llamada comida basura como en otros países, "porque no existen alimentos malos, sino dietas desequilibradas", según la ministra.
Pero la gordura no es sólo un problema de ingesta. También hay un déficit de gasto energético (ejercicio), dijo Salgado. "Consumimos un 19% más de calorías que las que gastamos", explicó la ministra. El problema es que la actividad física no puede imponerse, sino sólo promocionarse. Los expertos recomiendan un mínimo de un paseo de media hora diaria, o realizar deporte o ejercicios más fuertes al menos durante tres días a la semana.
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