Bono devuelve a Rusia la cruz que se llevó la División Azul
La gran cruz de la catedral ortodoxa de Santa Sofía de Nóvgorod, llevada a España por voluntarios de la División Azul al fin de su campaña en Rusia (1941-1943), volvió anoche a su país de origen en el avión del ministro de Defensa español, José Bono. Éste entregará la reliquia al patriarca Alejo, la máxima autoridad de la Iglesia ortodoxa rusa, hoy en la catedral de Cristo Salvador de Moscú.
La devolución de la cruz, que se desplomó en un bombardeo del Ejército Rojo sobre las posiciones de mando de la División Azul, situadas en el Kremlin (recinto amurallado) de Nóvgorod, es un gesto simbólico incluido en la primera visita oficial de Bono a Rusia. El titular de Defensa se entrevista esta mañana con su homólogo ruso, Serguéi Ivanov, para debatir sobre cooperación internacional en el marco del Consejo Rusia-OTAN.
La catedral de Santa Sofía de Nóvgorod, que data del siglo XI, es uno de los templos más antiguos de Rusia. La cruz, que remataba la mayor de las cinco cúpulas del templo, fue reparada por los divisionarios y trasladada a Burgos. Desde 1943, la reliquia ha estado en la academia de Ingenieros Militares, ahora en Hoyo de Manzanares (Madrid). "Nunca fue considerada como un botín, sino que siempre la vimos como un objeto sagrado", afirmaba ayer telefónicamente el general José Luis Aramburu Topete, ex director de la Guardia Civil, que fue capitán de un batallón de zapadores en la División Azul.
Despedida en la academia
Aramburu Topete fue el único protagonista del periplo de la cruz que participó la semana pasada en el acto de despedida de la reliquia en la academia de Hoyo de Manzanares. En mayo pasado, más de 60 años después del desmantelamiento de la División Azul, el general volvió a Nóvgorod y visitó el Kremlin y la catedral de Santa Sofía, restaurada y decorada ahora con nuevas cruces.
La reliquia, de latón y rematada por una paloma de hierro forjado, mide 2,5 metros de longitud, razón por la cual el príncipe Felipe tuvo que renunciar a traerla como quería a Rusia en 2003. La entrega de la cruz es un paso más para cerrar un capítulo de la historia. Impiden su conclusión definitiva los cadáveres de divisionarios sin identificar que aún quedan en Nóvgorod. Una empresa comisionada por el Gobierno alemán deposita los restos de españoles no repatriados en la "parcela española" del cementerio alemán de Nóvgorod. "En los últimos tiempos, los españoles trabajan activamente con Dolina, la asociación rusa que recupera los restos de los soldados caídos en el frente", afirma el alcalde de Nóvgorod, Nikolái Grazhdankin.
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