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Reportaje:El dragón chino tiene hambre

Pekín intenta enfriar una economía al rojo

El Gobierno pone en marcha un plan de restricción del crédito para moderar el exceso de inversión

El pasado abril, China experimentó la tasa de inflación más alta de los últimos siete años: un 3,8%. Puede no parecer excesiva, pero en este país de incrementos mínimos del índice de precios, y que se había fijado un objetivo del 3% para todo el año, la cifra revela hasta qué punto la economía china -o, al menos, algunos de sus sectores, como el acero, el cemento, el automóvil y el inmobiliario- está al rojo vivo. Así lo aseguran muchos economistas, y así lo ha reconocido también el propio Gobierno, que ha puesto en marcha una serie de medidas destinadas a encarrilar una locomotora que corre el riesgo de descarrilar.

Las autoridades provinciales han recibido orden de congelar las tarifas de agua, gas y electricidad, si suponen una amenaza para la inflación
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Las autoridades chinas han decidido restringir el acceso a la concesión de créditos para poner freno al exceso de inversiones, que han contribuido a que se disparen los precios debido a la escasez de algunas materias primas. El Consejo de Estado, además, ha emitido una circular que obliga a examinar casi todos los proyectos de inversión, incluidos centros comerciales, oficinas y campos de golf. Los Gobiernos provinciales han recibido, incluso, orden de congelar las tarifas de una serie de servicios, como el agua, el gas y la electricidad, si suponen una amenaza para la inflación.

Las medidas parecen estar surtiendo efecto, ya que si, en el primer trimestre la inversión en activos fijos subió el 43%, en abril lo hizo un 35%. Pero los analistas creen que tendrán que pasar varios meses antes de que se conozca su incidencia real.

Aunque algunos expertos consideran la posibilidad de que se produzca un aterrizaje brusco (paso de un periodo de expansión a uno de recesión) de la sexta economía del mundo, la mayoría estima que Pekín será capaz de tomar tierra de forma suave. En cualquier caso, sus socios comerciales, principalmente los países asiáticos, sufrirán el efecto del ralentizamiento del gigante, ya que, por ejemplo, el 25% de las exportaciones surcoreanas tiene como destino China (incluido Hong Kong). ¿En qué medida acusarán los temblores? "Eso está por ver", dice el Banco Mundial en su reciente informe sobre las economías de Asia oriental.

Sin subida de tipos

A la espera de lo que ocurra, el banco central chino ha descartado una subida de los tipos de interés, como la que esperaban algunos economistas, ya que podría tener un efecto pernicioso y afectar a industrias que no precisan ser enfriadas.

El año pasado, el PIB creció un 9,1%, las inversiones en activos fijos un 26% y la inversión directa extranjera, que alcanzó 53.500 millones de dólares, un 1,4%. En el primer trimestre de este año, la economía ha subido un 9,8%.

Liu Shucheng, director del instituto de investigación económica de la Academia China de Ciencias Sociales, afirma que las medidas puestas en marcha permitirán contener la actividad y cerrar 2004 con un ascenso del PIB del 8,5%. La previsión oficial del Gobierno es del 7%.

La cuestión es enfriar sin congelar. Porque, según ha dicho el primer ministro, Wen Jiabao, al advertir a los Gobiernos provinciales contra las frivolidades inversoras, los funcionarios deben "continuar aplicando las políticas establecidas por el Gobierno central para asegurar que el conjunto del país puede lograr un ritmo de desarrollo constante y relativamente rápido". El Banco Mundial lo ha dejado bien claro: se trata de "continuar creando empleos y reformando la economía, al tiempo que se mantiene la estabilidad y se reduce la inversión excesiva".

Hu Jintao, jefe de Estado chino, en una fotografía de archivo.
Hu Jintao, jefe de Estado chino, en una fotografía de archivo.REUTERS

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