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LA POSGUERRA DE IRAK

La resistencia realiza un atentado suicida con lanchas contra una plataforma petrolífera

Una oleada de ataques en Irak causa decenas de muertos en otra sangrienta jornada

Nadie, en ningún lugar de Irak, sea civil, insurgente, militar o policía, está libre de la creciente violencia que ayer se cobró la vida de al menos 32 civiles, 2 agentes iraquíes, 35 rebeldes y 6 soldados de Estados Unidos. Los heridos se cuentan por decenas. Bagdad, Tikrit, Faluya, Taji, Kerbala, Iskandariya, Kut, Basora. De norte a sur, los ataques contra civiles y las tropas de la Coalición se multiplican, mientras los rebeldes adoptan nuevas tácticas: ayer fue atacada con lanchas conducidas por suicidas una plataforma petrolífera cercana a Basora.

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Los insurgentes emplearon ayer una táctica novedosa. Dos embarcaciones conducidas por suicidas fueron estrelladas contra la principal plataforma petrolífera de Basora, en el golfo Pérsico, según confirmó un portavoz británico. Una tercera lancha fue interceptada antes de que pudiera alcanzar su objetivo. Dos personas que trabajaban para la Coalición resultaron muertas. La planta, situada unos 10 kilómetros mar adentro y que se utiliza para la carga de petroleros, fue evacuada y cerrada. Esta plataforma es vital para la pobre exportación de petróleo iraquí (1,9 millones de barriles diarios), uno de los objetivos de la resistencia.

Mientras, al menos 13 personas murieron destrozadas y más de 30 resultaron heridas en el depauperado y polvoriento suburbio de Ciudad Sáder, poblado en su gran mayoría por chiíes, tras caer alrededor del mediodía en un mercado de pollos y en una vivienda cercana dos cohetes lanzados por morteros, informaron fuentes hospitalarias citadas por Reuters. No se sabe quién pudo perpetrar la masacre, aunque el general Mark Kimmit, portavoz de las fuerzas de EE UU, apuntó que los autores son leales a Sadam Husein, "las personas que luchan en Faluya, agentes del Mujabarat [servicio secreto iraquí]", desmantelado tras la caída del tirano. Los vecinos mostraban los vehículos calcinados y culpaban a los ocupantes norteamericanos de las muertes. Horas antes, de madrugada, un rebelde murió en enfrentamiento con soldados de EE UU en el mismo barrio.

Otros 14 viajeros de un autobús que transitaba hacia Bagdad desde Iskandariya, 50 kilómetros al sur de la capital, corrieron la misma suerte tras explotar una bomba colocada en una carretera. Una docena de personas resultaron heridas, algunas de ellas de gravedad extrema. Un testigo aseguró que el autobús se encontraba cerca de un convoy norteamericano, objetivo del ataque, aunque es frecuente que los lugareños adornen con bastante fantasía los sucesos.

Los militares de Estados Unidos y los miembros del Cuerpo de Defensa Civil Iraquí -la policía entrenada por la Coalición- también vivieron una jornada negra. Portavoces militares estadounidenses informaron de varios ataques. En el primero de ellos, dos agentes iraquíes y dos transeúntes murieron poco antes de las nueve de la mañana en Tikrit, feudo del dictador derrocado el 9 de abril de 2003, 170 kilómetros al norte de Bagdad, y 16 personas resultaron heridas en un atentado con coche bomba cerca de una de las bases norteamericanas.

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A las cinco de la mañana, dos cohetes impactaron contra la base norteamericana de Taji, una decena de kilómetros al norte de Bagdad. Cuatro soldados murieron y tres se encuentran hospitalizados en estado crítico. Un helicóptero destrozó el camión desde el que se lanzaron los proyectiles. Tres horas antes, fue atacado con granadas en Kut, 175 kilómetros al sureste de Bagdad, un convoy militar estadounidense. Dos uniformados murieron, según una cadena de televisión árabe. Un nutrido grupo de jóvenes mostraba su alborozo alrededor de los restos humeantes del vehículo militar. Y cinco fieles al clérigo radical chií Múqtada al Sáder fallecieron asimismo por la mañana en un choque con una patrulla polaca en Kerbala.

En la ciudad asediada de Faluya, unos 50 kilómetros al oeste de Bagdad, continuaron los violentos combates. Un portavoz de los marines, el coronel John Coleman, señaló que 30 insurgentes murieron en enfrentamientos con las tropas estadounidenses la pasada noche.

120 militares muertos

El recuento de víctimas mortales del mes de abril es, con creces, el más elevado desde que empezó la invasión, el 20 de marzo del año pasado. Alrededor de 120 militares estadounidenses han perdido la vida, sobre todo en Faluya.

Los peores augurios de la jerarquía militar norteamericana se están cumpliendo según se aproxima el previsto traspaso de escasos poderes, el 30 de junio, a un nuevo Gobierno iraquí. Y las fuerzas de la Coalición parecen incapaces de atajar la violencia. La situación para los soldados sobre el terreno puede empeorar a partir del 1 de julio, ya que los llamamientos de EE UU para que otros países no retiren sus tropas de Irak o envíen nuevas fuerzas caen en saco roto días después de que España, Honduras y República Dominicana hayan anunciado el repliegue de 2.000 soldados. No es una pérdida significativa cuantitativamente, pero la ausencia de las Naciones Unidas empieza a pasar factura.

Noruega ha rechazado continuar en la coalición militar a partir del 30 de junio. Los Países Bajos (1.300 soldados) y El Salvador (380) también habían comprometido su presencia esa fecha y no se conoce todavía si prorrogarán su estancia. Washington confía en que una nueva resolución de la ONU anime a estos dos países a proseguir sus misiones militares en Irak. Bulgaria ha anunciado que no viajarán a Irak más militares, y reclamó a EE UU y Polonia que refuercen con más soldados a los 450 destinados en Kerbala, informa Efe.

Varias personas observan el cristal frontal de un autobús tiroteado en unos combates entre tropas de EE UU y milicianos de Múqtada al Sáder en Bagdad.
Varias personas observan el cristal frontal de un autobús tiroteado en unos combates entre tropas de EE UU y milicianos de Múqtada al Sáder en Bagdad.AP

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