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Reportaje:LA EUROPA DE LOS 25 | LAS MINORÍAS / LOS GITANOS

Los guetos gitanos también entran en Europa

El paro y la falta de servicios convierten al 10% de la población eslovaca en una minoría marginada

Miguel Ángel Villena

Un destartalado autobús de línea recorre los 30 kilómetros que separan Kosice, la capital del este de Eslovaquia, del pueblo de Michalovce, junto a la frontera con Ucrania. Ni siquiera los restos de nieve atenúan la fealdad de un paisaje surcado de chabolas inmundas, barrios de aluvión y descampados llenos de barrizales. Desde la ventanilla se observan grupos de chavales gitanos, algunos apenas niños, que acarrean leña en pequeñas vagonetas en medio de la niebla de un domingo de finales del invierno. Pavel Stefanik, el conductor del autobús, está muy acostumbrado a tratar con gitanos porque su ruta es muy utilizada por estos romaníes que suponen algo más del 10% de los cinco millones y medio de eslovacos y que se concentran, sobre todo, en los confines orientales del país. "A principios de cada mes, los gitanos suben mucho al autobús porque acaban de cobrar la paga. Pero unos días más tarde se han gastado todos los subsidios sociales y ya tienen que trasladarse, a pie, de pueblo en pueblo. Son gentes que viven al margen de la sociedad y sólo esperan la sopa boba del Estado". De mediana edad y rasgos claramente eslavos, Stefanik simboliza esta actitud con toques racistas y estereotipos que la mayoría de eslovacos adopta frente a sus compatriotas gitanos. Los chavales que deambulan por estos guetos de pobreza se limitan a contestar que se buscan la vida como pueden. "¿Acudís a la escuela?" "Sólo cuando podemos", replican, mientras encogen los hombros con resignación.

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Sentado en una céntrica cafetería de Bratislava, trajeado y encorbatado, con un teléfono móvil en las manos que no para de sonar y acompañado de dos guardaespaldas, Ladislav Fizik, presidente del autotitulado Parlamento romaní, intenta representar al poder gitano. No obstante, muchos sectores de esta etnia, fragmentada en multitud de organizaciones y clanes, rechazan la representatividad de este organismo y lamentan que los gitanos no cuenten con ningún diputado en el Parlamento eslovaco. "Claro que existe discriminación en Eslovaquia", señala Fizik. "El racismo", añade, "se concreta en el desempleo, en la falta de viviendas dignas, en los problemas de escolarización... Ha habido brotes de violencia por el reciente recorte de las ayudas sociales, pero si el Gobierno eslovaco [una coalición de centro-derecha] no aborda soluciones, las protestas pueden agravarse. Los gitanos somos las víctimas sociales de la integración en la UE y el Gobierno incumple las normas de respeto a los derechos de las minorías". Según datos oficiales, unos 580.000 gitanos viven en Eslovaquia y, en opinión de organizaciones romaníes, unos 120.000 habitan, en guetos.

Los gitanos están atrapados, desde la caída del comunismo en 1989, en un círculo infernal que pasa por la falta de formación, las escasas posibilidades de empleo, la pobreza y el desarraigo. Y vuelta a empezar. En 1958, en plena etapa comunista en la antigua Checoslovaquia, los romaníes fueron obligados por decreto a abandonar su tradicional vida nómada y a establecerse en residencias fijas, al tiempo que todos los niños y adolescentes en edad escolar debían acudir a clase. La asistencia a las aulas era vigilada por las autoridades, que imponían incluso multas a los padres si los hijos hacían novillos.

Con apenas 30 años, Erika Adamova, una gitana con título universitario, coordina en Kosice un centro cultural para chavales de su etnia y ofrece un diagnóstico de los retrocesos que ha sufrido su pueblo. "El capitalismo salvaje ha dejado a los gitanos fuera del sistema", comenta, "y los despidos masivos tras los cierres de grandes empresas metalúrgicas o de armas en el este de Eslovaquia han afectado, sobre todo, a los romaníes. Desde la independencia en 1993, las ayudas sociales se han reducido y el paro ha aumentado. Si en el conjunto de Eslovaquia el desempleo puede alcanzar el 17%, entre los gitanos ese porcentaje se dispara. Algunos empresarios aceptan contratar a trabajadores por su perfil profesional que más tarde rechazan cuando comprueban que son negros, como llaman despectivamente a los gitanos".

¿Y los fondos de la UE para los gitanos? Tanto algunos dirigentes romaníes como funcionarios de la UE en Bratislava no se muerden la lengua al decir que parte de esos fondos han acabado en manos privadas en un país como Eslovaquia, donde la corrupción sigue siendo una lacra. Entretanto, el ingreso en la UE puede verse ensombrecido por nuevas revueltas. "Los disturbios y los saqueos se repetirán", anuncia Adamova, "mi gente no tiene de qué vivir".

Un grupo de gitanos protesta el pasado febrero al este de Eslovaquia contra los recortes sociales del Gobierno.
Un grupo de gitanos protesta el pasado febrero al este de Eslovaquia contra los recortes sociales del Gobierno.AP

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