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La nave europea 'Smart-1' se pone en órbita terrestre para iniciar su misión a la Luna

La sonda automática viajará con un nuevo motor eléctrico y tardará 18 meses en llegar

Un nuevo motor eléctrico, alimentado por gas y energía solar, empujará la nave automática Smart-1 hacia la Luna desde la órbita terrestre en la que quedó ayer situada, tras el lanzamiento en un cohete europeo Ariane 5 desde la base de Kourou (Guyana Francesa). El ingenio se encenderá mañana por primera vez. Smart-1 es una misión de la Agencia Europea del Espacio (ESA) dedicada a ensayar tecnologías avanzadas, ante todo de propulsión, que abran una nueva era de la exploración planetaria. También realizará observaciones científicas de la Luna y experimentos durante el viaje.

La sonda lunar salió de la Tierra en la madrugada de ayer (a la 1.14, hora peninsular) como pasajero de bajo coste en el Ariane 5 que puso en órbita dos satélites de comunicaciones: el e-Bird de Eutelsat, y el indio Insat 3E, que ha provocado un retraso del lanzamiento de varias semanas. Smart-1 es la primera misión de la ESA a la Luna, pero también constituye una primicia europea su motor iónico, conceptualmente distinto del montado en la sonda de la NASA Deep-Space 1, que es el único precedente de este nuevo tipo de propulsión. Hasta ahora las naves espaciales usan propulsión química.

La pequeña nave (367 kilos) de la ESA quedó perfectamente situada ayer en una órbita muy elíptica alrededor de la Tierra y no encenderá su flamante nuevo motor iónico hasta mañana. "Ciencia y tecnología van de la mano en esta emocionante misión a la Luna", comentó en Kourou, tras el lanzamiento, David Southwood, director del programa científico de la agencia europea. "La Tierra y la Luna tienen más de 4.000 millones de años de historia en común, por lo que conocer mejor la Luna ayudará a los científicos de Europa y de todo el mundo a conocer mejor nuestro planeta, y les dará valiosas pistas acerca de cómo protegerlo", señaló.

El viaje de Smart-1 hasta la órbita lunar durará 18 meses. La nave seguirá una lenta trayectoria, describiendo vueltas cada vez más amplias alrededor de la Tierra hasta llegar a la Luna. Durante el año y medio de camino no sólo se ensayará el propulsor innovador, sino que también se probarán equipos conceptualmente nuevos de comunicaciones espaciales, de navegación autónoma y de baterías. Además, Smart-1 participará en un ensayo de conexión por láser con la estación terrestre de la ESA en el observatorio del Teide (Tenerife). Todos estos avances deben jugar un papel clave en futuras misiones de exploración del Sistema Solar con costes inferiores a los actuales y mayor eficacia.

Pese a que la Luna es el único cuerpo celeste, además de la Tierra, que han pisado los astronautas, y el único del que se han traído muestras (381,7 kilos en total), sigue siendo un gran desconocido. Por su parte, las sondas automáticas de exploración enviadas allí no han proporcionado información suficiente para los científicos.

Smart-1 es una nave de pequeño tamaño (un cubo de un metro de arista que se extiende hasta los 14 metros de envergadura con los paneles solares desplegados), que lleva 19 kilos de equipos científicos. La miniaturización de los equipos es una de las grandes bazas de este ingenio. Cuando llegue a la Luna y se coloque en órbita polar allí, en marzo de 2005, comenzará la segunda fase de la misión para observar el satélite durante medio año al menos. Una cámara de alta resolución fotografiará la superficie lunar, mientras que un espectrómetro infrarrojos trazará el mapa completo de la composición, fijándose también en los cráteres de las zonas polares, en cuyas laderas permanentemente sombreadas se ha pensado que puede haber agua helada. Otro equipo permitirá confeccionar el primer mapa químico lunar global.

De la construcción de la nave se ha responsabilizado la Corporación Espacial Sueca, con la participación de empresas de 11 países europeos, incluido España, y de EE UU. También en los experimentos científicos intervienen investigadores españoles. El programa, dirigido en la ESA por el italiano Giuseppe Racca, cuesta 110 millones de euros, incluido el lanzamiento.

Ilustración de la nave espacial automática <i>Smart-1</i> en su viaje hacia la Luna.
Ilustración de la nave espacial automática Smart-1 en su viaje hacia la Luna.ESA

100 millones de kilómetros

Smart-1 es la primera de una nueva serie de misiones que planea la Agencia Europea del Espacio (ESA) para diseñar y probar nuevas tecnologías. La estrella de este viaje es el propulsor iónico, un motor eléctrico, que impulsará suavemente la nave acelerándola poco a poco. El ingenio funciona gracias a la energía de los paneles solares que sirve para ionizar y expulsar a alta velocidad gas xenon. Los ingenieros aseguran que este sistema es mucho más seguro y eficaz que la propulsión química tradicional de las naves espaciales.

El motor iónico tiene un impulso específico (la relación entre empuje y consumo de combustible) entre cinco y 10 veces superior al de los propulsores químicos y, a diferencia de éstos, que se encienden sólo unos minutos, puede funcionar durante meses o años.

La Luna está a una distancia media de la tierra de 384.350 kilómetros, pero Smart-1 recorrerá 100 millones de kilómetros en una trayectoria muy lenta, diseñada para ir haciendo ensayos y experimentos en el camino. La ESA planea usar el motor iónico en su futura misión Beppi-Colombo a Mercurio y entonces la ruta será más directa.

Smart-1 quedó ayer, tras el lanzamiento, en una órbita terrestre muy elíptica, con apogeo (máxima distancia de la Tierra) de 36.000 kilómetros y perigeo (máxima aproximación) de 742 kilómetros). Mañana, tras el encendido inicial del motor, comenzará la primera fase de vuelo, que durará 80 días. Se trata de ir elevando el perigeo de la órbita desde hasta 20.000 kilómetros. La nave estará entonces ya fuera y a salvo de los cinturones de radiación de la Tierra.

A partir de ese momento, Smart-1 hará encendidos periódicos del motor para ampliar su órbita hasta alcanzar la Luna; también aprovechará la atracción gravitatoria lunar para variar el rumbo. Al final del viaje, la nave maniobrará para aproximarse a su objetivo y colocarse allí en órbita polar de observación.

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