Primera derrota después de un año triunfal

El fracaso del referéndum celebrado ayer en la isla de Córcega es la primera piedra con la que tropieza el brillante ministro del Interior, Nicolas Sarkozy. Pero alcanza también al presidente de la República francesa, Jacques Chirac, quien se había implicado resueltamente a favor del sí en la consulta. En unas declaraciones efectuadas hace 10 días, el jefe del Estado había dicho a los corsos que votar a favor de la consulta sobre la colectividad única era "el mejor modo de afirmar vuestra vinculación a Francia y a la República", y había manifestado que no podría comprender que, preguntados por el mantenimiento de esa relación, decidieran no confirmarla.

Un mensaje sin ambigüedades, publicado en el diario Corse-Matin el 27 de junio, con el que Chirac quiso impedir que los nacionalistas fueran los árbitros del escrutinio y tranquilizar a los no nacionalistas respecto a las verdaderas intenciones del Gobierno. Pero la forma tan contenida de la intervención presidencial revelaba el temor a un resultado negativo y el deseo de minimizar los daños. Chirac descartó hacer una declaración televisada y tampoco viajó a Córcega antes de la votación, como le habían pedido sus partidarios en la isla, a raíz de los incidentes que afectaron, el 21 de junio, al primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, y al responsable de Interior, Nicolas Sarkozy. Los servicios de prensa del presidente distribuyeron anoche un pequeño comentario atribuido a Chirac, en el que éste intenta limitar los daños políticos causados por el referéndum al lamento de que los corsos no hayan aceptado "la reorganización de sus instituciones".