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GUERRA EN IRAK | El frente norte

Los brigadistas españoles se refugian en el hotel

Francisco Peregil

Son siete personas. Llegaron para apoyar el no a la guerra. Han vivido los últimos días en el sótano de un pequeño hotel que el dueño les permitió gestionar. Y se van sin sensación de derrota. "Nos vamos con la pesadumbre de ver que el destino inmediato de este país será el retorno a un modelo de administración militar, como el que había aquí hace 70 años. Cuando esta gente podía haber salido adelante por sí misma. Pero no nos sentimos derrotados, ni el pueblo iraquí debería sentirse derrotado. Con el debilitamiento que ha sufrido el país con 12 años de sanciones, han luchado como han podido", decía Carlos Varea, coordinador de la Plataforma por el Levantamiento de las Sanciones contra Irak. "Hemos contribuido a fomentar la solidaridad de la sociedad española con este pueblo. Hemos visitado muchos hospitales y podemos documentar hasta 80 casos de ataques a población civil", añadía.

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Los dos funcionarios que el Ministerio de Exteriores les había asignado para protegerlos continuaban ayer con ellos. "Para nosotros, estas personas han sido un ejemplo. Nos preocupa que la imagen que se tenga ahora sea la de bandas de atracadores que se matan entre ellos; no. Estas dos personas han dormido en este hotel todas las noches cuando podían haberse ido con sus familias. Pero las pusieron a buen recaudo y se vinieron con nosotros, a pesar de que ya habían perdido su cadena de mando. Y siguen con nosotros".

"La causa iraquí", señalaba Varea, "tal vez es menos asequible desde el punto de vista sentimental que la sahariana o la zapatista, porque éste era un régimen muy peculiar, con un personaje muy peculiar. Pero Irak era un Estado emergente económica, social y militarmente. Si lo hubiesen dejado emerger podría haber transformado la relación de fuerzas en Oriente Próximo. Es el único Estado árabe de la zona que combina recursos y población. Y sus gentes son constantes, pacíficas y laboriosas. Hace diez años, este país padecía una hambruna y una miseria tremendas. Y a pesar de todos los pesares, estaba saliendo a flote. Por eso, la llegada de los norteamericanos a la plaza frente al hotel Palestine no provocó un movimiento de masas aclamando a las tropas. Había pocas decenas de gentes. Y algunos sentirían alivio. Otros, sentimientos contradictorios. Pero la mayoría ha vivido esto como un proceso de invasión".

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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