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A la caza del monstruo tímido

Una expedición española busca en la costa asturiana la primera imagen de un calamar gigante

Xosé Hermida

Con relativa frecuencia aparece un ejemplar, muerto o agonizante, varado en una playa de lugares tan distantes como Asturias, Terranova o Nueva Zelanda. Pero hasta ahora ningún ser humano lo ha visto nunca vivo en su hábitat natural, a más de 300 metros de profundidad. El architeutis, el calamar gigante que durante siglos agitó las pesadillas de los marinos, sigue constituyendo un gran misterio.

Aunque se cree que habita en todos los mares del planeta, en cierto modo este calamar es todavía como una criatura alienígena. Pero una expedición española, compuesta por científicos y un equipo técnico de la productora de televisión Transglobe Films, se va a adentrar en el Cantábrico, con la esperanza de encontrarse por fin cara a cara con el monstruo. Mañana presentan oficialmente la expedición.

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Los científicos saben que el architeutis puede llegar a medir unos veinte metros de largo y a pesar casi una tonelada. Se sabe que tiene el cuerpo cubierto de grandes ventosas, y que cuenta con ocho brazos y dos tentáculos de hasta diez metros de longitud. Su aspecto es el de un calamar, aunque las leyendas lo describiesen a veces como una serpiente marina. No produce tinta, innecesaria en las turbias profundidades donde habita. También ostenta el honor de poseer el ojo más grande entre todos los animales de la Tierra: veinticinco centímetros de ancho, como una cabeza humana. No menos prodigioso debe de resultar su proceso de crecimiento: los científicos creen que en algunas etapas de su vida aumenta un centímetro de longitud al día.

Se sabe que es un depredador de voracidad proporcional a su tamaño, y que sólo se doblega ante los cachalotes, a los que sirve de alimento ocasional. Y poco más. Sobre los gustos alimentarios, la longevidad, las variedades, los hábitos sociales y los comportamientos del huidizo monstruo sólo disponemos de algunas conjeturas. Los 25 hombres que partirán el próximo día 9 de septiembre, a bordo de un barco científico, hacia los caladeros de Carrandi, a 40 millas al norte de Gijón, se sienten 'como los primeros exploradores a la Antártida'. 'No sabemos siquiera cuál puede ser la reacción del animal', dice Joaquín Gracia, director de producción del proyecto puesto en marcha por Transglobe Films.

Si nadie lo ha visto, y mucho menos filmado, no es porque no haya habido intentos. De hecho, se ha entablado una especie de carrera por conseguir la primera imagen, en la que participan también estadounidenses, ingleses o australianos. El Smithsonian Institute de Washington fletó hace algún tiempo un pequeño submarino tripulado que rastreó sin éxito los cañones de Kaikoura, en la costa de Nueva Zelanda, una de las zonas del mundo donde se supone que la especie abunda más.

La expedición, organizada por la productora española, con el patrocinio de los museos de Ciencias Naturales de Madrid y del Mar de Galicia, así como del Ayuntamiento de Gijón, también ha escogido para su búsqueda unos cañones subacuáticos al norte de Asturias que forman un caladero bien conocido por los pescadores del Cantábrico. La zona ya fue explorada hace un año en una expedición preliminar. No existe la certeza total de que el architeutis aloje allí su imponente figura, pero los indicios son muchos. Se trata de un hábitat muy adecuado a sus características, y no se conoce otro sitio de donde puedan provenir los ejemplares que periódicamente van a morir a alguna playa asturiana.

Para enseñar al mundo la imagen del monstruo vivo, el proyecto español ha ideado una novedosa solución técnica. 'Creemos que con un minisubmarino como los empleados en otras expediciones es imposible acercarse al animal sin ahuyentarlo', señala Joaquín Gracia. El propósito es colarse en el fondo del océano -hasta unos 1.500 metros- sin llamar la atención. El equipo, que estos días se prepara en Vigo antes de partir para Asturias, intentará hacerlo con tres cámaras insertas en un cilindro y suspendidas de una boya, capaces de rodar bajo el agua con una luz ínfima y conectadas al barco mediante cables de fibra óptica, por los que transmitirán imágenes las 24 horas del día, captadas instantáneamente en los monitores de a bordo. Como refuerzo, se manejará otra cámara móvil y dos robots subacuáticos dirigidos por control remoto. Un año entero de trabajo para perseguir lo que sería un bombazo mundial.

Dar con el animal satisfacería muchas curiosidades científicas, aunque tendría nulos efectos gastronómicos: un guiso de architeutis sería como una borrachera de amoniaco, concentrado en altas proporciones en el tejido del animal. Qué pena para nosotros y qué suerte para él.

Joaquín Gracia muestra un equipo de grabación digital.
Joaquín Gracia muestra un equipo de grabación digital.LALO R. VILLAR

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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