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Stoiber disputa a Schröder el centro político y rechaza cualquier 'postura radical'

El líder conservador alemán tilda de 'ineptos' y 'vividores' a los socialdemócratas

Edmund Stoiber, el primer ministro bávaro y presidente de la Unión Social Cristiana (CSU), pretende ganar las elecciones alemanas del 22 de septiembre con un ideario centrista. En un discurso en la clausura del congreso de su partido aliado, la Unión Cristiano Demócrata (CDU), ayer en Francfort, Stoiber rechazó 'posturas radicales', prometió una reforma con guantes de seda y hasta criticó los altos sueldos que ganan los grandes ejecutivos. Todo ello no es demasiado distinto de lo que proponen el canciller, Gerhard Schröder, y su Gobierno rojiverde.

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La diferencia, según el mensaje reiterado por Stoiber en 90 minutos de intervención, más bien radica en que los conservadores son más 'capaces' y 'serios' que los 'ineptos' y 'vividores' socialdemócratas.

'La Unión pretende llegar al poder en coche cama, y hasta ahora su cálculo está resultando', comentaba ayer el rotatizo suizo Neue Züricher Zeitung, uno de los más atentos observadores de la realidad alemana. El discurso de Stoiber no hizo más que confirmar el símil: el líder de los conservadores, primeros en los sondeos, promete cambiar Alemania, pero sin que esto acarree traumatismo alguno a sus votantes. 'No podemos pedir demasiadas reformas a los ciudadanos', dijo hacia la mitad de su intervención en un auditorio que parecía una sauna por la ola de calor que también ha llegado a Alemania.

Las reformas concretas anunciadas ayer para los días inmediatamente posteriores a la eventual formación de un Gobierno, por tanto, o son ajustes menores, como no volver a aumentar el impuesto sobre la energía convencional y posibilitar más empleos de baja renumeración, o son anuncios de nebulosa puesta en práctica, como una reforma del régimen de desempleo, mayores recursos para el este del país, o la reestructuración del apenas reformado sistema de pensiones.

Eso sí, nada de un 'régimen laboral a la americana', nada de poner en tela de juicio la protección frente al despido, nada de 'posiciones radicales'. Stoiber incluso llegó a criticar ácidamente los millonarios sueldos de los directivos de las grandes empresas. Schröder no lo hubiera podido decir mejor.

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La gran cautela para no dar pie a ser tildado de derechista y así movilizar en su contra a los votantes de centro-izquierda fue evidente también en la postura mantenida sobre la inmigración, enfocada desde el razonable ángulo de los problemas de integración que acarrean los recién llegados, sobre todo en los colegios, donde muchos niños no hablan suficientemente bien el alemán. Independientemente de lo que sucederá con la actual legislación rojiverde, aún pendiente de ser refrendada por el presidente, Stoiber reiteró que presentará una nueva ley de inmigración una vez que llegue al poder.

Estilos distintos

Con contenidos tan similares, la diferencia entre socialdemócratas y conservadores ante todo es de estilo y de personalidades. En esta línea, Stoiber lanzó ayer durísimos ataques no sólo contra el 'vividor' Schröder, sino también contra varios de sus ministros, algunos de ellos ciertamente desacreditados, como el de Defensa, Rudolf Scharping, y otros respetados, como el de Finanzas, Hans Eichel.

De 'maestros del desastre' habló el líder bávaro, en un evidente intento por sacar brillo a su propio equipo, que hasta ahora consiste en la experta en educación Annette Schavan, en el ex presidente de la CDU Wolfgang Schäuble, y, sobre todo, en el empresario y político conservador Lothar Späth, algo así como el arma secreta de los conservadores para hacerse con los votos del Este.

La arremetida contra los socialdemócratas culminó en la que fue la más unívoca de las frases pronunciadas ayer: 'Este SPD ni siquiera sirve para una gran coalición', espetó Stoiber, descartando así este posible desenlace de las elecciones del 22 de septiembre. El político bávaro -que extrañamente casi no criticó a Los Verdes- espera poder formar una coalición con el Partido Liberal Democrático (FDP), al cual, sin embargo, instó indirectamente a rechazar cualquier tentación populista y antisemita.

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