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CRISIS EN ARGENTINA

Duhalde ultima la devaluación del peso argentino tras 10 años de paridad con el dólar

El pragmático Remes Lenicov será el encargado de dirigir la economía de Argentina

El nuevo presidente argentino, el peronista Eduardo Duhalde, ha llegado al poder con la misma premisa con la que había perdido las presidenciales de 1999: 'El modelo está agotado'. El ex senador se refiere a la receta neoliberal que impuso el Gobierno de su archirrival y correligionario Carlos Menem (1989-1999). Diez años antes, Duhalde había sido compañero de fórmula de Menem, como vicepresidente, en las elecciones del año 1989 que ganaron los peronistas. Como símbolo de la defunción del modelo, Duhalde y su equipo económico ultiman ahora un mecanismo para devaluar el peso.

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El nuevo equipo que gobierna Argentina trata de salir de la convertibilidad, el régimen por el que la moneda nacional, el peso, equivale a un dólar. Este esquema perdura desde 1991 y puso fin a las permanentes devaluaciones seguidas de hiperinflación.

Desde que Brasil devaluó en 1999, la convertibilidad supuso un lastre para el comercio exterior y las inversiones en Argentina. La ley de la convertibilidad exige que el volumen circulante de pesos esté respaldado por la misma suma de reservas en dólares en el Banco Central. Esta ecuación ha comenzado a desequilibrarse a partir de la crisis financiera desatada en octubre de 2000. En la actualidad, el Banco Central sólo cuenta con 3.300 millones de dólares en reservas líquidas para garantizar los 9.800 millones de pesos en manos de los 36 millones de argentinos.

'Argentina está quebrada', reconoció Duhalde en el discurso inaugural de su Gobierno, que se inició una semana después de que la tercera economía latinoamericana declarara la moratoria unilateral de su deuda pública (132.000 millones de dólares). 'Argentina está fundida. La propia esencia de este modelo terminó con la convertibilidad. Arrojó a la indigencia a dos millones de argentinos, destruyó a la clase media, quebró nuestras industrias y pulverizó el trabajo de los argentinos', lamentó Duhalde ante la Asamblea Legislativa (pleno de las dos cámaras de diputados y senadores) que lo votó.

El nuevo presidente siempre ha mantenido buenas relaciones con el sindicalismo y la industria, en contraposición con los intereses de la banca y los servicios públicos privatizados, sectores en los que se concentran las inversiones españolas. Duarte planea nombrar al presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), José Ignacio de Mendiguren, como ministro de la Producción o secretario de Industria. El ministro de Economía será su fiel asesor Jorge Remes Lenicov, un pragmático pero respetuoso de la disciplina fiscal.

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'Mi compromiso es terminar con un modelo agotado, que ha sumido en la desesperación a la enorme mayoría de nuestro pueblo, para sentar las bases de un nuevo modelo capaz de recuperar la producción, el trabajo de los argentinos, el mercado interno y promover una distribución más justa de la riqueza', prometía Duhalde, mientras en la capital argentina retumbaba una nueva protesta de cacerolas.

Algunos de los manifestantes lo acusan de haber sido el vicepresidente de Menem, pero lo fue sólo hasta 1991, cuando inició su propio camino como gobernador de la provincia de Buenos Aires. Duhalde pretende impulsar las exportaciones y sincerar la realidad del tipo de cambio con una devaluación del peso.

Considerada inevitable por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y economistas de todas las ideologías, el 79% de la población rechaza la depreciación de la moneda porque recuerda que esa medida generó alta inflación durante décadas, hasta 1991. Los argentinos también la temen, porque la mayoría de sus créditos y las tarifas de los servicios públicos privatizados están en la moneda de Estados Unidos.

Los ciudadanos se preguntan cómo pagarán sus obligaciones si se devalúa el peso. Duhalde y el diputado Remes Lenicov están analizando cómo devaluar de manera ordenada, sin que se genere una hiperinflación, ni el desabastecimiento de productos o medicinas importadas. Busca la cuadratura del círculo para no perjudicar demasiado a empresas y personas con deudas en dólares, ahorradores, bancos, empresas privatizadas y usuarios. Además, se ha comprometido Duhalde a respetar los ahorros de la población, aunque continuará el límite para retirar del banco sólo 250 pesos (280 euros) por semana.

Eduardo Duhalde besa a su esposa tras ser investido en la Casa Rosada como nuevo presidente de Argentina.
Eduardo Duhalde besa a su esposa tras ser investido en la Casa Rosada como nuevo presidente de Argentina.REUTERS
Participantes en una cacerolada de protesta en el centro de Buenos Aires pasan ante restos de basura quemada.
Participantes en una cacerolada de protesta en el centro de Buenos Aires pasan ante restos de basura quemada.ASSOCIATED PRESS

Flotación controlada

El nuevo Gobierno rechaza la dolarización y la libre flotación del peso con el dólar, porque generaría una depreciación descontrolada y una consiguiente estampida de la inflación. Una alternativa es depreciar el peso a 0,76 dólares (24%) y dejarlo que flote hasta un 10% para arriba o para abajo. El Banco Central compraría y vendería dólares para mantener esa banda de flotación, mientras los precios aumentarían sólo levemente por la recesión de tres años y medio. Los créditos en dólares se pesificarán o ampliarán los plazos de pago. Los bancos recibirán asistencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o el Banco Mundial, según publicó el periódico Clarín. El Gobierno estudia renegociar las tarifas dolarizadas de las empresas privatizadas. Telefónica, SCH, BBVA, Repsol-YPF y los demás inversores españoles perderán 3.000 millones de dólares por la suspensión de pagos y la devaluación, según estiman analistas independientes. Otra opción consiste en crear una canasta de monedas para definir el nuevo valor del peso.

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