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Las tribus pastunes se alzan contra los talibanes

La Alianza del Norte combate los focos de resistencia y controla el 80% de Afganistán

Guillermo Altares

Tras los avances vertiginosos de los últimos días y la toma de Kabul en la madrugada del martes, la Alianza del Norte ha empezado a encontrar seria resistencia talibán en varios puntos. En Kunduz, una estratégica ciudad que permitiría abrir la carretera que une el centro de Afganistán con Tayikistán, una bolsa con cerca de 14.000 talibanes frenaba el avance de la oposición. Sobre Kandahar, la capital espiritual de las milicias radicales al sur del país, las noticias eran muy confusas. Las autoridades integristas mantenían que Kandahar se hallaba bajo su control, pero algunas informaciones indicaban que una rebelión de tribus pastunes, la etnia mayoritaria entre los talibanes, se enfrentaba al poder.

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Las informaciones más fiables sobre Kandahar hablaban de la rebelión de un caudillo pastún, Junis Jalis, que se habría hecho con el control de parte de la ciudad o, por lo menos, de su aeropuerto. Otras informaciones apuntaban que algunas tribus pastunes, la etnia mayoritaria entre los talibanes, como los popolzai y los mohammedzai, se estaban agrupando fuera de la ciudad. Los guerrilleros tribales esperan apoderarse de Kandahar si los talibanes abandonan la ciudad, pero lucharán si los radicales optan por atrincherarse. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, manifestó ayer que había combates 'en Kandahar y en sus alrededores'.

Aunque la Alianza del Norte llegó a asegurar ayer que tenía la ciudad bajo su control, los talibanes dijeron que no la habían abandonado. De todos modos, una cosa es una rebelión de líderes tribales pastunes contra los talibanes y otra muy diferente una conquista por parte de la Alianza del Norte. Este grupo, que ahora controla casi el 80% del país, está formado por tayikos, uzbekos y hazaras y la presencia pastún, una etnia que representa al 38% de la población, entre sus dirigentes es testimonial.

La derrota de las milicias radicales islámicas se explica por la deserción de muchos jefes tribales, pero eso no quiere decir que, una vez que hayan abandonado a los talibanes, vayan a pasarse con armas y bagajes a sus antiguos enemigos, sobre todo si se trata de líderes pastunes. Ayer la Alianza parecía un poco menos fuerte: ha conseguido mantener por ahora el orden en Kabul, pero algunas batallas que daba por ganadas se le están presentando más difíciles de lo que pensaba.

Por la mañana, en su cuartel general en Taloqán y rodeado de sus comandantes, el general Daud, quien dirigió la ofensiva contra esta ciudad y está intentando tomar Kunduz, señaló a este periódico que el ataque se produciría muy pronto y que sus tropas estaban preparadas.

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Pero la realidad era muy diferente. El martes por la tarde una parte significativa de sus soldados había salido despavorida cuando encontró una dura resistencia talibán y ayer los combates proseguían sin que se hayan producido avances significativos.

'El martes lo intentamos y fue imposible porque encontramos mucha resistencia. Los talibanes se encuentran rodeados y por eso luchan con tanta fuerza', aseguró Daud ayer, convencido de que la ciudad caerá en breve. El problema es que la bolsa talibán de Kunduz está formada por gran parte de los soldados más duros, los árabes, los chechenos y los paquistaníes, que han ido huyendo de los diferentes frentes del norte del país. Sus efectivos podrían llegar hasta los 15.000 soldados.

Según señaló ayer a la agencia Reuters un portavoz de la Alianza, Mohamed Habeel, dos aviones, uno de ellos procedente de Pakistán, aterrizaron el martes por la noche en el aeropuerto de Kunduz y se llevaron a cientos de combatientes hacia un lugar desconocido. Entre ellos se encontraba Jumai Namangani, un lugarteniente de Bin Laden.

En otros frentes, como las provincias de Logar, al sur de Kabul, y de Uruzgan, al suroeste, han continuado los avances. La importante ciudad de Jalalabad, a 70 kilómetros de la frontera con Pakistán, está en manos de la resistencia antitalibán.

Camiones repletos de guerrilleros de la Alianza del Norte avanzan por la principal avenida de Kabul.
Camiones repletos de guerrilleros de la Alianza del Norte avanzan por la principal avenida de Kabul.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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