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Arabia Saudí niega a EE UU el uso de su territorio para dirigir la operación militar

Riad se ha comprometido a apoyar a Washington, pero quiere definir límites y objetivos

Arabia Saudí, país crucial en la campaña militar y diplomática de EE UU contra Osama Bin Laden, se resiste a ceder a Washington el uso de una nueva y moderna base militar cerca de Riad en la que el Pentágono quiere establecer un centro de mando y control para toda la operación en Afganistán. El rechazo saudí, sobre el que informó ayer The Washington Post, constituye un grave contratiempo para EE UU y confirma los recelos de un régimen que, aunque oficialmente se ha comprometido a ayudar a Washington, oficiosamente desea evitar un conflicto mientras no se definan los límites y objetivos.

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Estados Unidos cuenta con establecer su centro de operaciones en la base aérea Príncipe Sultán, plenamente operativa desde el mes pasado con el más moderno equipamiento, a unos 120 kilómetros al sureste de Riad. Desde allí, con capacidad para controlar cientos de aviones simultáneamente, se domina el espacio aéreo de Oriente Próximo y el sur de Asia en un radio de miles de kilómetros. Es un centro de mando y control capital en términos militares y diplomáticos. Una negativa de colaboración saudí daría un duro golpe a los planes de Washington de establecer una amplia alianza con países islámicos para combatir a Bin Laden y el terrorismo global.

El ministro saudí de Asuntos Exteriores, Saud al Faisal, garantizó el jueves a Colin Powell en el Departamento de Estado que hará 'todo lo que esté en nuestras manos para combatir el azote del terrorismo', al mismo tiempo que altas fuentes de su ministerio en Riad advertían de que Arabia Saudí y otros países del Golfo no querían verse implicados en un conflicto mientras no se definiera con claridad qué países y grupos estaban en la diana. Las fuentes aludieron explícitamente a la no aceptación de ninguna campaña dirigida contra grupos que combaten contra Israel como Hamás, Hezbolá o Yihad Islámica, todos ellos en la lista negra del Departamento de Estado.

Arabia Saudí es un aliado muy complejo de Washington. La familia real es pro occidental, pero debe aparecer distante con respecto a Estados Unidos para evitar el repudio de parte de la población que no acepta extranjeros armados en el país. El propio Bin Laden considera que la presencia militar norteamericana en Arabia Saudí es una profanación de una tierra sagrada y a él atribuye Estados Unidos responsabilidad en dos atentados que en 1995 y 1996 costaron las vida de 24 militares estadounidenses en Riad y Jobar.

Riad cooperó con Washington en la guerra del Golfo, ofreciendo el país como gran portaaviones contra Sadam Husein, por considerar al líder iraquí como una grave amenaza contra Arabia Saudí, tras haber ocupado Kuwait. Pero concluida aquella guerra, no ha vuelto a autorizar a Estados Unidos el empleo de sus bases en operaciones de castigo contra el régimen de Bagdad. Sólo permite su uso como apoyo logístico y de reconocimiento. Los 5.000 soldados que Estados Unidos mantiene estacionados en el país observan la máxima discreción y sus movimientos no trascienden. Las negociaciones estratégicas entre los dos Gobiernos van siempre envueltas en un velo de secreto.

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The Washington Post informaba ayer de que Colin Powell está tratando a toda costa de evitar el veto saudí, que sería mucho más dañino en lo diplomático que en lo militar. Un general citado por el periódico reconocía que es mejor contar con una base grande, capaz y conocida como la del Principe Sultan, pero señalaba también que existen alternativas en la zona. En la vertiente política, la negativa de Riad a colaborar con Washington enviaría un atronador mensaje a los países árabes e islámicos, cuyo concurso es imprescindible para la idea norteamericana de que la campaña contra Bin Laden no va dirigida contra el islamismo sino contra el terrorismo.

Por otra parte, el presidente palestino Yasir Arafat viajó ayer a Arabia Saudí para una visita durante la que tiene previsto entrevistarse con el rey Fahd, según informó la agencia France-Presse. El líder palestino, que también se entrevistará con el príncipe heredero Abdalá, hablará sobre 'el desarrollo del conflicto de Oriente Próximo y la situación en los territorios palestinos'.

La nave de asalto anfibio <i>Essex</i> abandona la base estadounidense de Haruyuki, en el sur de Japón.
La nave de asalto anfibio Essex abandona la base estadounidense de Haruyuki, en el sur de Japón.AP

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