Un estilo de vida más saludable no se refleja en la esperanza de vida
La atención médica y las medidas saludables en el estilo de vida no están afectando sensiblemente a la esperanza de vida en tres países desarrollados, según los autores de un estudio que compara los datos hasta 1995 con los de 10 años antes, y que confirma su predicción de entonces de que la esperanza de vida se mantendría en 85 años hasta bien entrado el siglo XXI. El índice de mortalidad y la esperanza de vida de 1985 a 1995 en Estados Unidos, Francia y Japón indican que aunque muchas personas están viviendo más tiempo, el aumento en la esperanza de vida se ha desacelerado, especialmente en Estados Unidos. El único grupo en el que se ha observado un espectacular incremento de la esperanza de vida ha sido entre las mujeres japonesas.
'A este ritmo, no se alcanzarán los 100 años de esperanza de vida hasta el siglo XXII en Francia y Japón y el siglo XXVI en Estados Unidos', dijo en San Francisco S. Jay Olshansky, de la Universidad de Illinois (EE UU), director del estudio que se publica esta semana en Science. Para hacer esta predicción se basa en una combinación de indicadores estadísticos y biológicos. 'Esto no es sorprendente, porque es muy difícil aumentar la vida de personas que ya han vivido 70 o más años mientras que es muy fácil aumentar la vida de niños que están muriendo de enfermedades infecciosas'. Según este científico, no se producirá un salto considerable de la esperanza de vida mientras los investigadores biomédicos no descubran como modificar el proceso de envejecimiento y se pueda aplicar este avance a toda la población.
En un estudio publicado en 1990, el equipo de Olshansky predijo una esperanza de vida máxima de 85 años -88 para las mujeres, 82 para los hombres- lo que fue muy criticado por otros científicos que auguraron un límite de 100 años en el futuro próximo
