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La cabaña porcina en España pasa factura al medio ambiente

El vertido incontrolado de purines está contaminando acuíferos de amplias zonas

Miquel Noguer

Presiones ecologistas

El censo español de ganado porcino ha superado los 22 millones de cabezas por primera vez en la historia. El auge de la industria agroalimentaria y la paulatina reducción de la cabaña de los países nórdicos por presiones ecologistas han convertido a España, junto a Alemania, en el país líder de producción de carne de cerdo, algo que está comenzando a pasar factura al medioambiente por el vertido incontrolado de los purines.Varias zonas de Aragón, Cataluña, Comunidad Valenciana y Extremadura empiezan a sufrir el devastador efecto de la concentración de granjas de cerdos en espacios reducidos. No hay suficiente tierra para repartir los purines (excrementos de los animales), y la poca que hay está sobresaturada. Ello provoca que los nitratos, las sales que componen los purines, se vayan filtrando hacia los acuíferos, lo que contamina gravemente las aguas subterráneas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de la peligrosidad de consumir agua que contenga más de 25 miligramos de nitratos por litro. La Unión Europea permite el consumo de aquellas aguas cuya concentración de nitratos no supere los 50 miligramos por litro. Pero en muchos municipios de zonas ganaderas las concentraciones de nitratos duplican y hasta triplican este máximo permitido. Ello ha provocado que las fuentes y los pozos de estas zonas hayan tenido que cerrarse. Y lo que es más grave: cerca de 50 municipios de la provincia de Girona tienen un exceso de nitratos en la red pública de agua.

El año pasado, el número de cerdos en España se incrementó en un 5%. En Europea se reducía el censo en 0,8 puntos. Aparte de otras ventajas económicas, aquí los ecologistas no molestan. David Coll, uno de los responsables del sector porcino de la patronal JARC-ASAJA, admite que "la presión social de aquí es mucho menor que en Gran Bretaña o Alemania". En estos países, y también en determinadas zonas de Cataluña, se han erigido potentes grupos contra los abusos de algunos industriales.Y están recogiendo sus primeros éxitos. Algunos municipios catalanes han prohibido la construcción de nuevas granjas, una moratoria que se prolongará mientras no disminuya la contaminación de los acuíferos. La organización ecologista catalana Grupo de Defensa del Ter (GDT) asegura que se observa un "proceso centrífugo" que desplaza la industria porcina hacia aquellos con un menor nivel de vida.

Las granjas de cerdos de gran envergadura están creciendo en las zonas más áridas de Aragón, Extremadura y puntos de Castilla. Los colectivos ecologistas de estas zonas admiten que el problema no está en la presencia de explotaciones porcinas sino en su concentración. Además, existe preocupación por la posible transmisión de enfermedades. "Los cerdos de las zonas con más concentración necesitan hasta el triple de medicamentos", aseguran desde el GDT. Es por ello que este grupo considera que la cría intensiva del cerdo es una práctica "socialmente desestructuradora, ambientalmente insostenible y sanitariamente peligrosa".

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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