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Preparados para lo peor

Los palestinos toman medidas para un enfrentamiento con Israel si falla la cumbre de paz de Camp David

Los palestinos están preparándose para un enfrentamiento con Israel. Mientras los vecinos de Cisjordania y Gaza observan con aparente indiferencia la marcha de las negociaciones en Camp David, los responsables de los territorios autónomos han empezado a tomar medidas para defender a su población ante un eventual conflicto con el Ejército hebreo si fallan las negociaciones. Los síntomas parecen evidentes en la ciudad de Ramalá -capital administrativa y provisional del Gobierno de Yasir Arafat-, donde las fuerzas de seguridad se encuentran desde hace unos días en estado de máxima alerta, o en Gaza, donde se asegura que se ha empezado a almacenar alimentos."¿Camp David?", se preguntaban ayer en tono irónico los vecinos de Ramalá mientras acogían con desinterés y displicencia las informaciones provenientes de Washington, donde desde hace dos días Yasir Arafat y Ehud Barak permanecen reunidos tratando de impulsar el proceso de paz. No esperan nada, y afirman que lo "único que nos preocupa es la falta de trabajo, pero por encima de todo el agua. Nos falta agua". Este verano la escasez de agua se ha agravado en Ramalá hasta el punto de que algunos barrios sólo tienen suministro una vez a la semana.

A los únicos que parece interesarles la marcha de las negociaciones en Camp David es a esos centenares de escolares que el otro día salieron por las calles del centro de Ramalá, en perfecta formación, agitando banderas palestinas y carteles en los que se reivindicaba el retorno a casa de los refugiados de las guerras de 1948 y 1967 con Israel, o a esas decenas de funcionarios de la Administración de Gaza, perfectamente encuadrados en el partido gubernamental de Al Fatah, que se concentraron en el único bulevar de la ciudad pidiendo la liberación de los presos políticos.

A pesar de esta despreocupación, las autoridades temen que un fracaso de las conversaciones de paz en Camp David suponga un portazo definitivo a las esperanzas palestinas y se convierta en el pistoletazo de salida de una nueva y definitiva Intifada, que podría culminar el 13 de septiembre próximo con la declaración del Estado de Palestina. Los síntomas son tan alarmantes que han obligado a las autoridades a tomar sus precauciones. Las fuerzas de seguridad palestinas son más visibles que nunca en las calles de Ramalá, donde desde hace algunos días patrullan en grupos compactos de siete o más funcionarios, con las armas siempre a punto. Los ejercicios de entrenamiento se han intensificado, especialmente en Gaza, donde se ha formado una nueva promoción de oficiales que dirigirán lo que los servicios secretos israelíes consideran que se trata de la primera división del Ejército de Yasir Arafat.

Los preparativos afectan también a la red de suministros de productos de primera necesidad. Un responsable de una de las harineras más importantes de Gaza reconocía recientemente a un grupo de amigos tener en sus almacenes más de 800 toneladas de harina depositada en contenedores de aluminio, perfectamente empaquetada y preparada para caso de emergencia. Mohamed Dahlan, responsable de las fuerzas de seguridad de la zona, ordenó, por otra parte, a todos los responsables de los centros oficiales y administrativos que se proveyeran de generadores de electricidad y bidones de petróleo para hacer frente a cortes del suministro proveniente de la red israelí. El estado de alerta afecta también a los altos funcionarios de la Administración autónoma, a los que se les ha prohibido hasta nueva orden abandonar sin permiso los territorios palestinos.

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