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De los descuentos al fin del coste fijo

El camino hacia la eliminación del precio fijo de los libros de texto en España comenzó en 1997, durante el segundo año del mandato de José María Aznar, con Esperanza Aguirre al frente del Ministerio de Educación. La actual presidenta del Senado enfocó entonces el asunto por la vía de la liberalización no ya de los precios, sino de los descuentos, algo que las grandes superficies acogen con mucho mayor entusiasmo que el de los precios.El primer proyecto, incluido en la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos de 1998, preveía la gradual autorización de un descuento máximo en libros de texto y en material complementario del 25%, el 50% y el 100% a lo largo de un periodo de tres años.

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El Gobierno prepara la liberalización total del precio de los libros de texto

A pesar de la favorable acogida de las organizaciones de consumidores, la rebelión del mundo de la cultura, la resistencia de los editores y, sobre todo, la presión política de Convergència i Unió (CiU) recortaron el proyecto de Esperanza Aguirre y lo dejaron en un 12% y sólo para el curso 98-99.

La medida, que aún sigue vigente, fue rechazada por la práctica totalidad del sector del libro, entre cuyos argumentos destacan los siguientes:

- Librerías. El 40% del negocio de las librerías y las papelerías depende de los libros de texto. Una reducción de sus rendimientos económicos puede abocar en el cierre de muchas de las 4.000 pequeñas y medianas empresas del sector en toda España.

- Hipermercados. Los grandes centros comerciales, que siguen la llamada doctrina Trujillo (permitir pequeñas islas de pérdidas en grandes océanos de beneficios), tienen un margen de presión a las editoriales que puede alterar su libertad de actuación. Si a ello se añade el hecho de que las grandes superficies facturan ocho veces más en material complementario que en libros de texto, se evidencian las dificultades de las pequeñas librerías para competir con las grandes superficies.

- Editoriales. Las grandes cadenas suelen excluir a las editoriales que consideran poco rentables, por lo que, cuando se amplíe el predominio de los hipermercados, el panorama editorial corre el riesgo de estrecharse considerablemente por causas estrictamente comerciales.

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