Saul Bellow vuelve a la novela con un texto basado en el filósofo Allan Bloom 'Ravelstein' revela la homosexualidad de su protagonista, que fue amigo íntimo del Nobel
Saul Bellow, Nobel de Literatura en 1976, retorna a las librerías norteamericanas a los 84 años con una novela de 233 páginas, tras más de una década dedicada al texto corto. Bellow vuelve a convertir a un personaje real en protagonista, ahora el filósofo político de ideología conservadora Allan Bloom, el Ravelstein que da título a la novela. Abe Ravelstein muere de sida y la revelación de la homosexualidad y las circunstancias de la muerte de Bloom, en 1992 a los 62 años, han sido consideradas una traición por algunos. La reacción crítica llevó a Bellow a expurgar el texto para limar aristas.
Bellow y Bloom eran grandes amigos y mantenían una intensa relación intelectual, muy exigente por parte del escritor, que no daba descanso al profesor. Se conocieron en 1979, al poco de que el novelista recibiera el Nobel y de que el pensador llegara a la Universidad de Chicago procedente de otras del Este, donde había expuesto a lo largo de los años sus teorías sobre la decadencia de la cultura y la sociedad norteamericanas, crecientemente entregadas al pactismo intelectual y a la corrección política en detrimento del rigor intelectual. Platón, Nietzsche y Flaubert habían sido abandonados para dejar lugar al feminismo y las prédicas de las minorías raciales y sexuales.El escritor alentó a Bloom a publicar sus ideas, y el texto que comenzó con el título de American nihilism acabó siendo en 1987 The closing of the american mind, un alegato contra la vulgarización de la Universidad y, por ende, de la sociedad de Estados Unidos. El libro se convirtió de inmediato en un superventas, y el profesor en un héroe del conservadurismo, estrella invitada a la Casa Blanca de Ronald Reagan y al Londres de Margaret Thatcher. Bloom hizo una pequeña fortuna con The closing..., lo que le permitió disfrutar de todos los placeres que su hedonismo y espíritu refinado no podían permitirse con su sueldo de profesor, lo mismo que le ocurría a Ravelstein.
Retrato intelectual
Ravelstein se abre en el parisino hotel de Crillon, donde el profesor y su amigo Chick celebran el éxito del ensayo político que aquél había escrito a instancias de éste. La novela, desprovista de argumento, es un intenso retrato intelectual y moral de Ravelstein, "un Michael Jordan del intelecto", que pide a Chick que escriba un libro sobre su vida y su obra. "Sé tan duro conmigo como quieras", le pide. Nueve veces a lo largo de Ravelstein Chik insiste en que su amigo le rogó que no se anduviera con contemplaciones: "Sin suavizantes ni edulcorantes".
Ravelstein es un roman-à-clef en el que, junto a Bloom, aparece una nutrida galería de personajes perfectamente reconocibles, como en tantas otras novelas de Bellow, desde profesores a la esposa del novelista, que en el texto le salva de una intoxicación alimentaria en unas vacaciones en la isla caribeña de St. Martin, como antes ocurrió en la realidad en el mismo lugar. La Rosamund de la ficción es en el mundo Janis Freedman, su quinta mujer, de 41 años, una antigua alumna de Bloom con la que el octogenario Bellow tuvo una niña en diciembre. Una hermana para otros tres varones, el mayor de los cuales tiene ya 56 años.
De regreso de París para recibir un premio, Ravelstein contrae el síndrome de Guillain-Barre, una dolencia del sistema nervioso directamente relacionada con el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, y todo se precipita. El profesor muere en 1992, según los periódicos, de hemorragia interna y fallo hepático. En Ravelstein, en el año 2000 y víctima del sida.
La revelación literaria de este secreto trascendió en enero y suscitó protestas y acusaciones de traición. Aún hay quienes niegan que Bloom muriera a consecuencia del sida. Su amante, Michael Wu, el oriental Nikki en la novela, sólo comenta: "Es ficción, no una biografía". Bellow se sorprendió de la reacción y optó por retocar el texto que había trascendido para rebajarlo de dramatismo verbal en algunos pasajes, aunque sin renunciar a la tesis principal. También se negó a hablar del libro. Ahora, al aparecer en las librerías, ha accedido a hacerlo con cuentagotas. En The New Yok Times reconoce haberse equivocado al no tener en cuenta las virulentas reacciones que suscitan la homosexualidad y el sida. "He descubierto que es un asunto que irrita y que la gente tiene actitudes propias de la Edad Media", dice.
Bellow confiesa que nunca habló con Bloom de si tenía el VIH o el sida. "La verdad es que no sé de qué murió. Mi impresión es que podía tenerlo". El escritor hace morir a su personaje a consecuencia del sida porque era lo apropiado para Ravelstein/Bloom: "El que adquiera la enfermedad es para subrayar que era un hombre que lo tuvo todo en la vida, pero que también tenía un cuchillo al cuello". Desprecia a quienes ven en la novela un acto de venganza, fruto de la envidia por el éxito de The closing...: "Bloom era un gran hombre y quise dejarlo escrito". En la última frase del libro: "No entregas fácilmente a la muerte a un ser como Ravelstein".
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.