Recelos y agilidad

El gabinete de prensa del CNIO es una empresa privada de comunicación, Planner Media, que, a su vez, trabaja para laboratorios, colegios de médicos y otras entidades. El seguimiento de los proyectos financiados por FIPSE los realiza otra empresa privada llamada Biomedical Systems Group. Son dos ejemplos que demuestran hasta qué punto está creciendo la concurrencia de la iniciativa privada en los proyectos públicos promovidos bajo la forma de fundaciones. Para Mariano Barbacid, esta fórmula es casi la única posible porque el éxito de la investigación "depende de la capacidad de captar fondos privados". Barbacid proviene del mundo científico estadounidense, donde la iniciativa privada no levanta tantas suspicacias. En España, estas colaboraciones se ven todavía con recelo. Pfizer, el principal socio de Sanidad en el CNIO, es el fabricante de la píldora contra la impotencia Viagra y en diciembre pasado el ministro de Sanidad en funciones, José Manuel Romay, entregó a esta empresa el Premio Medicamento del Año. Sin embargo, Sanidad se ha negado a financiar la Viagra a pesar de las quejas del laboratorio. Para el PSOE, sin embargo, nunca un ministro de Sanidad publicitó tanto un fármaco.

Para la industria, colaborar con los poderes públicos es una oportunidad de oro. "Podemos demostrar que nuestros objetivos no son sólo económicos", decía Luis Usán, de los laboratorios Abbot y miembro del patronato de FIPSE, en la presentación del primer año de vida de esta fundación.

En todo caso, los gestores públicos no sólo valoran el dinero que la industria pueda aportar. "Los fondos los podemos utilizar con mayor agilidad al ser entidades de derecho privado", afirma Joaquim Ibáñez, de la Comisión Interdepartamental de Investigación e Innovación Tecnológica de Cataluña. Joaquín Ortega, de la Generalitat Valenciana, augura un espectacular aumento de fundaciones: "Los investigadores españoles necesitan esta herramienta para trabajar con estructuras más ágiles y aunar esfuerzos".