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Manta Ray lleva a Euskadi y Navarra sus "lecturas contemporáneas del rock"

El grupo Manta Ray es fruto del boom de la música independiente que vivió España en la primera mitad de los noventa. Pero, a diferencia de otros grupos que han quedado en el camino o basan su existencia en la repetición de esquemas, el gijonés ha sabido renovarse y se transforma de un disco a otro. Su última encarnación es Esperanza (Astro Discos), el elepé que presentan mañana en la sala Reverendos de Pamplona; el viernes, en el Kafe Antzokia bilbaíno, y el sábado, en la sala Tunk! de Irún.

Se trata, el último, de un álbum difícil de catalogar, abierto a la electrónica y basado en la creación de ambientes, en el que no dudan en recurrir a arreglos tan distintos como son los creados por programaciones y sección de cuerda. Ambos enriquecen un disco del que piensan que es el mejor que han editado. Y no sólo porque se encuentran en plena promoción del mismo. "Decidimos trabajar mucho en el estudio, algo que teníamos un poco descuidado. Se nos consideraba un grupo de directo y decidimos que esa fuerza que teníamos en vivo había que plasmarla en el estudio. Así, decidimos ensayar mucho, hablar mucho entre nosotros y meternos bastante dentro de la experiencia de estudio", confiesa Xabel Vegas, batería del grupo. Por lo tanto, Manta Ray ha prestado especial dedicación al que es el séptimo elepé en el que intervienen. En 1995 grabaron un debut homónimo y, desde entonces, han publicado un disco en directo, otros dos de estudio, uno más de remezclas y dos compartidos: uno con Javier Corcobado -"de él aprendimos lo valioso que es tener una pose en el escenario"- y otro con los franceses Diabologum. Juntos configuran una producción marcada por la variedad, el inconformismo, la ausencia de concesiones a las fórmulas comerciales y el riesgo. "Puede sonar un poco egocéntrico, pero lo cierto es que sí somos un grupo arriesgado. Aunque tampoco hace falta mucho para ser arriesgado en este país", reconoce Vegas.

En la base de su audacia está el hecho de ser un grupo de rock que trata de escapar de los esquemas clásicos de la canción rock, aunque los tengan en consideración: "Nos interesa mucho coger estructuras clásicas de rock, de blues, de jazz, no en lo formal pero sí en los ambientes, y darles una lectura contemporánea. Ésa es un poco la filosofía de Manta Ray y la manera de entender nuestra música: andar por los márgenes del rock, y de la música, y hacer relecturas", afirma Vegas.

Pero las sorpresas contenidas en Esperanza no se limitan a la siempre cambiante música concebida por sus autores, sino que se extienden a la elección del productor: Kaki Arkarazo, un técnico guipuzcoano que no suele prodigarse mucho más allá del círculo de Esan Ozenki Records y del rock vasco. "Hasta entonces los discos los habíamos producido nosotros, pero nos dimos cuenta de que teníamos muchas deficiencias. Barajamos varios productores ingleses y americanos pero finalmente elegimos a Kaki. Y, de pronto, descubrimos que es un tío con una cultura musical muy amplia y un productor de la talla de muchos de renombre internacional. De hecho, va a ser difícil que hagamos otro disco sin él".

El nombre del disco no pretende deslizar la idea de que tengan metas concretas por alcanzar. "Somos un grupo bastante desesperanzado. Mientras todo el mundo concede a la esperanza un valor positivo, nosotros le damos uno negativo. La esperanza es una cosa sórdida", asegura.

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