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La aviación rusa lanza bombardeos masivos contra Chechenia para aniquilar guerrilleros

Moscú culpa a los extremistas islámicos del Daguestán de la ola terrorista desatada en Rusia

La aviación rusa cumplió ayer un centenar de misiones en territorio checheno con el fin de aniquilar a los grupos de guerrilleros islámicos que aparentemente se preparan para hacer nuevas incursiones en Daguestán y de destruir sus bases. En los últimos dos días los pilotos rusos han realizado más de 200 vuelos para bombardear el territorio de Chechenia, especialmente la zona limítrofe con Daguestán. Los ataques aéreos se justifican por la creencia rusa de que los extremistas musulmanes no renuncian a apoderarse de Daguestán, y son los responsables de los atentados de los últimos días.

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Ambas circunstancias hacen que Moscú no esté dispuesto a interrumpir los bombardeos, ya que se recuerda que la ola de bárbaras explosiones contra edificios de viviendas en Moscú y otras ciudades ha causado cerca de 300 muertos.Los guerrilleros islámicos liderados por el comandante checheno Shamil Basáyev ya han realizado dos largas incursiones en Daguestán en diferentes zonas. La primera comenzó a principios de agosto en la parte sur de la frontera, una zona extremadamente montañosa donde los guerrilleros creían que iban a obtener el apoyo de la población local para sus planes de instaurar un Estado islámico independiente. Para pensar así tenían varios motivos. Históricamente, la influencia chechena en esa zona ha sido importante, y casi todos los hombres de los grupos étnicos de la montaña que la pueblan hablan, además de su propio idioma, el checheno. Además, durante la guerra ruso-chechena, que terminó hace tres años con una humillante derrota de los soldados del Kremlin, la población local acogió a cientos de refugiados de la vecina Chechenia y ocultó a alguno de sus comandantes; por ejemplo, a Shirvaní Basáyev, hermano de Shamil, cuando resultó herido. Y, por último, en esa zona los wahabíes habían hecho proselitismo y teóricamente contaban con bastantes adeptos. Sin embargo, los daguestanos consideraron la incursión de los chechenos como un acto de agresión, y tomaron las armas para defender su tierra.

La colaboración de las milicias populares de voluntarios fue muy importante para los militares rusos, ya que los locales conocían al dedillo el terreno. Para el 25 de agosto, ya los guerrilleros islámicos habían optado por huir y encontrar refugio nuevamente en Chechenia. Para su segunda incursión eligieron una zona más al norte, con un relieve de colinas, y no de alta montaña como la primera. Se trataba del distrito de Novolak, cuya capital homónima fue conquistada por los guerrilleros, que la mantuvieron una decena de días. Basáyev lanzó esta nueva campaña para ayudar a los wahabíes del centro de Daguestán, que a fines de agosto fueron atacados por las tropas federales. Pero tanto éstas como los hombres de Basáyev fueron derrotados, y esta semana tuvieron que retirarse a Chechenia.

La retirada de los extremistas islámicos no significa, sin embargo, que se hayan dado por vencidos. Todo indica, por el contrario, que se preparan para una nueva invasión de Daguestán. Lo dicen los mismos comandantes chechenos y los informes de la inteligencia militar, que dan cuenta de la existencia de concentraciones de hombres armados en una zona fronteriza más al norte que las elegidas para las incursiones anteriores.

Nueva táctica

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Pero los rusos no están dispuestos a esperar con los brazos cruzados otra invasión y han adoptado una nueva táctica: bombardear las posiciones de los guerrilleros, sus bases y los caminos que puedan utilizar.

El Kremlin está decidido ahora a lanzar "bombardeos alfombra" clásicos sobre la zona limítrofe con Daguestán, además de utilizar bombas modernas sumamente mortíferas, que primero explotan en el aire y expanden una especie de aerosol que penetra en todos los hoyos y grietas, incluidos los orificios nasales y las orejas de las personas; después este aerosol es detonado, produciendo una inmensa explosión.

Según algunas informaciones, recientemente se utilizaron cuatro de estas bombas, gracias a lo cual los soldados pudieron conquistar el área sobre la que fueron lanzadas sin disparar un solo tiro, pues no había contra quién hacerlo.

La población rusa, contrariamente a lo que sucedía hace tres años, durante la guerra contra Chechenia, aplaude ahora estos ataques aéreos, aunque muchos temen que, como consecuencia de ellos, haya nuevos atentados a lo largo del país.

Las explosiones ocurridas en Moscú, Buinaksk y Krasnodonsk se atribuyen precisamente a extremistas islámicos que desean vengar los anteriores bombardeos de Chechenia y sus recientes derrotas en Daguestán.

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