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La Conferencia de Viena urge a la ONU a regular la basura espacial

Los técnicos estudian limpiar con láser las órbitas bajas

El informe final de la Conferencia sobre la Exploración y Usos Pacíficos del Espacio, que se celebra en Viena, contendrá una recomendación para que el subcomité de la ONU encargado de asuntos legales espaciales inicie "inmediatamente" la regulación de la basura espacial. El subcomité científico y técnico ha concluido ya que los desechos de las actividades humanas en el espacio constituirán un riesgo inaceptable

"El problema de la basura espacial no es ahora mismo muy importante, pero si no se hace nada lo será en pocos años, por lo que sí es importante que se establezca pronto un código de conducta", declaró ayer a EL PAÍS Walter Flury, de la Agencia Europea del Espacio (ESA), que preside la comisión de la Academia Internacional de Astronáutica (AIA) dedicada desde 1991 a los desechos espaciales. La AIA ha colaborado con las principales agencias en la elaboración de un informe técnico de la ONU sobre desechos espaciales presentado ahora en Viena.Flury no cree que la regulación legal sea inmediatamente viable, ni siquiera deseable: "Bastaría con que se efectuaran recomendaciones, como ha hecho la ONU en otros aspectos relacionados con el espacio, pero está claro que las acciones que ya están tomando algunas agencias para mitigar el aumento de la basura espacial no sirven de nada si no lo hace todo el mundo", explicó.

El problema es económico, pero también técnico. Lo que reclama el nuevo informe es tener una visión más clara de lo que está pasando alrededor de la Tierra, y empezar a hacer estimaciones de la situación en el futuro, así como sugerir medidas para mitigar el riesgo. Sin embargo, señaló el presidente de la AIA, hay usuarios importantes, como los militares, cuyas medidas se desconocen.

La distribución de la basura espacial es como una nube alrededor de la Tierra que muestra una gran concentración en órbitas bajas, un máximo alrededor de los 20.000 metros, donde están por ejemplo, los satélites Navstar del sistema de navegación GPS, y otro pico en la órbita geostacionaria, a 36.000 kilómetros de altura, donde están los grandes satélites de comunicaciones (unos 200 operativos).

En órbitas bajas (hasta 2.000 kilómetros) unos 10.000 objetos de más de 10 centímetros de diámetro, considerados muy peligrosos, están catalogados y son seguidos rutinariamente para evitar impactos en misiones espaciales o satélites en órbita. Entre 1 y 10 centímetros miden los aproximadamente 100.000 objetos más peligrosos, no catalogados.

Los expertos hacen varias recomendaciones: modificar los elementos que no sirven, como las cubiertas y abrazaderas, para que no se fragmenten al soltar el satélite; dejar inactivos todos los restos de cohetes o naves; y cambiar de órbita los satélites al final de su vida para que caigan a la Tierra o sean aparcados en órbitas cementerio.

Mientras tanto, se diseñan sistemas para limpiar las órbitas bajas de los fragmentos de entre 1 y 10 centímetros. Uno es un láser de baja intensidad (para que no sea considerado un arma) que se dispararía contra los trozos identificados como basura varias veces hasta conseguir que bajaran de órbita, y acelerar así su caída a la Tierra. Se calcula que así se limpiarían las órbitas de hasta 800 kilómetros de altura en sólo dos años.

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