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EL CAMINO HACIA LA PAZ Despliegue de la OTAN

Kosovo aclama a Solana como su salvador

Xavier Vidal-Folch

ENVIADO ESPECIALJavier Solana fue aclamado ayer en las calles de la capital de Kosovo como su salvador. Exactamente tres meses después de que ordenase los ataques aéreos contras las fuerzas de Slobodan Milosevic, el secretario general de la OTAN entró en Pristina en loor de multitud. "Ha sido una de las jornadas más hermosas de mi vida", confesó. Más allá de emociones y sentimientos, Solana logró sentar a la misma mesa, por vez primera desde las negociaciones de Rambouillet, a sendas delegaciones kosovares, albanesa y serbia.

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A ambas delegaciones propuso una "reconciliación", basada en la justicia y no en la venganza, y una "paz duradera" cimentada no en el olvido de las atrocidades, sino en "el perdón". "¡¡Solaná, Solaná, NATO, NATO!!". Así, con estos acentos y siglas. Fue impresionante. Varios miles de personas aclamaron al jefe político de la Alianza -flanqueado por el jefe militar, el general Wesley Clark- por las calles de Pristina, ininterrumpidamente durante un recorrido de casi dos kilómetros y cuarenta minutos de duración. Le aplaudían, le abrazaban, le estrujaban, le besaban, le alzaban en volandas.

Si no alcanzaban a Solana, se amarraban a otros. Si descubrían a un español, lo celebraban y enorgullecían al sorprendido observador: "Solana, Espania, good", sollozaba el viejo Ismail, agradecido, y recordaba la participación de los albaneses en las Brigadas Internacionales durante la guerra civil española. "Estoy muy, muy feliz", confesó el político, reconfortado tras el paseo, reconociendo: "Estos meses han sido muy duros para todos, también para mí".

Pero el secretario general de la Alianza no acudió a Pristina sólo para celebrar su pacificación, reencontrar a los refugiados que saludó hace un mes en los campos -ya han regresado 200.000 desde Macedonia- y recuperarse de la tensión de haber dirigido una guerra de liberación. Acudió también con un propósito político muy concreto: iniciar el proceso de reconciliación de las dos comunidades étnicas kosovares.

Y lo logró mediante una estratagema. Después de reunirse con los jefes militares y con el enviado especial de la ONU, Sergio Vieira de Melo, tenía citadas, consecutivamente, a sendas delegaciones, albanesa y serbia. Empezó con los albanokosovares que participaron en el proceso de Rambouillet: Hashim Thaqi (jefe del Ejército de Liberación de Kosovo), Veton Surroi (editor del diario Koha Ditore), Edita Tahiri (del grupo del siempre ausente Ibrahim Rugova) y Mehmet Tahiri (Liga de Liberación de Kosovo). Una hora después debían llegar los serbios: cuatro prelados encabezados por el patriarca de Prizren, Artemio, con Momcilo Tratjovic, independiente y opositor local moderado a la dictadura de Slobodan Milosevic.

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Solana prolongó el encuentro con los albaneses, esperando la llegada de los serbios. Hizo pasar a éstos, provocando que se estrechasen las manos. Primer gol. Les invitó a seguir reunidos, en plenario, primero, y después sin padrinos, y le hicieron caso. Segundo gol. "Se han reunido por vez primera durante hora y media, se han hablado entre ellos, y se han comprometido a repetir la reunión", explicó. "Después de este encuentro, creo que se ha abierto verdaderamente la esperanza" de un futuro Kosovo "plural, democrático y multiétnico" que sea "un ejemplo para los Balcanes", añadió.

A los serbokosovares les dijo que debían elegir entre dos opciones: "mirar hacia el futuro, a la estabilidad de la región y hacia Europa" o bien "hacia el pasado, a Milosevic, que es el pasado". Redobló el compromiso de que las fuerzas aliadas están en el país para defender a todos, independientemente de su origen étnico. Y repitió el llamamiento al retorno de los serbios que se han ido a Belgrado. Unas 50.000 personas -de los más de 200.000 kosovares de esta etnia- "que huyeron de las bombas de la OTAN", según repite la propaganda de Milosevic, o que simplemente "se fueron por miedo", según los portavoces de la Kfor y los testimonios de más de un millar de periodistas, pues su éxodo fue posterior al acuerdo técnico-militar de Kumanovo y el fin de los ataques aéreos.

Paz sin venganza

A los albanokosovares les insistió Solana en la necesidad de acelerar la desmilitarización, porque "las necesidades de seguridad ya las cubre la Kfor y en que "una paz estable debe fundarse en la justicia y no en la venganza". Reiteró que "todos los criminales de guerra deben acabar donde les corresponde, ante el tribunal" especializado de la Haya, y reconoció que "no habrá paz completa hasta que eso ocurra". "Les he pedido a ambas delegaciones que impulsen la reconciliación", relató. Es la primera vez que un líder político utiliza ese término en esta ciudad, algo significativo teniendo en cuenta cuán enardecidos están los ánimos locales tras las revelaciones sobre asesinatos, fosas comunes, potros de tortura y un sinfín adicional de atrocidades.

Ahora bien, ¿debe basarse esa reconciliación en el olvido de lo sucedido, algo que puede incentivar su repetición? "No pido a nadie que olvide, sino que perdone y mire al futuro", respondió Solana, seguramente recordando las grandezas e insuficiencias de la transición española a la democracia. "Que piensen en la posibilidad de vivir juntos y la organicen sobre los valores de la democracia y la tolerancia, nosotros les ayudaremos, pero estoy seguro de que son capaces", apostilló. "Han merecido la pena todos los esfuerzos que hemos realizado", concluyó Solana.

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